Más turistas y energía menos barata con la histórica subida de tipos de interés en EE UU


Hace meses que la Reserva Federal estadounidense (Fed) tantea a los mercados con la posibilidad de que la primera economía del mundo se decida a subir los tipos de interés por primera vez en nueve años. Cada noticia económica que llega desde el otro lado del Atlántico suele venir acompañada de declaraciones por doquier acerca de la idoneidad o inconveniencia de elevar el precio del dinero en Estados Unidos.

Desde que Janet Yellen asumiese las riendas del banco central en febrero de 2014, los mensajes avisando de una próxima subida de tipos se han ido intensificando. Sin embargo, ésta nunca llega, y el seno de la Fed está dividido al respecto. Primero parecía que sería el pasado mes de julio, pero la Fed lo aplazó a septiembre. Cuando parecía cantado que la institución daría el paso, las turbulencias llegadas desde China y otros países emergentes dejaron sin cambios los tipos una vez más. Después, hubo un nuevo aplazamiento, en este caso a diciembre. «El comité sigue viendo los riesgos en las perspectivas de actividad y del mercado de trabajo», decía la Fed. En otras palabras, que la economía estadounidense no está para tirar cohetes y cualquier paso en falso puede cargarse de un plumazo la recuperación.

Al final, por unas cosas o por otras, los tipos de interés llevan desde diciembre de 2008, en los albores de la crisis, en un nivel mínimo de entre el 0% y el 0,25%. Además, su última subida se remonta a junio de 2006, cuando se situaron en un nivel inalcanzable con las perspectiva actuales: el 5,25%. Sin embargo, parece que el primer alza de los tipos llegará, más pronto que tarde; incluso, en la reunión que celebra el martes y el miércoles el banco central. Suponiendo que fuese ahora, nada hace pensar que vaya a haber una rápida escalada, como entre 2003 y 2006. Entonces, los tipos pasaron del 1% al 5,25% en sólo tres años. Hoy, la debilidad de la recuperación en casi todo el mundo haría inviable una subida igual. Tan sólo un nuevo «boom» económico podría cambiar las cosas.

Pero, ¿cuáles serían las consecuencias de un alza, por pequeña que fuese? El primer efecto inmediato sería una caída del euro frente al dólar. Sumado a las continuas inyecciones de liquidez y los tipos bajos del Banco Central Europeo –el 0,05% y sin cambios a la vista–, la paridad entre ambas divisas sería casi inevitable. Un euro más débil haría más competitivas las exportaciones de la eurozona hacia EE UU y atraería más turistas estadounidenses hacia Europa, seducidos por los bajos precios del Viejo Continente. Por contra, los visitantes de los países del euro que viajasen hasta el país norteamericano verían mermada su capacidad adquisitiva allí. Además, al ser las importaciones más caras, la factura energética aumentaría. España es un país que importa casi la totalidad del petróleo que consume. En este sentido, un dólar más fuerte encarecería las compras de crudo y diluiría el efecto de la caída del precio del barril del último año.

El segundo efecto sería un desplazamiento de las inversiones de renta fija desde la eurozona hacia EE UU. Los bajísimos tipos de interés del BCE han dejado por los suelos la rentabilidad de los productos de ahorro más conservadores como depósitos a plazo, fondos de inversión y planes de pensiones. Una subida de los tipos por parte de la Fed provocará una mayor remuneración de estos mismos productos. A esto se une una solvencia fuera de toda duda de EE UU, que nunca ha perdido la ansiada triple A de las agencias de rating. El resultado sería que parte de los inversores, sobre todo fondos soberanos de China o Emiratos Árabes, encontrarían más atractiva la renta fija estadounidense que la española, francesa, alemana o italiana. Aunque no sería una fuga apocalíptica, sí podría hacer que las primas de riesgo de la eurozona se resintieran moderadamente.

En la bolsa, la reacción de los mercados a una posible subida de tipos es impredecible. No obstante, no es descartable que, al menos inicialmente, provocase cierta volatilidad bursátil. Una vez estabilizada la situación, lo habitual es que los ciclos alcistas de los tipos de interés se correspondan con épocas de bonanza en bolsa. No en vano, los tipos suelen ser altos cuando la economía va bien y bajos cuando la economía va mal. En el mercado hipotecario, los préstamos para la compra de vivienda se encarecerían en EE UU. Además, el cambio en la política monetaria de la Reserva Federal podría forzar a la eurozona a actuar antes de lo deseado.

Source: The PPP Economy

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