Portugal, el paraíso de las criptomonedas… de momento


Lo mismo que se ha puesto las pilas para atraer y favorecer las inversiones tecnológicas, la llegada de nómadas digitales o el impulso a la energía verde, Portugal se ha posicionado muy alto en los últimos años en la emergente utilización de las criptomonedas.

En todos los casos influye la legislación flexible, apoyada en numerosas ventajas fiscales. El resultado es que los nuevos emprendedores, los que huyen de la residencia fija en ciudades colapsadas y las empresas que defienden las fuentes energéticas sostenibles se unen en el mismo contexto al que se sube ahora el pago virtual.

La confirmación viene por el hecho de que el vecino ibérico se ha convertido en un paraíso para quienes se lanzan a manejar las monedas del futuro, si se cumplen su proyección y sus expectativas. Tanto es así que se acaba de batir un hito en las transacciones inmobiliarias porque se ha erigido en el primer país de Europa donde se vende una casa utilizando exclusivamente bitcoins.

Tres monedas, un picos

La operación se cerró el pasado 5 de mayo en la ciudad norteña de Braga, muy cerca de la frontera con Galicia (se halla 110 kilómetros al sur de Vigo), donde un cliente empleó tres de esas monedas virtuales para sellar el pacto y hacerse con un piso de tres dormitorios. Era el equivalente a 110.000 euros.

Justo acaba de entrar en vigor una nueva normativa en este sentido a lo largo del territorio portugués, que termina con la necesidad de ‘traducir’ las criptomonedas a euros. Todo cambia con las nuevas reglas, ya que el procedimiento se ha simplificado, según han decidido las autoridades. De esta forma, el cliente tiene que mostrar la criptomoneda con total transparencia. Es el primer paso para que se haga realidad la garantía de que todos los controles se activan con el fin de preservar la seguridad cibernética.

El trueque digital ya está aquí: dinero virtual por derecho a la propiedad. Como en los mercados de Venecia, pero en el Portugal del siglo XXI.

Nada extraño, por tanto, que la empresa especializada Zome se apresure a declarar: «Esta transacción representa un hito histórico, como es la transferencia de un activo digital a un activo físico». «El futuro de las transacciones pasará por los criptoactivos, por lo que creemos que esta operación iniciará todo un nuevo mundo de posibles negocios», señala Carlos Santos, un ejecutivo de la firma lusa.

Igualmente positivo es el análisis que realiza el experto en criptomonedas Nuno Gomes para ABC: «Portugal tiene muchas contradicciones, pero hace gala de un pragmatismo que no demuestra España».

A su juicio, «el Gobierno socialista portugués evidencia menos prejuicios que el español a la hora de incentivar a los emprendedores y, sobre todo, no tiene que detenerse ante las presiones de sus socios de Gobierno». Su conclusión pasa por subrayar que Antonio Costa encabeza iniciativas innovadoras con mayor frecuencia que Pedro Sánchez.

Naturalmente, se beneficia de ello el país vecino, aunque no falta la adopción de precauciones cibernéticas: comunicar el número del depósito digital, identificar a las partes implicadas en una operación del signo que sea, demostrar que el dinero sale de una cartera a otra en el momento de la transacción, etcétera.

Se constituye así una especie de guía de pasos para garantizar que Portugal no se queda atrás en el universo de la nueva economía.

Cambio de planes

Lo que ocurre es que el Ministerio de Finanzas, ahora comandado por Fernando Medina, parece estar cansándose de las exenciones fiscales, en vista de la explosión de criptomonedas que comienza a vivir el vecino ibérico, muy por delante de España en este sentido. Ya el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, marcó el camino el año al expresar abiertamente que Portugal tenía que cambiar la legislación si no quería perder miles de euros en estas transacciones de última hornada.

Esta circunstancia significa que el Gobierno quiere (y planea) sacar tajada en forma de recaudación. Todavía estamos ante un mero proyecto, pero ya ha trascendido que la moneda virtual estará pronto sujeta a un impuesto creado a propósito sobre las ganancias de capital. La tasa sería del 28%.

El motivo se centra en el cambio de concepto: desde 2018, la circulación de criptomonedas representa en suelo portugués un intercambio de dinero, no de inversiones. Ahí estaba la base para aplicar la ausencia de tributación en estos negocios y para transformar Lisboa en una suerte de centro mundial de esta virtualidad financiera.

Para colmo, el número dos del mismo ministerio, Antonio Mendonça Mendes, añade más posibilidades impositivas en ciernes, de acuerdo con fuentes lisboetas del sector. Sus palabras apuntan a la consolidación de un contexto con más aristas. «Las criptomonedas son una realidad mucho más compleja que la tributación en términos de ganancias de capital». O sea, puede ser la antesala con la que el viceministro de Finanzas y Asuntos Fiscales tercie en esta suculenta contrapartida que no deja de crecer. En consecuencia, no sería raro que a un impuesto le suceda otro acerca de las criptomonedas en Portugal.

Crecer en la desconfianza

En España, los usuarios de las criptomonedas siguen creciendo. El volumen de personas que realizó alguna transacción durante el primer trimestre de 2022 en plataformas de compraventa se multiplicó por 11 con respecto al mismo periodo de 2020, según un estudio de Fintonic. Pero este fenómeno sigue siendo muy limitado en nuestro país. «Muchas personas no entienden qué hay detrás de este tipo de activos y esto podría mejorarse con una mayor educación financiera», señala Lupina Iturriaga, CEOde Fintonic. En este sentido, cree que «la población no tiene aún suficiente confianza en los criptoactivos como medios de pago y ello impide que puedan convertirse en sustitutos de los sistemas tradicionales a corto plazo».

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