La artesanía también abraza la digitalización
Innovación y artesanía no son incompatibles. Aunque generalmente la utilización de las nuevas tecnologías generan rechazo entre los artesanos, poco a poco se van introduciendo herramientas de fabricación digital en artes tan tradicionales como la joyería o la cestería. Pero que esto ocurra con más frecuencia falta todavía mucha labor de formación e información en este gremio. «La artesanía en toda Europa se enfrenta a los mismos retos y dificultades: la falta de una buena gestión en las pequeñas empresas, el relevo generacional y la necesidad de vincularse a nuevas tecnologías y nuevos materiales», explica Laura Miguel Baumann, responsable de Fundesarte, área de promoción de la artesanía de la Escuela de Organización Industrial (EOI).
Por todo ello nació el proyecto europeo Crafting Europe, promovido en España por el EOI, que trata de impulsar los enfoques innovadores en la artesanía. Un proyecto a través del que se está realizando un estudio sobre el impacto económico de la artesanía y que además ha lanzado dos programas, ‘Creación de una empresa artesana’ e ‘iAtelier’. El primero es una iniciativa de capacitación y asesoramiento dirigido a emprendedores del sector con el objetivo de que quienes participen, desarrollen todo su potencial comercial y creativo. En el caso de iAtelier, se pretende fomentar el uso de las herramientas TIC e impulsar nuevas formas de creación en la artesanía a través de las tecnologías de fabricación digital contemporáneas. «Normalmente los artesanos se llevan las manos a la cabeza cuando les hablamos de nuevas tecnologías, pero toda artesanía utiliza herramientas», señala la responsable de Fundesarte. En iAtelier el EOI ha colaborado con la Fábrica de Fabricantes (FAB DE FAB) y EXarchitects. Entre los participantes se fomentaron equipos de trabajo interdisciplinares compuestos por un perfil artesanal y otro digital, siempre que fuera posible.
«El proyecto consta de tres fases: un taller de introducción ‘sandbox’, una primera residencia experimental y una residencia de producción», explica Fabricio Santos, coordinador del proyecto iAtelier. Entre los casi cuarenta inscritos para el ‘sandbox online’ fueron elegidos diez, que formaron cinco equipos, para llevar a cabo las dos residencias presenciales y desarrollar sus proyectos: Parenchyma, de joyería electroformada; D.P.O MAT, de cerámica extruida; DELTA 21, de luminarias paramétricas; Fieltro Flexible, de moldes impresos para tejidos, y Digital threads, de carpintería trenzado.
«Los trabajos se desarrollaron en un laboratorio de fabricación donde los participantes tenían a su disposición herramientas digitales, aditivas, sustractivas, de conformado o electrónica, tales como escáneres, impresoras 3D, cortadoras láser, fresadoras CNC, termoconformadoras y brazos robóticos, entre otras tecnologías de manufactura digital», cuenta Santos, quien es además arquitecto cofundador de la plataforma Fábrica de Fabricantes y profesor responsable de fabricación digital en la UFV. «Se trataba de que los participantes no usasen las tecnologías de fabricación digital solo como una herramienta de producción, sino que las integren como medio para la experimentación creativa, disminuyendo el inevitable rechazo inicial de un artesano hacia lo digital para descubrir las posibilidades de interacción y personalización que permite la fabricación digital en la fase de creación», explica. Los organizadores hablan de un «resultado sorprendente y gratificante teniendo en cuenta el desconocimiento inicial,». Se ha producido un acercamiento hacia la tecnología y algunos participantes han adquirido sus propias impresoras 3D.
Son tiempos de cambio en la elaboración de las piezas, pero también en su venta. El comercio online ha abierto nuevas posibilidades a los artesanos, pero en muchas ocasiones no están aún listos para la logística que conlleva este canal. Por eso, los ‘marketplaces’ son una opción al alza. Un ejemplo es Correos Market, una plataforma de venta de productos locales en la que se van encontrando cada vez más productos artesanos. «Entre los artesanos hay un alto porcentaje que no tiene canal online y esta plataforma les está ayudando mucho. Además, hay un equipo a su disposición para ayudarles a presentar sus productos», indica Sergio Peinado, responsable de Soluciones Digitales de Correos. La tradición artesanal abraza definitivamente la tecnología.
Joyería de raíces experimentales
B. Rodrigo
Chama Navarro lleva quince años dedicada al mundo de la artesanía. Formada en Ciencias Empresariales y en Diseño Digital trabajó mucho tiempo como técnico de sistemas y aprovechó un periodo de desempleo para hacer un curso de vidrio al soplete «y me enganché, a partir de ahí no he dejado el mundo de la artesanía, pero todo lo que aprendí en mis anteriores trabajos me está sirviendo mucho», afirma la artista. Realiza piezas de vidrio y joyería contemporánea y experimental. En sus colecciones combina diferentes materiales, buscando formas y texturas para conseguir originales piezas.
Navarro es una de las participantes en el programa iAtelier. «Llevaba mucho tiempo detrás de la fabricación digital y este programa me ha permitido conocer las herramientas y no tener miedo a incorporarlas en mis creaciones». Se ha complementado muy bien con su compañera de equipo, Marta, «y el beneficio ha sido inmenso». Le ha gustado tanto que ya se ha comprados dos impresoras 3D, «pinto una cosa y me sale tridimensional, es fantástico». En septiembre sacará su nueva colección de joyas para la que ha utilizado todo lo aprendido en iAtelier.
Tras esta experiencia asegura que ambas técnicas, las más tradicionales y las más innovadoras, «se compaginan bien, en todas las disciplinas, no solo para producir un objeto sino para mejorar los procesos productivos, hay infinitas posibilidades». Pero para todo ello hace falta invertir tanto en formación como en máquinas. Chama Navarro cree que al artesano español «le da miedo innovar, cuesta que la tecnología y el diseño entre en los talleres». Pero asegura que las máquinas, «a nuestro lado, son muy simples, les tenemos que decir lo que deben hacer».
Mininalismo y funcionalidad sin renunciar a la tecnología
B. Rodrigo
Lluís Bosch, junto a su mujer y sus dos hijas, comenzó con su proyecto Debosc como un juego, sin grandes pretensiones. Son todos apasionados por la madera y el diseño y optaron por crear objetos hechos 100% de madera, funcionales y con diseños sobrios y minimalistas que ensalzan la propia belleza del material. «Colocamos nuestros productos en algunos ‘marketplaces’ y empezaron a llegar pedidos», afirma Bosch. Según han ido creciendo surgen nuevos retos para esta familia como es el embalaje, la logística o el transporte. Hace un par de años se unieron a la plataforma Correos Market, «para llegar a más público, tener más visibilidad». La madera forma parte del paisaje de su pueblo natal, Anglès (Girona), y de la actividad familiar de Lluís Bosch quien desde hace tiempo ha tenido claro que la tecnología tiene mucho que aportar a su sector. «No quiero ser un artesano que busca algo dentro del tronco. He visto la maquinaria que existe de control numérico, de láser, y me ha encantado. Se pueden hacer muchas cosas de gran calidad con la tecnología actual», resalta. También la tecnología es un aliado para abaratar los costes de producción sin necesidad de producir grandes tiradas. Los meses de octubre a diciembre son los más ajetreados para este negocio. En casa se encargan del diseño, la producción es externa, y vuelve a ellos para los acabados finales.
Modelando el nuevo futuro de la cerámica
B. Rodrigo
Formado en Arquitectura y profesor de diseñador gráfico, Antonio Domínguez lleva tiempo centrado en el diseño del producto. Cuando estaba realizando un curso de cerámica en una escuela municipal se presentó para el programa europeo iAtelier y fue uno de los diez artistas seleccionados para la residencia de experimentación. Formó parte del proyecto Packaging DPO con el que se pretendió actualizar la forma de afrontar el futuro de la tradición cerámica española con nuevas técnicas, procesos de diseño y producción mediante la tecnología de impresión 3D. Un proyecto en el que Antonio formó equipo con otras dos artesanas, Marina Valls y Tiziana Chiara, con conocimientos sobre cerámica y vidrio fundido, respectivamente.
«La idea era recuperar la cerámica tradicional de Manises», indica Domínguez, con la idea de obtener un packaging original. «Utilizamos corte de láser e impresión 3D en cerámica y plástico. Había una idea original que se fue modificando con ensayo y error», añade. A pesar de su formación en Arquitectura, asegura que es «de la vieja escuela» y con esta experiencia ha podido «perder el miedo y ver las nuevas tecnologías como herramientas de ayuda para la creación, para conseguir tu objetivo, no queda otra alternativa». Cree que es fundamental que se englobe esta formación de forma tangible y real, y que por ejemplo las escuelas de cerámica cuenten con impresoras 3D «porque daría mucha agilidad a los proyectos». Igualmente faltan lugares de ‘coworking’ «donde poder experimentar con estas herramientas».
La Pagoda
Antonio Domínguez está ahora trabajando en otro proyecto personal sobre le patrimonio arquitectónico de Madrid, usando la impresión 3D. Está trabajando en el desaparecido edificio La Pagoda, de Miguel Fiscac, «y mi paso por la residencia ha sido fundamental para seguir este proyecto, me ha servido para ver cómo y por dónde avanzar», matiza.
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