Un arsenal de tecnología ‘made in Spain’ frente a la plaga de los incendios


Intencionados, accidentales o provocados por el descuido o las imprudencias, los incendios forestales son una plaga devastadora que asola nuestro país, en especial en la época estival. Tan solo el año pasado, y según datos del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico, se registraron 7.745 siniestros, llevándose por delante cerca de 66.000 hectáreas de superficie.

Estos incendios, no obstante, nada tienen que ver con los que se producían hace unos años. El cambio climático es una realidad y ahora son más virulentos, más expansivos y más ágiles, por lo que las herramientas para hacerles frente tienen que estar adaptadas a esos fenómenos del siglo XXI. Y es la tecnología quien se puede convertir en un gran aliado del bombero tradicional. La innovación permite a estos profesionales apoyarse en herramientas capaces de facilitar un trabajo arduo y reducir así el riesgo de daños humanos y materiales.

En ese trabajo constante de desarrollar nuevos productos o adaptar los que ya existen «a los tiempos y necesidades de los bomberos de ahora» es en el que se encuentra Vallfirest, una empresa española que se constituyó en el año 2007 para solucionar problemas en los equipos y las herramientas de este cuerpo de trabajadores y que hoy está presente en más de 70 países.

Su fundador y CEO, Javier Baena, no ve viable utilizar las mismas estrategias que hace unos años porque se está provocando que haya «mayores situaciones de riesgo», por lo que cree que lo que se necesita es mecanizar maquinaria, no solo para ganar en seguridad sino también para aumentar la eficiencia.

Máquinas en el terreno

Para ello, se han desarrollado, entre otras cosas, vehículos ligeros capaces de moverse con agilidad por un terreno complicado. Es ahí donde entra en juego ‘dronster’, un dron terrestre manipulado remotamente de Vallfirest, que lo que hace es desbrozar, es decir, intervenir en el material combustible separándolo para que el fuego no continúe expandiéndose.

«Dronster entra en funcionamiento cuando tienes grandes perímetros de incendios y habría que desplegar miles de hombres con mangueras, por lo que si, en según qué zonas del incendio, se empieza a utilizar maquinaria, el riesgo humano disminuye y la eficiencia y el rendimiento aumentan», comenta Baena. Este dron es capaz de trabajar a cinco, diez o hasta 150 metros del operario y multiplica por tres el rendimiento de una cuadrilla de tierra. El responsable de Wallfirest asegura que está trabajando en «muchos puntos de España», facturando aquí entre el 20 y el 25%.

Pero a la hora de hacer frente a un gran incendio es también fundamental tener una buena organización y conocer el terreno sobre el que se está actuando. Cuántos efectivos son necesarios, dónde los ubicas y qué acción realiza cada uno de ellos, cómo deben ser los relevos para los descansos… De gestionar todo ello es de lo que se encarga Firerespond, una plataforma de la empresa leonesa Tecnosylva que no solo es utilizada por organismos españoles sino que está instalada en diversos estados de Estados Unidos como Florida, Texas o Carolina del Norte. «Somos la plataforma informática que permite gestionar un incendio y todas sus derivadas, como son las evacuaciones de la población afectada, entre otras cosas», explica su CEO, Joaquín Ramírez.

Aparte tienen otra herramienta con la que intentan «entender y predecir el fuego» a través de modelos matemáticos. Se denomina Wildfire Analyst, y trabajan con ella por ejemplo en California. Cada mañana realizan 150 millones de simulaciones de fuegos virtuales para identificar las zonas en las que los incendios podrían ocasionar daños y si a corto plazo hay riesgo de que haya algún siniestro.

Lo hacen para grandes compañías eléctricas para que así «centren sus esfuerzos en reducir los riesgos en las zonas que identificamos como peligrosas». Trabajan con millones de simulaciones históricas, explica Ramírez, a través de tres tandas de datos: condiciones meteorológicas a corto y largo plazo; características de la vegetación, lo que ellos llaman «combustible». Por último también estudian las características de la zona en cuanto a desarrollo urbano para saber «la probabilidad de daño» que hay en el lugar.

En la tarea de prevenir incendios se centra también Lobelia Earth que a través de información sobre la sequía, la monitorización y el archivo de datos sobre patrones de sequía y combinándolos con olas de calor ven que hay patrones en los que la «vulnerabilidad es mucho más alta». No se trata, explica su fundadora, Laia Romero, de ver si la zona está en ese momento seca sino de saber qué ha pasado cuando ha estado en esas mismas condiciones. «A través de la inteligencia artificial estamos trabajando para desarrollar un servicio de vulnerabilidad ante los incendios», continúa Romero al explicar que con el sistema de monitorización de la sequía se pueden adelantar, de manera general, hasta dos meses antes de empezar a ver el impacto sobre la vegetación.

El valor del dato

En la misma línea, la de los datos, trabajan en Libelium. Empezaron a desarrollar una tecnología de redes de sensores inalámbricas hace 16 años, cuando todavía no se utilizaba el término del internet de las cosas. Instalan en bosques y espacios vegetales dispositivos que lo que hacen es controlar las condiciones meteorológicas y ambientales como temperatura y humedad combinándolo con datos de niveles de monóxido de carbono. «Esas combinaciones de datos permiten vigilar cuando se da la combinación de factores, incluida la luminosidad y los rayos ultravioleta, que puedan poner en alerta de riesgo elevado la zona en la que está el sensor», cuentan desde la compañía en la que la forma de visualizar los datos pasa desde gráficas de líneas a un sistema de semáforos conforme va incrementándose el riesgo. La alta tenología y la innovación se multiplican para contrarrestar al frente abierto que azota España cada verano.

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