‘Silicon Saxony’, el fortalecido corazón tecnológico alemán


Seis meses antes de lo previsto, el mayor proveedor de automóviles del mundo abre una enorme fábrica de chips en Dresde, en el este de Alemania. Este es el tipo de plazos que exige el ritmo de crecimiento de ‘Silicon Saxony’ (Sajonia del silicio), juego de palabras que da nombre a un nuevo parque empresarial de tecnología punta que aspira a impulsar la producción europea del siglo XXI. Unas 350 empresas para las que trabajan más de 40.000 empleados conforman ya la asociación que promueve el proyecto. Además de empresas privadas, también figuran entre sus miembros representantes de la política y la ciencia. Persigue como objetivo promocionar la competitividad de la región y ofrece una ubicación barata, bien conectada y con espacio casi infinito. La Alemania vaciada, los territorios del este que quedaron sin pulso tras la caída del Muro y la reunificación, resurge de sus cenizas para hacerse con el liderazgo de la nueva industria.

La asociación lleva 20 años trabajando, pero el gran empujón se lo dio la llegada de la megafactoría Tesla a Brandemburgo, al este de Berlín. La clave del éxito de esta asociación autofinanciada ha sido convencer al gobierno alemán y a la Comisión Europea de la necesidad estratégica de paliar la escasez de semiconductores y chips, para abrir líneas de financiación. Su trabajo es conectar fabricantes, proveedores, servicios, colegios y universidades, además de instituciones públicas, institutos de investigación y agentes comerciales, capaces entre todos de vertebrar un territorio por explotar y que ha ido atrayendo a empresas de perfil tecnológico. El espaldarazo definitivo a este ‘cluster’ de microelectrónica y TI, que se concentra ya entre las regiones de Dresde, Freiberg y Chemnitz, lo ha dado esta semana Bosch, con una planta controlada por inteligencia artificial que aprovechará el gran mercado mundial de semiconductores y cuyo objetivo declarado es reducir la dependencia estratégica de el Viejo Continente.

Nueva fortaleza

Por primera vez en décadas, se abre en el continente una gran fábrica de semiconductores de nueva construcción, con una sala blanca de 72.000 metros cuadrados. Suministrará chips a partir de julio, para la industria automotriz comenzará en septiembre, desde la ubicación microelectrónica más grande de Europa y la quinta más grande del mundo. «Con nuestro compromiso, estamos fortaleciendo a Alemania como una ubicación tecnológica y comercial», dijo en la inauguración el CEO Volkmar Denner. «Uno de cada tres chips producidos en Europa se va a fabricar aquí», aseguró.

La mayoría de los chips que necesita la industria europea son importados de Asia y EE.UU., una dependencia que causa cuellos de botella. La UE considera esta fábrica entre los Proyectos Importantes de Interés Común Europeo (IPCEI), es decir, proyectos merecedores de financiación, lo que allana el camino a una subvención gubernamental de 200 millones de euros, con una inversión total de alrededor de mil millones. Merkel ha destacado la creciente importancia de los chips como materia prima en la economía moderna. «El petróleo solía ser el elemento vital de una economía, pero hoy necesitamos semiconductores», ha explicado. «No estamos en la ‘pole position’ y tenemos que ponernos al día», ha advertido la canciller alemana.

Plataforma integral

La llegada de Bosch es un gran éxito del modelo de trabajo de la asociación Silicon Saxony, que se ve a sí misma como una plataforma de comunicación y cooperación para sus miembros. Externamente, realiza una contribución significativa al marketing de ubicación activo y la creación de redes de ubicaciones de microelectrónica europea. A su prehistoria pertenece el desarrollo de la tecnología EDP en la época de la RDA. La primera computadora central Robotron 300 fue desarrollada y construida en lo que entonces era Karl-Marx-Stadt, hoy Chemnitz. En la actualidad, la región genera una facturación de 14.000 millones de euros y cuenta con una red de garantía.

En la inauguración de la planta de Bosch, los jefes de los gigantes Intel, Nvidia, ST Microelectronics y Texas transmitieron su felicitación con breves mensajes de vídeo. También estuvieron presentes, aunque de forma virtual, clientes como la jefa de General Motors, Mary Barra, Ola Källenius, director ejecutivo de Daimler, y el jefe de BMW, Oliver Zipse.

Y el parque empresarial sigue creciendo. El grupo de tecnología fotónica Jenoptik está construyendo su propia fábrica de chips, de una extensión de 2,5 campos de fútbol y que estará operativa en 2025. Vodafone planea levantar en breve un centro de competencia global para investigación y desarrollo en Dresde, con 200 investigadores de desarrollo 5G y 6G, que se adentrarán en aplicaciones en la conducción autónoma y la agricultura conectada. El gigante estadounidense de chips Intel también está buscando ubicación para nuevas fábricas y, a principios de marzo, el fabricante de chips Infineon ha anunciado una nueva inversión de 2.400 millones en los próximos dos años en Dresde, donde cuenta ya con más de 3.000 empleados.

«No solo es un boom de crecimiento y futuro para la región, sino que además viene a solucionar problemas serios que aquejan a la economía europea», defiende el coordinador de proyectos de Cool Silicon Cluster, Thomas Mikolajick. El alcalde de Dresde, Dirk Hilbert, del Partido Liberal (FDP) y de 49 años de edad, resume así la situación: «Ya podemos decirlo sin miedo a equivocarnos: el futuro está en casa».

Source: Noticias

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