El proteccionismo de Trump alerta a los exportadores españoles


Entre la amalgama de promesas que han llevado a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, la mayoría de ellas polémicas, tres propuestas han resonado con especial fuerza: bajar los impuestos, construir un muro en la frontera con México y reinstaurar el proteccionismo comercial. Respecto a esta última medida, el republicano ya ha dado varias muestras de las políticas que guiarán su administración, incluso a través de su discurso de investidura. «America first». «América primero». De primeras, amenazando vía Twitter a varias corporaciones con penalizarlas con fuertes aranceles si no empiezan a producir en EE UU, en vez de deslocalizar sus fábricas a otros países como México. Además, Trump ha retirado al país del tratado de libre comercio con los países de la zona del Pacífico y anunciado que renogociará los acuerdos comerciales con Canadá y México. En definitiva, una revolución antiglobalización del orden comercial mundial que pretende cambiar las reglas que rigen las relaciones de EE UU y el resto del planeta, incluido España.

Estados Unidos es el sexto mayor socio comercial de España en cuanto a volumen de exportaciones se refiere, y el primero no europeo. Entre enero y noviembre de 2016 (últimos datos disponibles), el valor de los bienes y servicios vendidos por nuestro país en el extranjero ascendió a casi 234.000 millones de euros. De esta cantidad, 10.267 millones correspondieron a exportaciones españolas que tuvieron como destino EE UU. En términos porcentuales, esto supone un 4,4% del total. Sólo cinco países con mejores «clientes» para España: Francia (15,2%), Alemania (11,4%), Italia (8%), Reino Unido (7,6%) y Portugal (7,1%).

La amenaza del proteccionismo estadounidense ha encendido las alarmas en Europa y en España, ante el temor de que las exportaciones comunitarias pueden verse penalizadas para priorizar los productos «made in USA». De hecho, hace sólo unos días Estados Unidos suspendió las importaciones de limones argentinos durante 60 días, medida que ha sido aplaudida por los productores californianos. Un mal ejemplo que lleva la preocupación a las empresas españolas.

Para Jaime García-Legaz, ex secretario de Estado de Comercio entre 2011 y 2016 y ahora al frente de CESCE (la aseguradora del comercio exterior), la situación de España respecto a EE UU es «muy distinta» en comparación con la de otros países. «España, como parte de la Unión Europea, no tiene tratado de libre comercio con Estados Unidos. En el caso de México y Canadá, que sí lo tienen, podría suspenderse, lo que tendría un impacto potente sobre su economía». Aunque la UE llevaba tiempo negociando con EE UU para implantar un acuerdo comercial entre ambas partes, la llegada de Trump a la Casa Blanca parece haber enfriado, si no enterrado del todo, cualquier posibilidad de alianza en este sentido. «Si no sigue adelante sería una mala noticia porque se perderían oportunidades para las empresas españolas», dice García-Legaz.

El responsable del comercio español en la pasada legislatura considera que la capacidad del Gobierno de EE UU para restringir el comercio con España es «muy limitada». «Ambos países forman parte de la Organización Mundial del Comercio, en la que hay reglas, y no se pueden suspender las importaciones de un producto sin una motivación justificada, como riesgos para la salud o problemas fitosanitarios». Por eso, García-Legaz opina que las exportaciones españolas hacia EE UU «no corren demasiado peligro». «Es más la pérdida de oportunidades si no se libra el tratado de libre comercio», apunta.

Lo que sí podría suceder es que Estados Unidos impusiese aranceles a los productos que llegan del extranjero. Esto encarecería las exportaciones y las haría menos competitivas, favoreciendo los productos estadounidenses. De hecho, Trump ha amenazado a Pekín con penalizar las importaciones chinas con aranceles de hasta el 45%, lo que desataría una guerra comercial entre las dos potencias. Entre los productos españoles que podrían verse más afectados si Trump optase finalmente por introducir aranceles, los bienes de equipo (maquinaria industrial para producir bienes de consumo) y las semimanufacturas (productos químicos, medicamentos, plásticos o materiales de construcción) tienen el mayor riesgo, pues concentran la mitad de las exportaciones españolas a EE UU. La industria alimenticia y de bebidas es el tercer sector exportador más pujante, con el 15% de las ventas hacia el país norteamericano. Destacan los envíos de aceites (443 millones exportados en los once primeros meses de 2016), frutas, hortalizas y legumbres (384 millones) y bebidas (298 millones). El sector del automóvil contribuye con más de 1.000 millones de euros y un peso del 10% sobre las exportaciones totales.

En cualquier caso, las políticas de Trump podrían tener un aspecto positivo para la economía española. El nuevo presidente tiene en mente un ambicioso plan para renovar las obsoletas infraestruturas del país, por valor de 500.000 millones de dólares. Una oportunidad para las empresas de construcción e ingeniería españolas, que podrían obtener cuantiosos contratos en EE UU, sin el riesgo de verse afectadas por el nuevo proteccionismo de Trump. «No se las puede discriminar porque operan a través de filiales estadounidenses, aunque tengan capital español, y tienen las mismas oportunidades de que les toca una parte del pastel», afirma García-Legaz.

Source: The PPP Economy

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