Wordle, cuando la sencillez tomó la palabra para hacerse oír en las redes
‘Simplejidad’ es un término acuñado por Jeffrey Klueger que significa hacer fácil lo difícil, y es idóneo para explicar el fenómeno de Wordle. En un tiempo donde todo el mundo ‘ticktokea’ en su estilo de vida, con un formato rápido y en el que la capacidad de atención es reducida, un juego que está causando furor este 2022 y ha llegado para quedarse. Wordle bebe de ambos mundos: apela a los que, saturados de información y estímulos continuos, demandan sencillez, pero también satisface a los que buscan viralidad en red.
‘The New York Times’ ha pagado esta semana más de un millón de euros por él cuando una semana antes el periódico se hacía eco del origen humilde del juego. Wordle fue ideado por Josh Wardle, ingeniero de Reddit, como un guiño romántico a su pareja, aficionada a los juegos de letras clásicos, durante la pandemia. Luego comenzó a compartirlo con sus familiares, y el boca oreja hizo el resto.
La mecánica del juego es
clara, eficaz y adictiva. Al abrir su web, el usuario se encuentra con una rejilla de cinco cajas de ancho por seis cajas en vertical con un teclado debajo. Wordle te propone encontrar la palabra del día, que tiene cinco letras, y para ello el usuario solo tiene seis intentos. Cuando una letra aparece en verde es que forma parte de la palabra y está en el lugar correcto de la tabla. Si aparece en amarillo es que está en la palabra, pero no en la posición adecuada. Las grises no forman parte de la palabra final. Los usuarios pueden compartir su resultado mediante un gráfico con filas de cinco ladrillos, generando figuras que se pueden compartir y se han convertido en un paisaje habitual en las redes sociales.
«Es la pequeña aplicación web que estábamos acostumbrados a ver hace quince o veinte años, que no tenía anuncios y no tenías que complicarte la vida. Eso le ha dado una buena imagen de que te engancha, pero con moderación», apunta César Córcoles profesor de la Universidad Oberta de Catalunya
Para Franc Carreras, profesor de marketing digital de Esade, la clave del éxito de Wordle es su simplicidad. «Eso se traduce en un nombre fácil, unas instrucciones de tres frases y 37 palabras en total, justo lo que cabe en una pantalla de móvil, por lo que no hace falta hacer ‘scroll’. A ello se une una imagen icónica, y que es una web, no una app. No requiere registro ni descarga. Además tiene lo que llamo una virilidad intrínseca, es fácil compartir el resultado de tus logros». Concluye que provoca recurrencia sin saturar.
En esa misma línea se mueve César Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC y asiduo jugador de Wordle. «Es la pequeña aplicación web que estábamos acostumbrados a ver hace quince o veinte años, que no tenía anuncios y no tenías que complicarte la vida. Eso le ha dado una buena imagen de que te engancha, pero con moderación». La clave final, para Nina Bermúdez, gaming manager de la agencia de marketing Rebold, está en la historia de amor de su creación que ha sumado adeptos. Es difícil de decir si la pandemia y el que la gente se pase más tiempo delante de la pantalla ha sido crucial en su despegue.
Subir el listón
Córcoles indica que es un juego de cultura que combina aspectos como tener un buen vocabulario con la habilidad de saber encontrar atajos. De hecho explica que «hay un diccionario Wordle si sabes mirar el código Javascript y hay usuarios que buscan la mejor estrategia de combinación de palabras para comenzar el juego». Además Wordle cuenta con herramientas de accesibilidad para todas las personas con visión reducida y daltónicos. Para ello, el juego en inglés cuenta con https://wa11y.co/ que te da unas instrucciones para hacer accesible los resultados del juego.
Hay una versión más complicada de Wordle, llamada Absurdle. Y otras similares pero que buscan números primos de cinco cifras, como Primel, solo apto para los que tengan buena memoria y habilidades matemáticas. También han surgido iniciativas reivindicativas en las que se emulaba el diagrama de Wordle con colores. Unos pocos cuadros verdes en medio de un mar de cuadros grises que decían: «No es Wordle es la cantidad de premios Nobel de Física que se han dado a mujeres». «Wordle es una manera de comunicar que se pone de moda y es casi un meme inevitable», dice Córcoles.
Por su parte, también recuerda una polémica en relación a los plagios del juego, porque en el Appstore de Apple y en el Playstore de Android empezaron a aparecer versiones exactas de Wordle, pero de pago que pasaron los controles de las tiendas de aplicaciones y mucha gente fue víctima de una estafa. No obstante, Wordle tiene una manera de jugar que ya existía antes. A muchos le recuerda a un programa que presentaba Ramoncín llamado Lingo, y en Cataluña el juego Paraulògic es parecido.
Las grandes marcas se han sumado a la tendencia, desde Nokia, Samsung o Burger King, entre otras, lo siguen. Para Bermúdez «las marcas aprovechan estos sucesos para generar contenido y cuando se crea conversación tratan de unirse a ella de la forma más orgánica posible. A eesto se suma ‘La vecina rubia’ una influencer asociada al mundo de la ortografía que ha hecho crecer el juego más».
La torre de Babel de los idiomas se rinde a Wordle y ya se han hecho adaptaciones en cantonés, hebreo y maorí. Daniel Rodríguez, responsable de haber creado la versión de Wordle en castellano, reconoce que no sabe si tendrá que cambiar el nombre de esta edición en español tras la compra del ‘New Yortk Times’ de la versión inglesa. Pero Bermúdez subraya que la versión para hispanohablantes puede haber tenido protagonismo en el repunte del juego que ya llevaba circulando desde 2020, dado que la comunidad que habla castellano es cada vez mayor.
Estrategia definida