España planta cara a los "semáforos"
La industria alimentaria española puede respirar tranquila, al menos, de momento. El pasado 12 de abril, el Parlamento Europeo decidió en sesión plenaria, con 402 votos a favor y 285 en contra, adoptó una enmienda solicitando a la Comisión Europea «eliminar el concepto de perfiles nutricionales», uno de los apartados que recogía el Reglamento (CE) n.º 1924/2006 sobre declaraciones nutricionales y propiedades saludables en los productos alimentarios.
Esta enmienda solicitaba a la Comisión Europea que revisase la base científica de este Reglamento, y si esta medida resultaba útil y realista. Este hecho, lejos de ser un tema menor, es de suma importancia para la industria alimentaria española y del sur de Europa, y para sus exportaciones dentro de la UE. El motivo de su importancia está en que el Reglamento abrió paso a interpretaciones locales, como la realizada en Reino Unido, donde se desarrolló normativa específica, conocida como los «Traffic Lights» (semáforos) y que es un potencial freno a las exportaciones de los productos de alimentación que se realizan desde países como España o Italia.
La normativa de los perfiles nutricionales, que por su metodología e implementación en Reino Unido es conocida como los «Traffic Lights», introduce un sistema de calificación voluntaria de los alimentos a la que se han adherido la práctica totalidad de las cadenas de distribución en el Reino Unido como consecuencia, para muchos, de la presión recibida por la Administración británica. Este etiquetado califica con los colores rojo, naranja y verde los diferentes alimentos y productos en función de la aportación de calorías, azúcares, grasas, grasas saturadas y sal en su composición. Así, los indicadores rojos descalifican su consumo como alimentos no saludables, los naranjas advierten sobre su no idoneidad y los verdes lo recomiendan.
En la práctica, este nuevo sistema informativo creado, en principio, para formar nutricionalmente a la población ha generado que alimentos de reconocido aporte nutricional y claves en el desarrollo de las exportaciones de la industria española, como el aceite de oliva, los frutos secos, los quesos, los zumos naturales, las carnes y pescados y sus derivados e, incluso, algunas frutas sufran en muchas ocasiones la inadecuada calificación de los semáforos que desaconseja su consumo. Estos alimentos han pasado a ser de consumo no recomendado para los británicos, en los casos más polémicos de la aplicación de esta nueva normativa.
En concreto, el sistema de etiquetado británico derivado del Reglamento hace que muchos alimentos sean injustamente no recomendados. La revisión que el Parlamento Europeo pide a la Comisión Europea obligaría a justificar la idoneidad de este tipo de etiquetado y evitaría su extensión a otros países europeos, con una clara repercusión en las exportaciones españolas.
Buenas noticias
La industria alimentaria española es, sin duda, una de las que potencialmente podría verse más afectadas por este sistema en el caso que se expandiera al resto de países de la UE, hecho que frenaría la tendencia creciente de la industria agroalimentaria española en los últimos añosy podría tener graves efectosen la economía española en su conjunto.
Horacio Gonzaléz Alemán, director de Thoffood y ex director general de la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), considera que se trata de una buena noticia para la industria agroalimentaria española, aunque aún no todo está ganado. «La relación entre alimentación y salud es cada día más compleja. Se está demonizando a ciertos alimentos y, eso, al final, no crea más que confusión entre el consumidor. Un producto no es bueno ni malo por sí mismo, sino que depende del conjunto de la dieta», explica Horacio González Alemán.
El experto considera que que este sistema de semaforos no se sustenta sobre ninguna base científica sólida, además se discriminar simplemente entre productos buenos y malos y lo que acaba haciendo es obstaculizar la producción y la exportación de determinados productos. Así, en el caso de España, productos que se han demostrado cardiosaludables, como el aceute de oliva o el jamón ibérico, salen mal retratados al estar etiquetados con el color rojo. También serían candidato a la etiqueta roja los diez principales productos más exportados por España, entre los que se encuentran el pescado, los zumos, las aceitunas, las conservas de pescado, el aceite de soja o la pastelería y galletería
«El sistema desinforma más que informa», añade González Alemán. En este sentido, recuerda que la Comisión europea ya ha abieto un expediente a Reino Unido y está investigando si esta forma de etiquetado es acorde con el derecho comunitario. Aunque la guerra aún no ha concluido, el sector agroalimentario ya ha ganado una batalla, ya que, la revisión evitará que el sistema de etiquetado se extienda, de momento, a algunos de los principales mercados de los productos españoles, como Alemania, Francia o Italia.
Source: The PPP Economy