Renovables en España: desarrollo e improvisación


España es uno de los países europeos con mayores recursos para la generación de energías renovables, además de disponer de una reconocida tecnología y potencial industrial que facilitarían su creciente desarrollo. Una evolución que sería más positiva con mejor planificación, a la vez que generaría empleo y reduciría la dependencia energética de otros países. Fue a partir del año 2000 cuando diferentes gobiernos llevaron a cabo políticas encaminadas a impulsar el sector. El continuado crecimiento que le caracterizó en ese periodo registró un importante refuerzo en 2007, cuando el Ejecutivo de turno creó un sistema de primas durante toda la vida útil de la planta generadora de electricidad mediante fuentes renovables. Este régimen retributivo tuvo un enorme éxito y estimuló a que las empresas de nuestro país comenzaran a exportar su tecnología al mundo, pero su deficiente planteamiento al no tener en cuenta la realidad del sector y la previsible evolución decreciente de los costes, contribuyó a crear especulación y a provocar un lastre económico. En 2011 hubo un radical giro en la legislación y, de fomentar la inversión en energías renovables se pasó a liderar recortes retroactivos a esta fuente energética, lo que tuvo como consecuencia un importante daño en la confianza inversora, no sólo hacia el sector, sino con efecto general en el país.

Demasiado lento

La denominada «Planificación Energética. Plan de Desarrollo de la Red de Transporte de Energía Eléctrica 2015-2020», aprobada por el Gobierno para intentar alcanzar los objetivos comprometidos con Bruselas en materia de renovables, avanza a paso demasiado lento, según diversas asociaciones del sector. Cada vez estamos más cerca de 2020, año en el se conocerá si nuestro país ha sido capaz de cumplir con los compromisos adquiridos. Una tarea complicada a tenor de los últimos datos difundidos por Eurostat: el consumo final bruto de energía procedente de renovables fue del 16,14% en 2014 y se quedó en el 16,15% un año después.

El Gobierno resolvió el 17 de mayo de este año una gran subasta de 3.000 MW de energías renovables que, entre otras cosas, y merced a las reglas del juego diseñadas por el Ministerio de Energía, dejó completamente fuera a la solar fotovoltaica, la tecnología más barata de generación de electricidad. Se ha convocado una nueva subasta de renovables para el próximo 18 de julio. También será por 3.000 MW (sólo para eólica y fotovoltaica).

Un anuncio positivo en cualquier caso y que parece confirmar la actual política del Ejecutivo por incrementar la presencia de energías renovables. De todas formas, no parece descabellado preguntarse si todos estos megawatios así de golpe cabrán en el sistema sin que se haga nacesaria la salida de alguna tecnología contaminante. El autoconsumo se ha convertido así en la gran asignatura pendiente en nuestro país, y eso que ha sido reconocido en el paquete sobre clima y energía propuesto por la Comisión Europea, como uno de los elementos importantes para transitar hacia modelos de energía más limpia. No obstante, y a pesar de las dificultades que en nuestro país presenta el Real Decreto 900/2015 para, entre otras causas, la tramitación administrativa de las instalaciones de autoconsumo, existen sectores que están aprovechando sus ventajas en España para reducir su factura eléctrica, como son el agrícola, alimentación o el de hostelería. A marzo de este año, y según datos procedentes de la Unión Española Fotovoltaica (Unef), el número de instalaciones en España se acercaba a 62.000 con casi 4,6 MW de potencia instalada.

Sin el denominado «Impuesto al Sol» como medida casi coercitiva y con mayores facilidades por parte de la Administración Central, el autoconsumo, al igual que en tantos otros países, registraría un mayor crecimiento y presencia, y supondría un motor de generación de riqueza y empleo.

El sector de renovables ha superado muchos escollos a los largo de estos años. Las últimas subastas convocadas (mayo y la próxima en julio) abren la puerta a la esperanza, pero no debe llevarnos a la complacencia porque el camino es todavía largo, sobre todo si se tiene en cuenta el gran parón sufrido por el sector en los últimos años y, en especial, el solar fotovoltaico.

Mejor si no contamina

La caída de precios de la electricidad generada a partir de fuentes renovables y, en especial, los de la solar fotovoltaica (la tecnología más barata para generar energía), se ha convertido en algo cotidiano. La progresiva demanda de energías renovables por parte de ciudadanos y empresas es un hecho, como lo demuestran los últimos datos difundidos por diversos organismos e instituciones públicas europeas. Un mensaje claro que deja patente la preferencia por consumir energía limpia y no contaminante.

Es necesario hacer un llamamiento a las autoridades para que, de manera inapelable, diseñen y pongan en práctica políticas que contribuyan a modificar la composición del «mix» eléctrico en España y propicien de esta forma un más rápido incremento de la aportación de estas energías al sistema reduciendo la dependencia energética de nuestro país.

Eso sí: sin improvisaciones, con seguridad jurídica y con una verdadera planificación energética que incluya escenarios vinculantes europeos e internacionales en materia de clima.

CARLOS RELANCIO* es Director general de Cox Energy y consejero delegado de Cox Energy Comercializadora

Source: The PPP Economy

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