El nuevo contrabando amenaza al sector tabaquero


Las tierras de regadío de las comarcas cacereñas de Campo Arañuelo, La Vera y Valle del Alagón ya están llenas de plantas de tabaco, listas para una nueva campaña. En estas zonas nace el 95% del tabaco que se produce en España. Este año, el cultivo va con un poco de retraso por las abundantes lluvias de la primavera, que ha obligado a trabajar de nuevo las tierras que ya estaban preparadas para la plantación o incluso a replantar lo que se ha echado a perder. Para finales de julio, las plantas habrán alcanzado los dos metros de altura, momento para iniciar el proceso de repele.

Más allá del retraso en el calendario, los agricultores confían en que la campaña se desarrolle con normalidad. Pero, aun así, en el campo está surgiendo una cierta preocupación ante un fenómeno poco habitual hasta hace escaso tiempo: el contrabando de hoja de tabaco. Tradicionalmente, el comercio ilegal de tabaco estaba centrado en las cajetillas de cigarrillos. Pero en los últimos años, como respuesta a la subida de los precios, un buen número de fumadores se ha ido pasando a la picadura de liar, más barata. Este incremento de la demanda ha abierto las puertas al negocio del contrabando de tabaco en hoja.

Mayores incautaciones

La inquietud por la aparición y el crecimiento de este contrabando es compartida por otros miembros de la cadena de valor, como Cetarsa, la empresa pública encargada de la primera transformación del tabaco, o Altadis, el mayor fabricante del país. «No tenemos una cifra, pero sí es cierto que se ha incrementado muchísimo en los últimos años», asegura el director general de Cetarsa, Agustín Conde. Los únicos datos oficiales son los de aprehensiones realizadas por la Agencia Tributaria o la Guardia Civil, que son bastante ilustrativos: en 2015 las aprehensiones de tabaco en picadura se multiplicaron casi por nueve, hasta superar los 1,8 millones de envases, y en el primer cuatrimestre de 2016 ya hay un 20,6% más que el año anterior.

A falta de datos sobre el consumo de este tipo de tabaco de contrabando, Altadis ha detectado algunos indicios. Después de su fuerte crecimiento durante varios años, las ventas de picadura en España se han reducido un 12%, unas 800 toneladas menos. Aunque la mayor parte de ese descenso corresponde a Andalucía (183 toneladas), la caída en Extremadura ha sido del 28,5%, que supone 55 toneladas. «Si a este dato de caída en el consumo de picadura de picar comprada en el estanco le sumamos que el porcentaje de consumidores fumadores no se ha reducido tanto y esa disminución de la picadura no ha ido acompañada de un aumento de cigarrillos, pues da pie a pensar que empieza a ser preocupante el tema de la picadura que se extrae de la hoja de tabaco de forma manual», explica Rocío Ingelmo, directora de Asuntos Corporativos y Legales de Altadis.

En Extremadura se ha producido, además, una fuerte reducción del consumo de cajetillas de contrabando, al pasar del 34,1% del total en 2013 al 6,3% en 2015, según las últimas estimaciones. En Andalucía también ha descendido, aunque menos: del 38,3% al 31,5%. Esta reducción de cajetillas ilegales podría indicar, apunta Altadis, un cierto trasvase del contrabando tradicional al de hojas de tabaco picado.

A todo ello se une el aumento de las ventas de picadura a través de internet. Este comercio está prohibido en España, pero «el problema es el país donde se alojan los servidores en los que aparecen los anuncios», indica Ingelmo.

Conde, por su parte, añade otro factor importante que influye en el contrabando de hoja de tabaco: «Se ha venido reduciendo la cosecha un poco en España, porque el mercado lamentablemente no lo demanda. Somos conscientes de que, como existen excedentes, los agricultores al final tienen más necesidad de sacarlos», afirma el director general de Cetarsa, quien señala que suele ser tabaco de poca calidad que no es adquirido para la transformación.

La suma de todas estas circunstancias pone de manifiesto que el contrabando de hojas de tabaco para picar es un hecho cada día más preocupante. «Si no lo logramos frenar», alerta Rocío Ingelmo, «puede ser un peligro para toda la cadena de valor de la industria», que en España genera un valor añadido bruto de más de 3.000 millones de euros, el 0,33% del total del país, y cerca de 61.000 empleos, entre directos, indirectos e inducidos, según un reciente informe publicado por la Mesa del Tabaco.

Los agricultores consideran que este comercio ilegal no solo «genera una competencia desleal importante», sino que también afecta a la imagen del propio cultivo en una región como Extremadura, reconocida por la calidad de su producto, puesto que «este tabaco no tiene la calidad que garantiza su adquisición por compañías como Cetarsa», argumenta la responsable de Asuntos Legales de Altadis. Además, de manera indirecta, el aumento del consumo de este tabaco puede reducir la demanda de tabaco legal, que a su vez hace disminuir la compra de producto para la transformación y genera una presión a la baja sobre los precios que se pagan al agricultor.

Expendedurías

Para las compañías tabacaleras, el impacto principal es que la hoja picada que se vende de forma directa es tabaco que no pasa por las plantas de transformación y fabricación y no entra en los canales legales. Por esta misma razón afecta negativamente a las empresas distribuidoras y a la red de expendedurías, compuesta por más de 13.000 establecimientos y más de 150.000 máquinas de venta.

El aumento del contrabando de hoja de tabaco también tiene un efecto directo sobre la recaudación, tanto por el IVA y el impuesto especial sobre el tabaco. Pero si las consecuencias negativas sobre la cadena de valor redujeran el empleo, el impacto sobre los ingresos tributarios sería aún mayor.

Altadis advierte también sobre otros dos riesgos importantes. Por un lado, la hoja de contrabando supone un notable problema de salud pública, puesto que «está absolutamente fuera de control y no cumple ninguno de los requisitos» establecidos por el Ministerio de Sanidad. Y, por otro lado, porque este comercio ilegal permite que los menores puedan acceder al tabaco sin control. «Nos gustaría que empezaran a concienciarse las consejerías de sanidad de las distintas comunidades autónomas», señala Rocío Ingelmo.

Source: The PPP Economy

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