Sin munición para combatir una nueva crisis
«Sólo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo». Y la economía parece reacia a usar el bañador. Mientras que la eurozona ha recuperado el PIB previo a la Gran Crisis ocho años después, España creció un 0,8% en el primer trimestre. Además, según las últimas previsiones, nuestra economía crecerá una media del 2,5% hasta 2019. Sin embargo, algunos analistas aseguran que hay un 60% de probabilidad de que Estados Unidos entre de nuevo en recesión. De hecho, el FMI ha vuelto a revisar a la baja su previsión de crecimiento global hasta el 3,2 % este año -dos décimas menos- por la pérdida de impulso en las economías avanzadas y nuevos episodios de volatilidad financiera. La Comisión Europea, por su parte, también ha empeorado sus estimaciones para el conjunto del bloque del euro –la eurozona crecerá un 1,6% este año y un 1,8% el próximo-.
La economía mundial se estanca. Si los países desarrollados crecieron un 1,9% el año pasado, los emergentes avanzaron un 4%. Pero son muchos los expertos que auguran una inminente crisis. El ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, admitía en nuestro suplemento número 100 que se ha producido un deterioro importante del entorno global, y destacaba la desaceleración de los países en desarrollo –sobre todo la de China-, el impacto negativo que ha tenido el abaratamiento de las materias primas y la volatilidad de los mercados. Asimismo, no descartaría nuevas turbulencias bursátiles, «pues el margen de maniobra de la política fiscal y monetaria está agotado».
Javier Urones, analista de XTB, lo corrobora, y recuerda el final de ese gran «spaghetti western» protagonizado por Clint Eastwood titulado «El bueno el feo y el malo», donde en mitad del duelo final el pobre Eli Wallach, en su papel de feo, se queda sin balas, a merced de los otros dos pistoleros. «Algo muy parecido opina el FMI de la economía a nivel mundial. Los «feos» de la película son los principales Bancos Centrales». Y es que el organismo liderado por Christine Lagarde considera que la batería de estímulos que se ha implementado en los países más desarrollados amenaza con agotar las defensas ante un nuevo escenario de crisis.
El FMI ya ha alertado de que la próxima crisis puede agotar las defensas globales y de que el colchón financiero para enfrentar futuras recesiones se ha fragmentado durante los últimos años. La armadura financiera no se ha reforzado lo suficiente como para sufragar el aumento de la deuda externa, pero un «shock» sistémico podría fulminar las respuestas contra una crisis, que incluyen desde las reservas de divisas a fondos regionales como el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Los ciclos financieros han crecido en amplitud y duración, los flujos de capital se han volatilizado y las empresas no financieras han ganado protagonismo, lo que ha alterado la naturaleza de los riesgos sistémicos. «Las necesidades podrían exceder los recursos colectivos disponibles», alertó la institución.
Aunque desde el FMI informaran de que el actual sistema monetario, que permite a los países gestionar su estrategia en lo que al cambio de su divisa se refiere, haya demostrado ser mucho más flexible a la hora de responder a determinadas crisis, también resaltaron que desde 2008 ha sufrido diversas vulnerabilidades y cambios estructurales con un impacto significativo a nivel internacional. Por ello, la institución ha sugerido implementar reformas para avanzar hacia otro método más coherente.
Eurozona
Si el «manguerazo» de Draghi y la barra libre de «dinero gratis» podrían propiciar una borrachera de liquidez, la resaca pasará factura. No obstante, el presidente del BCE resaltó que actualmente no hay una alternativa a los tipos bajos, y que estos son el síntoma, no la causa, de un problema de fondo en las grandes economías. Urones afirma que los manuales clásicos de economía nos avisaban con la posible «trampa de liquidez» que podía ocurrir en una economía desarrollada una vez se hubiesen bajado los tipos de interés hasta el 0%. «En esta situación, la capacidad para influir en la situación económica quedaba muy mermada y se corría el riesgo de estancar el crecimiento». Pero el analista de XTB agrega que lo que no contemplaban esos mismos manuales era la capacidad de inventiva mostrada por la Reserva Federal y su QE por un lado, y el Banco de Japón y sus tipos de interés negativos por otro.
«De la misma forma que a un enfermo se le suministran medicamentos, los bancos centrales han «dopado» a las economías desde que estallara la actual crisis financiera. El problema ha sido que a mitad del tratamiento se han necesitado cada vez dosis mayores y nuevos fármacos para mantener con vida al enfermo». Aun así, Urones opina que, excepto EE UU, «las principales economías desarrolladas seguimos en la UCI».
El BCE se ha lanzado a comprar no sólo deuda de los gobiernos sino bonos de las empresas, lo que desvirtúa por completo unos mercados que son cada vez más dependientes de las palabras pronunciadas por los presidentes de los bancos centrales.
Urones coincide con De Guindos al señalar que el margen de maniobra, tanto monetaria como fiscal, para afrontar nuevas turbulencias financieras es limitado. Y advierte de que llegados a este punto conviene muy bien medir cada uno de nuestros pasos, porque las posibilidades de que podamos caer de nuevo en un abismo económico son para tenerlas en cuenta. Por ello, enfatiza en la importancia de mejorar la cultura financiera a la hora de valorar, más allá de lo que se tiene y de lo que vale, lo que se puede o no obtener en este entorno de tipos. «Pese a que en este momento estemos como el «feo» de la película con la soga al cuello, el final de la historia no es tan malo como parece».
Source: The PPP Economy