Órdago de Elon Musk a Twitter por la «libertad de expresión»


Elon Musk defiende que tiene una visión «absolutista de la libertad de expresión» y ha llegado a la conclusión de que, para que Twitter avance en ese sentido, solo puede lograrlo desde un poder absoluto de su red social favorita: ayer lanzó una oferta para quedarse con el 100% de Twitter en una operación valorada en casi 40.000 millones de euros.

Musk, el visionario que creó PayPal, impulsó a Tesla y se inventó SpaceX, ha hablado en muchas ocasiones de la importancia cívica de Twitter. Ayer volvió a definir a la red social como «la plaza pública ‘de facto’» de la sociedad contemporánea. Musk es un usuario ávido de Twitter, donde es una de las cuentas más seguidas, con más de 80 millones de seguidores. También es uno de sus críticos más ácidos, en especial con la limitación de discurso que ha impuesto la red social en los últimos años en lo que se conoce como ‘moderación de contenidos’. Se ha opuesto con fiereza a la suspensión de la cuenta de Donald Trump o a censurar a medios prorrusos. Ahora, ha alineado su fortuna con estas críticas.

Musk envió ayer una carta con su oferta de compra de toda la compañía a Bret Taylor, el presidente del consejo de administración. En ella ofrece 54,20 dólares por cada acción de la compañía, lo que representa un ‘premium’ para los accionistas del 54% respecto a su valor cuando Musk empezó a invertir en Twitter, a finales de enero, de manera discreta. Y del 38% en comparación con la víspera de la revelación pública de esa compra -la semana pasada- con la que el multimillonario adquirió el 9,2% de la red social.

Es una operación de casi 4o.000 millones de euros. Casi nadie en el mundo se puede permitir algo así de manera individual. Musk y su fortuna de 250.000 millones de euros, la mayor del mundo según la lista ‘Forbes’, son una excepción.

«Es la oferta más alta y la última que hago»

«Es la oferta más alta y la última que voy a hacer», escribe Musk en la carta. «Si no se acepta, reconsideraré mi posición como accionista», añadió en tono agresivo, en especial, porque ya es su mayor accionista de Twitter.

El cortejo de Musk a Twitter se ha convertido en una montaña rusa en los últimos meses y semanas. En marzo, amenazó en un mensaje en su cuenta en creara una plataforma alternativa, en medio de ataques a la red social. El baile de verdad comenzó el pasado lunes, cuando la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. (SEC, en sus siglas en inglés) divulgó que el multimillonario le había pegado un bocado formidable a su red social favorita y se quedaba con el 9,2%. Al día siguiente, el consejero delegado de Twitter, Parag Agrawal, daba la sorpresa y anunciaba que Musk entraría en el consejo de administración de Twitter.

Pocos después, el multimillonario dio otro giro inesperado de guión y rechazó la entrada en el consejo de administración. Con la perspectiva de la oferta conocida ayer, ese movimiento cobra todo el sentido: hubiera limitado a Musk la posibilidad de acumular acciones -el máximo permitido para consejeros es del 14,9%- y se hubiera visto condicionado por las obligaciones fiduciarias de participar en el órgano rector de la compañía (adiós a sus chistes y provocaciones en Twitter).

«Habrá distracciones», advirtió Agrawal cuando se conoció la decisión de Musk de no entrar en la compañía. «Bajemos el nivel de ruido y centrémonos en nuestro trabajo», dijo a la plantilla de Twitter. Esas distracciones no tardaron en llegar. El mismo día en que Musk renunció al consejo -el pasado sábado-, inundó su cuenta de mensajes agresivos, polémicos y jocosos sobre Twitter. Recomendó que la sede de la compañía se convirtiera en un albergue para personas sin hogar, por la persistente política de trabajo remoto de los empleados. Cuestionó si Twitter «está muriendo», ya que las cuentas con más seguidores apenas comparten mensajes. Criticó la estrategia de publicidad y de autenticación de usuarios de la compañía.

Sin confianza en el equipo gestor

La renuncia al consejo, sin embargo, era solo el anticipo del órdago de ayer. «No tengo confianza en el equipo gestor», aseguró Musk en la información compartida con los reguladores sobre la oferta de compra. «Invertí en Twitter porque creo en su potencial par ser la plataforma para la libertad de expresión en todo el planeta, y creo que la libertad de expresión es un imperativo social para una democracia que funcione», dijo en su carta a Taylor. En ella aseguró que, tras su desembarco en la compañía, se había dado cuenta de que, «en su estado actual», «ni progresará ni servirá» a ese propósito. «Twitter necesita transformarse en una compañía privada».

Queda por ver en qué queda el asalto de Musk a Twitter. La compañía respondió en un comunicado que había recibido una propuesta «no solicitada y no vinculante» que su consejo de administración decidirá «qué acciones van en beneficio de la compañía y de los accionistas de Twitter». Ayer se reunió el consejo para tratar la oferta, aunque no se esperaba una determinación definitiva.

El mercado, por su parte, reaccionó con dudas a la embestida de Musk. En la negociación previa a la apertura, la acción llegó a registrar subidas de hasta al 18%, pero durante el día se desinfló y dio bandazos, igual que el idilio entre el multimillonario y la red social. A media jornada, se había desplomado por debajo de su valor inicial y enfilaba el final del día con una subida de cerca del 2%.

El ‘abrazo del oso’ de Musk, como se conoce en EE.UU. a estas ofertas hostiles de compra, quizá fue un poco tacaño. Es cierto que el precio que Musk ofrece por acción está muy por encima de su valoración, pero también es mucho más bajo que la que tenía Twitter hace ahora un año.

Maneja un circo de varias pistas

Las dudas también pueden tener que ver con su gestión. Musk maneja un circo de varias pistas y eso preocupa a los accionistas de sus otras compañías -la acción de Tesla sufrió ayer-: Twitter, por la que Musk es obvio que tiene pasión, podría ser una distracción. Otros temen una gestión personalista y que el bufoneo con el que se maneja en la red social -ama los memes, comparte chistes, ‘trolea’ a otros usuarios, organiza encuestas sobre qué hacer con su dinero- se traslade a la gestión. Hay quien ve que el precio elegido para la oferta, 54,20 dólares, es una chanza: 420 es el número que en EE.UU. se asocia con el consumo de marihuana y es el que eligió en 2018 para barajar, también en Twitter, que convertiría a Tesla en una compañía no cotizada (dijo que ofrecería 420 dólares por acción y que tenía la «financiación asegurada»; le impusieron cargos por fraude).

Lo que es innegable es que Musk es un visionario que ha transformado sectores enteros y creado otros nuevos, con millones de dólares de beneficio para quienes han creído en él. Su apuesta por las redes sociales llega en un momento crítico. Facebook, el rey del negocio, está en un momento de debilidad, entre ataques regulatorios, críticas a sus políticas excesivas de moderación de contenido y el empuje de nuevas redes sociales.

Tik Tok le ha arrebatado buena parte del público más joven y el aluvión de redes sociales que prometen mayor libertad de expresión -desde Parler o Gab hasta la incursión reciente, y por ahora sin éxito, de Donald Trump con Truth Social- le amenaza en el flanco de los usuario adultos.

Con Mark Zuckerberg, el cofundador y líder de Facebook, centrado en el futuro negocio del ‘metatarso’, un Twitter liderado por Musk podría arrebatarle buena parte del pastel la atención pública, la materia de la que viven los nuevos gigantes tecnológicos. Queda mucho para eso y, con probabilidad, más curvas e incertidumbre por delante. Con Musk, la frontera entre la ejecución genial y la ocurrencia es, sobre todo para el resto de mortales, difusa.

Source: Noticias

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