Varapalo al proceso de integración europea
¿Podría suponer el «Brexit» el principio del fin de la eurozona? Algunas entidades ya han advertido del efecto dominó que tendría en Alemania, Francia, Italia, Holanda, e incluso España. Lejos de la trascendencia económica que tendría que los británicos se decantaran por romper su relación con la UE, el referéndum que se celebrará en un mes en Reino Unido puede constituir el pistoletazo de salida de la desintegración de la región europea. Y eso sería catastrófico.
Si bien el primer ministro británico, David Cameron, alertó de que el «Brexit» pondría en riesgo la paz y la estabilidad en Europa, el presidente estadounidense, Barack Obama, avisó de que la salida de Reino Unido le colocaría «al final de la cola» para alcanzar un acuerdo comercial bilateral con Estados Unidos. Desde el Gobierno británico estiman que con el «Brexit» se perderían 100.000 puestos de trabajo y reputados expertos han esgrimido que la marcha de la UE podría cuestionar el papel de la City como centro financiero. Sin embargo, las consecuencias escapan del plano puramente económico. Santiago Carbó afirma que desde el punto de vista social habría que buscar acuerdos para evitar problemas fronterizos de una magnitud importante y una cierta desazón del ciudadano europeo respecto a la decisión de Reino Unido. Y agrega que institucionalmente sería un golpe duro, quizás el más duro, al proyecto de construcción europea.
El «Brexit» desmoralizaría, debilitaría y empobrecería a todos los implicados. «Se iría uno de los ricos, por lo que el PIB de la UE sufriría un revés. Además, Reino Unido es el país que más cree y practica el mercado abierto, la rendición de cuentas y la transparencia. Su no presencia reforzaría el bloque más proteccionista, burocrático y estatista de la UE», afirma Tom Burns Marañón, consejero de Eurocofín.
Allan F. Tatham, profesor de Derecho de la Unión Europea, Derecho Internacional Público y RRII de la Universidad CEU San Pablo, recuerda que Reino Unido ha conservado el derecho a utilizar la libra esterlina y no ha tenido que adoptar el euro, a pesar de ser un Estado miembro de la UE, y que esta situación ha sido confirmada por el Consejo Europeo tras las negociaciones de Cameron frente al referéndum de junio. Por ello, cree «sumamente improbable, considerando el compromiso de los miembros de la eurozona, que un Brexit suponga el final de la misma y de la política monetaria común».
En el caso de que la población británica se incline por el «Brexit» es muy probable que se vean reacciones severas sobre los mercados de divisas internacionales, que afectarían tanto a la libra esterlina como al euro en el corto plazo. Tales fluctuaciones, vistas con cierta perspectiva, afectarían a ambas monedas hasta que se aclararan los términos y condiciones definitivas de la desconexión. Y el doctor Tatham destaca que la incertidumbre política y jurídica podría conducir a la inestabilidad económica y amenazar la sostenibilidad de la recuperación en curso de la última crisis financiera, tanto en la eurozona como en Reino Unido.
Sin embargo, a medio plazo un «Brexit» podría incluso beneficiar a la eurozona. Algunos sectores han vaticinado un escenario en el que Londres perdería protagonismo frente a Frankfurt como epicentro de los servicios financieros en Europa. Si bien a corto plazo la capital británica todavía sería capaz de proporcionar productos financieros suficientemente atractivos para captar a los inversores, algunos bancos estadounidenses y japoneses ya han admitido que saldrían de Reino Unido, o al menos reducirían su presencia, si el resultado del referéndum fuera un sí.
El profesor de la Universidad CEU San Pablo afirma que con Reino Unido abandonando la UE «el actual sistema que garantiza la libre circulación de capitales podría llegar su fin». Y es que aunque la normativa actual de la UE garantice a las personas físicas y a las empresas la ausencia –o el muy reducido coste– de comisiones y tasas por transferencias realizadas entre bancos dentro de la eurozona o entre ésta y Reino Unido, el «Brexit» lo pondría en peligro.
A pesar de que Tatham piense que la salida por sí sola no puede producir un efecto contagio que genere un impulso antieuropeo o precipite una era de populismos, admite que en un futuro se vería como un factor a tener en cuenta, ya que el populismo y el sentimiento nacionalista en algunos países miembros se han incrementado notablemente en los últimos años. «Aquellos que se postulan en estos populismos y nacionalismos suelen defender posturas antieuropeístas. Esta situación resulta preocupante para los ciudadanos de la Unión que consideran que dichas ideas podrían tener un efecto negativo para este proyecto que tan cuidadosamente se ha venido construyendo desde la Segunda Guerra Mundial». Por ello, el doctor opina que la UE, sus instituciones y sus Estados miembros harían bien en considerar estas preocupaciones de manera urgente, así como las cuestiones referentes a la economía, empleo, seguridad, asilo e inmigración.
Una salida de Reino Unido originaría un efecto dominó en otros países de la UE. Pero mientras muchos expertos aseguran que la marcha supondría el inicio de un proceso de desintegración, Burns Marañón anuncia que también puede ocurrir lo contrario, y acelerar la unión política y fiscal de la UE en torno a Francia y Alemania. Por ello, la resolución definitiva dependerá mucho de la respuesta de la Comisión Europea.
Fitch ya ha advertido de que la salida de Reino Unido propiciaría la marcha de Escocia de Reino Unido, lo que a su vez podría intensificar las presiones secesionistas e independentistas en otras partes de la UE, como la de Cataluña en España. Según el comunicado de la agencia de calificación de riesgos, el «Brexit» sentaría un precedente para los países que salen de la UE, y esto podría alentar tanto los movimientos antieuropeístas en otros países miembro como el nacimiento de partidos políticos populistas que renieguen de las medidas impopulares que, en ocasiones, dictaminan desde Bruselas. Burns Marañón asegura que «el río estará muy revuelto y propicio para pescar».
El consejero de Eurocofín recuerda que cuanta más incertidumbre haya mejor para los movimientos separatistas, ya que en estos escenarios se realizan planteamientos que en una situación estable no se esbozarían. El también analista político admite que, si el resultado del referéndum es favorable a la salida, sin ninguna duda se generaría un impulso antieuropeo y se produciría un rebrote de los nacionalismos. Y es que en la práctica totalidad de los países miembro ya se ven políticas euroescépticas. Véase Francia, con Marine Le Pen, pero también Holanda, los países escandinavos e incluso Alemania.
Resultado ajustado
Si bien esta semana se publicaba un sondeo de TNS que concedía ventaja por primera vez a los partidarios del «Brexit» y reflejaba que el 41% de los británicos está a favor de abandonar la UE –cinco puntos más que en la anterior encuesta del 3 de mayo– mientras que los defensores de seguir en el bloque caen un punto hasta situarse en el 38%, según otra encuesta publicada en «Daily Telegraph» el apoyo a la permanencia de Reino Unido en la UE aventaja en 15 puntos a los que se decantan por la salida.
Tom Burns Marañón recuerda que las encuestas para el próximo 23 de junio dan un empate técnico, que una mayoría de hombres, viejos, pobres y votantes conservadores se quieren ir, pero que gran parte de las mujeres, jóvenes, ricos y votantes laboristas prefieren quedarse. «No sé qué pasará, pero el resultado será ajustado», apostilla.
Tatham alude al «It’s anybody’s guess» (en español «quién sabe») para hablar de lo que pasará en el referéndum. No obstante, resalta que, independientemente del resultado, Reino Unido tiene que estar preparado para trabajar de manera constructiva junto con sus compañeros de la UE, ya sea desde dentro o desde fuera del «club» de Unión. Santacruz, por su parte, piensa que lo más probable es que los británicos voten mayoritariamente a favor.
Source: The PPP Economy