¿No funcionan las reformas?


La pregunta que se formula es evidentemente retórica. Tras varios años de una crisis económica profunda con una pérdida de empleo de más de tres millones de trabajadores, se observa cómo con políticas adecuadas y reformas ambiciosas España siempre es capaz de ser un motor en la creación de empleo. El buen ciclo económico que estamos atravesando no es casual, sino que obedece a un impulso decidido de mejorar nuestra economía con medidas de calado, entre ellas, la Reforma Laboral.

Desde comienzos de este año, todo el crecimiento económico se está trasladando directamente en creación de puestos de trabajo. Si a ello hubiera acompañado más inversión, paralizada por la inestabilidad política, no me cabe duda de que las cifras de disminución del paro que conocimos ayer serían aún mejores. No se entiende por tanto, cómo desde determinadas instancias se sigue insistiendo en paralizar lo ya realizado o, simplemente, derogarlo.

España necesita como ningún otro país continuar por la senda de crecimiento, porque la prioridad absoluta en estos momentos pasa por recuperar todo el empleo perdido, empleo que cada vez será de mayor calidad si las empresas, que son a la postre las que deciden contratar, observan un entorno que facilite la creación de negocio, la flexibilidad, la reducción de costes y la seguridad jurídica. Todos han hecho ya un esfuerzo, trabajadores y empresarios, y como podemos comprobar ahora, el esfuerzo está siendo recompensado.

Pero todavía queda mucho por hacer. Los ejes de reforma en el mercado de trabajo de la siguiente legislatura deberían centrarse fundamentalmente en cuatro aspectos: primero, remover obstáculos para el crecimiento de las empresas; nuestras empresas deben ser más grandes porque así serán más competitivas y apoyarán el aumento de empleo. Segundo, reducción de costes de la Seguridad Social; cualquier medida encaminada a la reducción de cotizaciones a la Seguridad Social será un incentivo directo para contratar a más trabajadores. Tercero, mejorar las medidas de flexibilidad de las relaciones laborales; cualquier cambio legal de simplificación de la contratación y procedimientos de gestión de la fuerza de trabajo como alternativa al despido son elementos que, como estamos viendo, evitan la destrucción de empleo. Y cuarto, las políticas activas de empleo, eficaces y coordinadas entre regiones, reducirán significativamente las cifras de desempleo en nuestro país. Todo ello será posible con voluntad política, con consenso y dejando al margen posturas más ancladas en el pasado que en un futuro donde las empresas necesitan más que nunca, para crecer, un entorno regulatorio seguro pero a la vez flexible.

*Profesor de Derecho del Trabajo Universidad Francisco de Vitoria

Source: The PPP Economy

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