"¡No pierda un buen trabajador para ganar un mal líder!"
El concepto de liderazgo ha evolucionado mucho en los últimos años. Del ordeno y mando se ha pasado a un perfil menos autoritario, más colaborativo y con mayor capacidad de adaptación a los cambios. Detectar a un empleado con madera de líder sin equivocarse no es tarea fácil y dar un paso en falso puede tener graves e irreparables consecuencias. En ocasiones elegir a un mal líder es la principal causa por la que la gente abandona la empresa.
Entre las cualidades que debe reunir un buen capitán se encuentran la madurez personal, explica Gonzalo Martínez de Miguel, director de Infova. Se trata de buscar a una persona que acepte su responsabilidad sin poner excusas ni echar balones fuera. Alguien con capacidad para tomar decisiones sin dejarse llevar por los nervios y que sepa aceptar los inconvenientes sin perder el entusiasmo, ni buscar culpables en los fracasos. Después, hay que observar la capacidad de influencia del trabajador en sus compañeros, puesto que hay empleados que son más escuchados que otros, personas cuyas opiniones son más valoradas por sus compañeros con independencia del puesto que ocupen.
El inconformismo con resultados por debajo de lo que el equipo puede hacer, la serenidad, la energía, la honestidad o la inteligencia relacional para establecer vínculos con personas relevantes son otras de las cualidades de los aspirantes a líderes, añade Martínez de Miguel.
En sus 19 años como formador de directivos, este experto ha visto cómo muchas personas piensan que el requisito principal para ganar mayor responsabilidad es un excelente rendimiento de trabajo y sin embargo eso no implica necesariamente capacidad de liderazgo. «Hay personas que son magníficos jugadores de equipo pero no son buenos líderes, por ello no tiene sentido perder un gran trabajador para ganar un mal líder». Pero si hay una característica común en todos ellos es la credibilidad, sostiene Nekane Rodríguez, directora de Lee Hecht Harrison. «Quien tiene madera de líder sabe manejar el cotarro, mueve los comentarios y consigue de los demás resultados. Es también una persona generosa capaz de hacer crecer al equipo. No tiene por qué resultar majo a todo el mundo, sino que sea capaz de comprometer al equipo», añade Rodríguez.
Las empresas utilizan dos vías para detectar a los líderes, la informal y la formal. En la primera las compañías pueden percibir el potencial de un líder, capacidades que aún no están desarrolladas y, por tanto se establecen programas como asignar un mentor a la persona elegida para que le acompañe en este proceso de ascenso. «La promoción no es el final de nada, sino el principio. Darle las herramientas y el apoyo que necesita para poder hacer su trabajo es fundamental. Es responsabilidad del jefe acompañar al aspirante a líder hasta que se asiente en su nueva responsabilidad, darle “feedback” con frecuencia y acelerar el proceso de adaptación al nuevo puesto», explica el director de Infova.
Source: The PPP Economy