El trabajo del futuro será más humano y colaborativo
¿Cómo trabajaremos en 2020? En el futuro, la manera de trabajar distará mucho del modelo conocido hasta ahora. Para analizar los cambios que se producirán por la digitalización de las empresas, LA RAZÓN reunió a Francisco Vázquez, presidente de 3g office; Borja Baturone, «managing» director/innovación y R&D de Altran; Raquel Roca, autora de «Knowmads»; Antonio Heras, director de Smart Working; David García Moreno, «Digital Transformation manager» de Endesa, y Sergi Corbeto, «Mind the Gap». Estos expertos pusieron en común sus diferentes consideraciones sobre el futuro de la cultura corporativa.
Las predicciones sobre cómo serán los entornos laborales en el futuro distan mucho de lo que actualmente se considera lugar de trabajo. Estos seis expertos quisieron exponer su visión sobre los cambios que se producirán en este campo en el futuro; cómo la digitalización cambiará el modo de relacionarse de las personas y cómo se adaptaran las diferentes generaciones a estos cambios.
El nuevo espacio de trabajo
Francisco Vázquez mantiene que uno de los grandes cambios serán los lugares de trabajo. «No serán como los de hoy en día. Desde la era industrial se consideraba que el trabajo era el sitio donde estaba la máquina. El diseño de oficinas actual sigue siendo de la misma manera, pero no ha habido aún un cambio sustancial para reinventar el espacio de trabajo». Vázquez defendió que este cambio es necesario, pues «lo de antes ya no existe».
No sólo evolucionarán los espacios físicos, la estructura organizativa deberá adaptarse a una nueva forma de trabajar. Ahora estos modelos apuestan por entornos que faciliten la relación entre los miembros de la empresa, donde haya actividades que permitan sobre todo socializar a los empleados. Pero, ¿cómo acertar a la hora de adaptar el lugar de trabajo a las exigencias del mercado? En este sentido, Francisco Vázquez propone apostar por todos los medios disponibles por el empresario para ver cuáles son los que más necesita su organización. «Ante la duda sobre cómo adaptarse a los cambios, lo mejor es introducir muchas novedades, tecnológicas y según el uso y como beneficie al equipo apostar por incorporar más de una cosa o quitar de otra». Para hacer posibles todos estos cambios, Sergi Corbeto defendió que la cultura organizativa de las empresas debe transformarse. «Se debe pasar de ser un triángulo o un cuadrado a ser círculos concéntricos donde el cliente y el empleado se sitúen en el centro». «Todo ha cambiado» y deberá crear una nueva normalidad. Será fundamental para el éxito a la hora de adaptarse a los cambios, «ser moderno, innovar y tener un sistema de aprendizaje basado en la agilidad», apuntó Sergi Corbeto.
El vector del cambio
«Todo empieza por la persona. Ésta tiene que ser la semilla de la transformación organizativa de dentro hacia fuera». Concretamente, David García explicó que será el cliente quien deba situarse en el centro, ya que éste será «el verdadero vector del cambio». No podrá recaer la responsabilidad de impulsar todas estas novedades en otro que no sea la empresa. «Es la organización la que tiene que darse cuenta del proceso que se está empezando a producir», declaró David García. El riesgo existe, y, aunque es posible que no se conozca la dirección correcta hacia la que dirigirse, se debe cambiar la manera de hacer las cosas. Por otra parte, apuntó que las organizaciones tienen que ser conscientes de que «el talento no se puede tener preso», que es algo muy característico en el modo tradicional de trabajar de las compañías.
No retener el talento es uno de los factores que permiten el desarrollo de los llamados «knowmads». «Lo digital es una excusa para hacer un cambio del modelo tradicional. Para ellos debemos aprender a trabajar en digital, pero hay mucho que no sabemos todavía», aseguró Raquel Roca, la autora del libro «Knowmads. Los trabajadores del futuro» afirmó que el 50% de la población activa ya tiene un perfil «knowmad». Este rasgo de nómadas del conocimiento «destaca por una característica muy atractiva para la gente más joven: la capacidad de tener muchos trabajos distintos a la vez», explicó. Para la escritora, la clave para entender el funcionamiento de los trabajos del futuro es la confianza. «La palabra confianza es una realidad que se empieza a imponer a día de hoy. Al final cuando nos vamos tratando con confianza, lo digital es secundario para hacer un cambio del modelo tradicional», comentó Raquel Roca.
«Ahora pasaremos de la cultura del control a la cultura de la confianza», argumentó Antonio Heras. Por lo tanto, lo más importante del nuevo empleo es que la misión de los profesionales será crear. «Debemos plantearnos si todo el esfuerzo que hemos generado en un tiempo determinado ha producido tantos frutos como esperábamos o no. Lo que vale es lo que tú creas». Antonio Heras señaló que «el cambio es inevitable» y que «esto va de perder miedos». En ocasiones, los directivos viven en su zona de confort y saben que esto viene y les va a complicar las cosas. Para las grandes compañías transformarse supone un reto añadido pues siempre deben estar «alerta de quién va a ser el siguiente que va a acabar con ellas». Los cambios no siempre son fáciles y, en estos procesos de transformación del modelo de trabajo, son las grandes empresas quienes tienen más que perder. Sin embargo, hay que pensar en el cliente, que será quien se encuentre en el centro del nuevo organigrama de las corporaciones.
Borja Baturone defiende que «las personas cada vez están más preparadas para saber cuál es su propósito». Pero a las empresas les costará más el cambio. «La persona será el centro y, unida a la tecnología, van a cambiar muchas cosas», declaró. Baturone considera que la principal diferencia para él con los modelos tradicionales de trabajo serán los ciclos. «Lo que nos caracteriza es que los ciclos son más rápidos y permiten más agilidad». Otra característica importante que Baturone subrayó fue que «si la persona sabe cuál es su propósito trabajará a la vez en varias cosas».
«Debemos considerar a las máquinas como aquella herramienta que permitirá aumentar nuestras capacidades de seres humanos», explicó Sergi Corbeto. «La digitalización genera conexiones y nos ayuda a colaborar. Nuestra responsabilidad es explicar que si la usamos bien puede hacernos mejores personas». En caso contrario, si la tecnología se considera el fin y no el medio del cambio, se producirá un aumento de la brecha entre ricos y pobres. Agregó que si vamos hacia el transhumanismo, humanos que incorporen tecnología como parte de su cuerpo, serán los más ricos quienes puedan adaptarse mejor al proceso de digitalización, por lo que aumentarían las diferencias entre las clases sociales. En el futuro, Baturone asegura que los empresarios y empleados deberán aprender a trabajar bajo otro paradigma diferente en el que «la persona será el centro y la empresa, algo secundario».
Los jóvenes, clave en la digitalización
Un punto clave en la transformación de la cultura corporativa será la convivencia de las diferentes generaciones. De esta manera, aquéllos que se desarrollaron en el modelo tradicional deberán saber atraer a los más jóvenes. «En el futuro, los «millennials» formarán parte del equipo de las empresas, o quizás decidan no formar parte», explicó David García. Por este motivo, las organizaciones deberán «buscar la manera de atraer a los nuevos talentos, que por su carácter y aptitudes puedan ser catalizadores del cambio». La labor se basará en identificar a las personas que puedan ayudar a adaptarse a la digitalización. «Los ‘‘managers’’ deberán estar dispuestos a trabajar junto a sus empleados y romper barreras», apuntó Antonio Heras, quien añadió que «la separacion entre jefe y empleado y la falta de comunicación ralentizan la adaptación de las grandes empresas al mundo digital».
Source: The PPP Economy