Pilar Gómez Acebo: «Estamos generando seres débiles y dependientes»
Pilar Gómez Acebo es empresaria, pensadora, mujer incansable y luchadora con grandes experiencias en el campo social, de la diversidad, de las empresas y de los Consejos de Administración. Acaba de escribir con otros cinco autores ‘Sociedad en Jaque, Sentido Común al Rescate’, un libro de pensamiento crítico muy pertinente en este complejo momento histórico.
¿Por qué han escrito este libro, cuál ha sido el elemento motivador?
Intentar ‘despertar’ al mayor número de gente posible y que quieran permanecer ‘despiertos’ a la realidad que vivimos con todas sus consecuencias.
Que sepan y sientan que no están solos para afrontar las dificultades y/o realidades presentes y futuras, ofreciendo una serie de respuestas válidas para ello.
Han escrito el libro en seis, ¿qué les une y que papel juega cada uno?
Hemos ido ganando en cohesión entre nosotros a través de muchas horas de debate y discusión, aportando seis perspectivas diferentes, desde edades y experiencias distintas, pero con un trasfondo común: creer en el ser humano y en la posibilidad de conseguir confianza por encima de las múltiples discrepancias, como demuestra la realización de este libro.
Antonio [Sola] escribe desde la óptica política, Oliver [Herrera] aporta una visión de joven emprendedor, que se enfrenta a dificultades de todo tipo. Yolanda [Cañizares], Diego [Martos] y Enrique [Salas] ofrecen sus reflexiones después de haber ocupado puestos de alto nivel en multinacionales y reenfocado su labor profesional para mejorar el sistema, a lo que intento aportar un ángulo social, partiendo del comportamiento individual de cada persona.
Me ha llamado la atención la frase de Ludvine Paternostre que cita al inicio del capítulo ‘Integridad y Coherencia: «Las personas fueron creadas para ser amadas, mientras que las cosas fueron creadas para ser usadas. La razón por la que el mundo está en caos es porque las cosas son amadas y las personas son usadas». ¿Podría comentarla?
Hemos invertido las prioridades, en gran medida por el Estado de bienestar, que haciendo realidad otra reflexión de los filósofos griegos, afirma que las épocas duras, curten personas fuertes, que a su vez, queriendo facilitar erróneamente una vida más cómoda a nivel externo, sin construcción interna para las siguientes generaciones, crean personas blandas, que propician tiempos difíciles.
Este es el problema actual, que también encierra en sí mismo la alternativa: equilibrar el coeficiente intelectual de cada individuo con su coeficiente emocional, cuya inmadurez está generando la realidad que vivimos.
Trabajar más los ‘cómos’ que los ‘qués’, donde la tecnología nos facilita la labor. ¿Cómo hacemos lo que hacemos?
¿Qué es para usted la coherencia?
La coherencia consiste en ir consiguiendo una trayectoria cada vez con menos quiebros, porque se va construyendo un criterio común entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos, que se consigue cuando trabajamos en nosotros mismos, por este orden de actuación.
En el libro habla de la capacidad humana de avanzar mucho en la tecnología, pero mucho menos como personas. ¿Por qué?
La tecnología responde a la lógica y el ser humano responde a intereses, que, si no se enfocan hacia el bien general, se hacen cada vez más EGO-istas y por tanto débiles, inseguros, frágiles y manejables.
Se ha priorizado la lógica sobre el bien de las personas y con ello, de nuevo hemos generado seres débiles y dependientes que han comprado el mensaje equivocado.
¿Puede explicarnos las interesantes distinciones referentes al humano que pone a la atención del lector: «Sentimientos no es sentimentalismo», «Sensibilidad no es sensiblería», «Inocentes y no ingenuos» y otros más como «Leales, no fieles» o «Solitud, no soledad»?
Llevo muchos años trabajando y entrenando la observación y la escucha como claves de éxito. Intento que sean una asignatura en universidades, escuelas de negocio, consejos y órganos de gobierno a nivel empresarial, político y social. Ello permite identificar esas diferencias de respuesta humana en cada acto y decisión del día a día, que como se explica con detalle en el texto, la respuesta va a depender de que se base en el bien común o en el interés privado, aunque se haga de manera inconsciente.
El sentimiento es plural, el sentimentalismo es individualista. La sensibilidad es plural, la sensiblería es egoísta. Los inocentes optan, aunque se equivoquen en la opción, los ingenuos compran lo fácil, sin plantearse nada más que su beneficio. Los leales te dan su criterio, los fieles te halagan y te dicen lo que quieres oír.
En consecuencia, depende de que cada persona sea capaz de encontrarse a sí misma en el día a día, fruto de momentos de solitud, reflexión y encuentro consigo misma, o bien, esa falta de autoencuentro, le deje cada vez más sola y aislada en manos de otros que deciden por ella, sin ella.
¿Qué entiende cuando habla de integridad, ventajas e inconvenientes?
Toda opción conlleva pros y contras. En la medida que nos planteemos ambos a priori, facilitaremos los pros y si no, los intereses del sistema harán triunfar los contras, como estamos viviendo, con el altísimo grado de impunidad reinante ante la ausencia de integridad como eje clave de actuación.
Finalmente, invita a los lectores a «Atreverse», ¿a qué?
El factor común es ir a la causa interna que modifica la respuesta externa a través del comportamiento. La verdadera causa interna es atreverse a sentir. El sentimiento nos une y nos hace crecer y por tanto, ese atrevimiento se traduce siempre en mejoría global.
La cabeza individualiza. El corazón pluraliza. El plural es siempre más que el singular. Desde ahí encontramos nuestra singularidad e individualidad, que no individualismo…
Todo un atrevimiento… adelante.