Biden monta guardia en el gasoducto ruso Nord Stream II
Hace unas semanas, durante la gira de Biden por Europa, Alemania y Estados Unidos llegaron finalmente a un acuerdo sobre el controvertido gasoducto Nord Stream II. El presidente estadounidense renunció a la oposición que su administración había mantenido respeto al oleoducto hasta ese momento y la canciller Angela Merkel amenazó públicamente a Rusia con sanciones si Putin realmente utilizaba su gas natural como «arma». Merkel también prometió apoyo financiero a Ucrania, para la cual el tránsito de gas viene siendo una importante fuente de financiación que amenaza con extinguirse. Pero parece que Biden no se conformará con las promesas, sino que quiere asegurarse de que estas sean cumplidas, por lo que ha designado a un observador de su confianza para que, permanentemente y desde suelo alemán, se encargue de vigilar el funcionamiento del gasoducto. El hombre elegido para esta misión, mitad diplomática y mitad policial, es Amos Hochstein, que ha sido nombrado como enviado especial de EE.UU. para el proyecto Nord Stream II. Se trata de un acérrimo oponente del gasoducto y llega a Alemania dispuesto a mirar con lupa todo lo que ocurra.
Durante la presidencia de Donald Trump, Amos Hochstein hizo todo lo que estuvo en su mano para intentar detener la construcción del oleoducto. Berlín, decía Hochstein, se estaba abriendo al chantaje ruso con el proyecto. Siempre ha insistido en que Vladimir Putin puede cerrar el grifo del gas en cualquier momento y dejar a media Europa sin calefacción cualquier invierno que se cruce en su camino un proyecto geopolítico acorde a sus ambiciones. Y no ha cambiado de opinión, pero su misión ahora es asegurarse de que Alemania cumpla sus promesas después de que Merkel abandone la Cancillería de Berlín, tras las elecciones generales del 26 de septiembre a las que ya no se presenta. Según ha informado el sitio web estadounidense de noticias Axios, Hochstein fue entrevistado para el puesto por primera vez en abril, lo que quiere decir que Biden tenía ya clara esta línea de actuación mucho antes de llegar con Merkel a los últimos acuerdos. En aquel entonces, a Hochstein todavía se le conocía en los círculos del Nord Stream II como el «asesino del gasoducto». Ahora, después del acuerdo de Biden con Merkel, Hochstein ya no puede impedir la construcción, pero su nombramiento, que tuvo lugar ayer lunes, es un síntoma de la determinación de Washington de mantener bajo estricto control el asunto.
Entre 2011 y 2017, Hochstein trabajó como experto en energía en el Departamento de Estado de Estados Unidos y asesoró al entonces presidente Barack Obama. Antes de eso, Hochstein fue asesor de varios comités del Congreso Americano y también ha trabajado para una empresa de gas natural de Texas. Ahora egresa a Washington como diplomático de gasoductos y escudo de problemas para el presidente. El acuerdo de Biden con Alemania ha sido fuertemente desde diferentes flancos y Hochstein debe cubrir las espaldas de Biden. De Ucrania, que probablemente perderá su papel como principal país de tránsito del gas natural ruso y, con él, más de mil millones de dólares en ingresos cada año. Pero también de los demócratas y republicanos estadounidenses, a quienes les hubiera gustado un enfoque más duro del asunto. Con su nombramiento, Biden deja en claro que todavía no cree en Nord Stream II y que exigirá a Alemania el cumplimiento del compromiso de «utilizar todas las palancas» para lograr una extensión del acuerdo de tránsito de gas entre Ucrania y Rusia, que expira en 2024. Una promesa, en todo caso, difícil de cumplir. Si llega un momento en el que Putin ya no quiera utilizar a Ucrania como país de tránsito del gas ruso, Berlín podrá hacer poco al respecto. Merkel también prometió a Ucrania una ayuda financiera adicional de 245 millones de dólares, además, de la creación de un fondo junto con los EE. UU. para financiar inversiones en la transición energética y la seguridad energética en Ucrania. Esta será la parte del acuerdo más fácil de cumplir y no es ningún secreto que el gobierno alemán confía en poder suplir su fracaso en el punto anterior con algún tipo de ampliación de ese fondo, poniendo más dinero sobre la mesa.
Este complicado desarrollo es solo uno de los últimos capítulos de la historia zigzagueante del Nord Stream II. En diciembre de 2019, la construcción se interrumpió inicialmente por las sanciones impuestas por Donald Trump. Después de la victoria electoral de Biden, las empresas reanudaron el trabajo y la línea ya está casi lista, pero sigue siendo una manzana y motivo permanente de discordia entre el presidente estadounidense Joe Biden, el presidente ucraniano Volodymyr Selenskyi, la canciller alemana Angela Merkel y el presidente ruso Vladimir Putin. Los estadounidenses sugirieron en el pasado de forma insistente alternativas al Nord Stream 2 para Alemania: gas de Texas, Alabama u Oklahoma. Se habló de «Freedom Gas», un proyecto en el que los petroleros impulsarían el «gas de la libertad» a través del Atlántico y el senador de Texas Ted Cruz hizo una campaña particularmente agresiva a favor de esta solución. Hochstein no pierde esta perspectiva y supervisará el gasoducto, seguramente, desde un punto de vista más que exigente.