La cara oculta del desplome del crudo


¿Quién iba a aventurar a mediados de 2004 que, casi 12 años después, el precio del crudo se encontraría en los mismos niveles? ¿No decían que el petróleo se acababa? Si sólo unos meses atrás pocos bróker apostaban por un barril en torno a los 40 dólares, esta semana hemos visto sucumbir todos los presagios. Es cierto que un petróleo barato resulta un motivo de fiesta para Europa. La música suena. Pero, hoy por hoy, nadie baila.

Si bien aparentemente la caída de los precios beneficia a los países consumidores e industrializados, ya que reduce los costes de producción de sus empresas e incrementa el poder adquisitivo de sus ciudadanos, al final también puede empobrecer. Los principales efectos negativos del desplome serían una mayor presión para las economías emergentes, acentuando sus problemas estructurales, un mayor riesgo de desinflación o precios bajos a nivel mundial en un entorno de bajo crecimiento y, a medio plazo, un deterioro significativo de la capacidad instalada de producción de petróleo y energías alternativas, lo que podría limitar el crecimiento potencial.

En lo que va de año, y hasta el pasado jueves, el petróleo Brent acumulaba una depreciación del 20%. Desde que la cotización del crudo comenzó a desplomarse hace año y medio, la caída ronda el 75%. El «oro negro» no deja de perder quilates, y el barril llegó a hundirse por debajo de los 30 dólares, lo que hizo saltar las alarmas. De hecho, probablemente los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se reúnan a comienzos de marzo, tres meses antes de lo previsto, para mover ficha.

Las tensiones en Oriente Medio están recrudeciendo la guerra de precios, existe un exceso de oferta y el dólar se está fortaleciendo. Pero, actualmente, el principal foco de alerta sobre el petróleo puede situarse en China. Ante el batacazo de su economía y con el objetivo de abaratar sus exportaciones, el gigante asiático acometió una importante devaluación de su moneda –el yuan–, que encarece sus importaciones. Desde Pekín ya han avisado a sus vendedores más habituales (Arabia Saudí, Emiratos Árabes y Kuwait) de que reducirán las compras. Y si diariamente entran en el mercado unos cinco millones de barriles que no tienen salida, el excedente aumentará todavía más.

Tras el estallido de la gran crisis mundial, el precio del barril de petróleo cayó desde los 158 dólares hasta los 55. Al compás de la recuperación, pero con los excesos de producción estadounidense todavía en los tanqueros, repuntó hasta los 110 dólares, en el que se encontraba apenas hace 18 meses. Los países productores no han querido recortar su producción, y la caída en picado ha llevado el precio a niveles de otra década. Mientras que desde Morgan Stanley sostienen que una depreciación del 15% del yuan podría desinflar el barril hasta los 20 dólares, los analistas de Goldman Sachs reiteran que no descartan un hundimiento hasta ese entorno.

Rodrigo Villamizar, profesor de la Universidad de San Diego (Estados Unidos), coincide con las grandes firmas internacionales de inversión: el precio bajará durante los próximos meses hasta la franja de los 20-30 dólares y, a partir de la segunda mitad de año, comenzará a repuntar de forma muy gradual. Prevé que tarde un par de años en situarse alrededor de los 70 dólares. Otras fuentes consultadas destacan que la mayor parte de los productores cubrirían costes con un barril a 60 dólares. Por su parte, Ole Hansen, jefe de estrategia de materias primas de Saxo Bank, augura que el mercado comenzará a equilibrarse a sí mismo y que apoyará un movimiento alcista hasta los 55-60 dólares por barril para finales de 2016.

Source: The PPP Economy

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