Frenos a la subida de la luz
El rally alcista del precio de la luz no deja de romper barreras. A mitad de la semana superó la de los 100 euros por MWh, alcanzando cotas insólitas desde finales de 2013. El promedio, hasta el jueves, era de 72 euros por MWh, frente a los 35,59 euros que se registró en los 26 primeros días de enero de 2016.
Ahondar en la reforma del sector eléctrico para abaratar los precios fue uno de los acuerdos de investidura sellados entre PP y Ciudadanos. Las cuantías ajenas al coste del suministro se han incrementado desde el 27% en 2005 hasta el 55% en 2014. Si bien el Gobierno ha congelado la parte de la factura que le compete, los expertos piensan que tiene que haber voluntad política para eliminar esa cuña gubernamental, ya que actualmente es uno de los principales factores del encarecimiento de la electricidad en España. No obstante, Mariano Rajoy descartó adoptar medidas extraordinarias, como la reducción de los peajes, para abaratar la luz.
Fuentes del sector admiten que el recibo español es de los más elevados de la UE, pero no lo achacan al coste de las actividades eléctricas, «que están en línea con las de otros países del entorno», sino al lastre que suponen los sobrecostes que nada tienen que ver con el suministro.
CINCO MEDIDAS
Los costes verdaderamente ligados al proceso de producción y entrega de electricidad suponen el 50,54% del total. Los de generación, el 37,48%; los de distribución, el 10,10%; y los de transporte, el 2,96%.
En cuanto a la generación se refiere, el único coste que no está en manos de las empresas, ni del Gobierno, es el de los combustibles, gas y carbón, que cotizan en los mercados internacionales. Por ello, sólo puede mejorarse el mercado organizado de gas, como anunció recientemente el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal.
Los costes del transporte en España no son elevados si se comparan con otros países del Viejo Continente. «La repercusión del transporte por KWh es más bien baja». Pedro Mielgo, presidente de NGC Partners, destaca que REE es una empresa eficiente, no sólo en sus propios costes operativos, sino que la red de transporte es muy capaz y tiene pérdidas muy inferiores al promedio europeo. Y lo mismo podría decirse de la distribución.
Mielgo cree que en España los costes propios de la actividad eléctrica no son altos. «Nuestras empresas son eficientes comparadas con las europeas. Hay que actuar en el otro 50% de los ajenos al suministro». Prácticamente, la mitad del precio final de la electricidad corresponde a factores sobre los que se puede actuar. Naturalmente, en unos casos con mayor facilidad que en otros. Y el presidente de NGC Partners destaca, al igual que otros expertos, las siguientes medidas que podrían acometerse para rebajar los costes que nada tienen que ver con el suministro:
Los consumidores pueden ahorrar reduciendo su consumo. Esta rebaja puede requerir alguna inversión pequeña, «que en la mayoría de los casos es rentable». Mielgo admite que no todos los consumidores estarán en condiciones de afrontarlas, pero esclarece que se trata de cifras modestas con resultados inmediatos y periodos de amortización cortos. «Existen programas de ayudas y subvenciones públicas», añade.
Los consumidores también podrían modificar su contrato, buscando alternativas que existen y que son públicas.Además de la modalidad, «pueden reducir la potencia contratada, lo cual supone un ahorro inmediato». Pasar a tarifa con discriminación horaria sería otra alternativa. Es decir, a tarifas con precios diferentes en los períodos máximos y mínimos diarios. Mielgo destaca que, así, resultaría fácil programar el uso de algunos electrodomésticos de alto consumo en las horas más adecuadas, con el consiguiente ahorro que ello conlleva.
El Gobierno podría reducir o eliminar algunos de los impuestos y tasas que gravan la electricidad, o financiar los costescorrespondientes vía Presupuestos Genrales del Estado. Mielgo considera que medidas redistributivas, como la del bono social, podrían ir vía IRPF. «Son decisiones de política general, ajenas a las decisiones de los consumidores». Algunos miembros del Ejecutivo respaldan una bajada de los impuestos de la factura eléctrica, según informaciones publicadas por otros medios, con el objetivo de frenar el aumento tarifario y ganar tiempo para desarrollar una nueva regulación. Pero el presidente alega que los peajes están congelados y que, en este momento, no se contempla aprobar ninguna medida.
El Gobierno también puede modificar el diseño del mercado mayorista. Hace unos días anunció medidas para fomentar la competencia en el mercado del gas, para comprobar si con un combustible más barato podría lograrse una electricidad menos cara. No obstante, Nadal descartó cambiar el sistema. El presidente de NGC Partners sostiene que esto requiriría un estudio profundo, pues tienen implicaciones complejas, y son actualmente objeto de debate en otros países del entorno.
CENTRALES DE GAS
Nadal se ha mostrado dispuesto a abaratar el recibo aumentando la competencia en el mercado del gas, responsable máximo de la actual escalada de precios ante la necesidad de que los ciclos combinados, que se sirven de este hidrocarburo, aporten más al sistema frente a la menor presencia de la eólica e hidráulica.
Jorge Morales, vicepresidente de la Fundación Renovables, aboga por un cambio en la retribución de las centrales de gas como principal freno al «subidón» de la luz. Explica que existen una serie de contratos, los llamados pagos con capacidad, que hacen que se pague en el recibo unos 400 millones de euros anuales a las centrales de gas que estén ahí por si fueran necesarias para satisfacer la demanda. Morales piensa que la retribución a las centrales debería estar vinculada a que el precio que ofertan cuando se las requiera esté acordado de antemano, en una subasta, y no sólo a su disponibilidad. «Esto permitirá que ahora, que estamos usando más gas del normal, no pudieran ofertarlo a 90 euros, sino al preestablecido, resultado en la subasta, lo que hubiera abaratado muchísimo el recibo», apostilla.
Morales también insta a sacar a las renovables del mercado eléctrico. Es decir, que lo que cobren no dependa de la tecnología que marca el precio en cada momento, que es lo que ocurre hoy en día. Actualmente, el precio está condicionado, en la mayor parte de las horas, por el del gas. «La hidroeléctrica es la que lo marca, porque está jugando a sustituir al gas –lo que se llama coste de oportunidad–. Es una tecnología con capacidad de almacenamiento y, por tanto, con posibilidad de decidir cuándo ponerse a funcionar, pero que lo hace a cada hora mirando de reojo al gas». El vicepresidente de la Fundación Renovables atribuye esta dependencia a una mala regulación, que permite que la energía hidroeléctrica, tan limitada en España, oferte a precios del gas.
Si el acuerdo de investidura recogía el compromiso de eliminar las dificultades que pudieran existir al autoconsumo eléctrico eficiente, ahora Ciudadanos, PSOE y Podemos apoyan una proposición de ley en contra de las medidas para gravarlo, que busca favorecer el consumo energético compartido y colectivo, modificar el actual régimen sancionador y eliminar el denominado «impuesto al sol». Morales defiende que el derribo de las barreras al autoconsumo, para permitir que la gente se autoabastezca en la mayor medida posible, tendría su correspondiente reflejo en el descenso del precio de la electricidad.
La industria española paga por la luz un 28% más que la alemana, aunque en ambos países se carga aproximadamente el doble al consumidor doméstico que al industrial. Otra forma de abaratar la factura pasaría por aumentar el consumo y el número de consumidores entre los que repartir los costes totales del sistema. Y pese a que las tendencias no vayan de momento por ahí, la generación descentralizada y el autoabastecimiento serán imparables tan pronto como los usuarios consigan capacidad de almacenamiento. Por ello, la auténtica «revolución» vendrá de la mano de la extensión del autoconsumo en la industria.
Finalmente, Morales apostaría por el fomento de subastas renovables que, en realidad, abaratarán el precio de la luz. Y es que las actuales subastas no cuentan con el respaldo de las compañías, por lo que «se realizan para mantener la legislación aprobada en 2013, que introduce una enorme inseguridad jurídica en los proyectos, lo que se traduce en un mayor precio», agrega.
Los expertos instan a tener en cuenta que la mayoría de las fuentes de energía renovable se construyó al final de la década pasada, periodo en el que el MW eólico era dos o tres veces superior al actual y el coste del panel fotovoltaico estaba seis veces por encima. No obstante, en estos momentos, la generación a través de fuentes renovables es competitiva. Y rentable.
Escalada del precio
El mercado mayorista es el que determina el precio al que se compra y vende la energía eléctrica en cada momento, que es el ofertado por la unidad de generación más cara de las que se precisan para cubrir la demanda de ese período horario. Se trata, por tanto, de un mercado marginalista.
El precio sube cuando aumenta la demanda. Y la última ola de frío, que en Europa no sólo ha afectado a España, la ha disparado. Pero, además, la generación ha tenido que atender la del sistema francés, cuyo parque generador no la podía abastecer.
El sistema español ha utilizado las tecnologías disponibles, empezando por las más baratas: nuclear; hidráulica, muy limitada, pues los embalses se encontraban por debajo del 40% de su capacidad; eólica, pero en España es habitual que los períodos más fríos coincidan con vientos en calma; carbón y, posteriormente, los ciclos combinados de gas. Estas dos últimas tecnologías son las más caras del conjunto. En particular, los ciclos de gas pagan su combustible –el gas natural– al precio que tuvieran pactado en sus contratos de suministro. Pero, como esos ciclos han estado funcionando en los últimos años muy por debajo de su capacidad, de media entre el 9 y el 12%, algunos han tenido que recurrir, con toda probabilidad, al mercado spot, cuyos costes son más altos. «Ésta es la razón última de que los precios de la electricidad hayan subido», apostilla Mielgo.
Factura anual
Expertos consultados hacen una llamada a la calma. Aseguran que no hay que asustarse porque el precio de la luz suba durante unos días, sino que conviene hacer valoraciones en términos interanuales y situar las cifras en contexto. Lo normal es que los precios varíen a lo largo del año, tanto los del mercado diario como los futuros. Pero, desde el punto de vista del consumidor, lo importante es la factura anual, que depende principalmente de la estructura del parque de generación de cada país; de los precios de los combustibles de las tecnologías de generación
–principalmente gas y carbón–; de los sobrecostes que puedan existir en el precio final de la electricidad, aunque sean ajenos al mismo en sentido estricto; del tipo de contrato de cada consumidor y de las actuaciones que se puedan hacer para reducir el consumo o desplazarlo a períodos de menor precio. El presidente de NGC Partners afirma que el impacto de los precios mayoristas altos durante unos pocos días no tiene por qué ser importante en perspectiva anual. Y es que éste sólo supone un tercio, aproximadamente, del precio final que paga el consumidor. Por tanto, y como ejemplo, un precio incluso doble que el medio anual, durante 15 días, no representará en un año más del 2-3% de la factura. O lo que es lo mismo, una media que oscila entre 1 y 1,5 euros mensuales.
Source: The PPP Economy