"Michelle Ferrero dejó como legado cientos de productos para desarrollar"
Se emociona al hablar de Michele Ferrero, el gran impulsor de esta multinacional de la que su padre y su tío pusieron las primeras piedras. «Era –explica Francesco Paolo Fulci– un hombre de una inteligencia extraordinaria y de una bondad infinita que cautivaba a la gente enseguida. Sabía elegir a sus colaboradores; tenía un paladar único y una capacidad increíble para detectar los gustos de los consumidores. Él probaba todos los productos que se diseñaban y desarrollaban en Ferrero. Hoy, la compañía, tras la adquisición de la británica Thorntons, es el tercer grupo mundial. En 70 años, desde que se montara la primera fábrica, nunca ha habido una huelga ni ha despedido a nadie. ¡Estos hechos muestran a las claras quién era!».
– ¿Cree que la filosofía del Grupo, tras su muerte hace ya casi un año, sigue siendo la misma?
– Es un futuro de crecimiento y de gran sensibilidad social. La responsabilidad social está en el ADN del Grupo Ferrero. Es más, antes de que se inventase, y se popularizara y se difundiera, el término «Responsabilidad Social Corporativa» (RSC), el señor Ferrero ya la practicaba.
– ¿Qué porcentaje sobre ventas o beneficios dedica el Grupo a proyectos de RSC?
– Es muy difícil cuantificarlo…. Hemos creado tres empresas sociales: una en Camerún, otra en Suráfrica y una tercera en India. Aportamos trabajo y enseñamos a la gente una nueva profesión. La labor social que se hace se fundamenta sobre la productividad de esas factorías y, a pesar de que nosotros no obtenemos beneficios, seguimos invirtiendo en estos proyectos. Todo lo que se gana se reinvierte, sobre todo en educación y hospitales…
– ¿Qué fortalezas le confiere a la compañía su carácter familiar?
– Sin duda, esta extraordinaria sensibilidad social. Cuando iba a Alba y paseaba por la calle con Michele Ferrero, la gente le abrazaba y le llamaba cariñosamente «Michelino». La segunda es que, al no ser cotizada en bolsa, no tiene en el cogote la presión de los accionistas demandando «¡dividendos, dividendos!» y, por tanto, tiene más disponibilidad para invertir en innovación, nuevos proyectos y estrategias RSC.
– ¿Qué planes de crecimiento tienen en el contexto mundial a corto y medio plazo?
– Acabamos de inaugurar recientemente una fábrica en China, en la que se han invertido 300 millones de dólares y da empleo a 500 trabajadores. Ferrero tiene el 24% del mercado del chocolate chino, mientras que en Europa, el 18%. El potencial es enorme, ya que allí llevamos poco tiempo.
– ¿Cuál es el secreto de la espectacular expansión internacional del grupo en menos de 50 años?
– Siempre es el mismo: un producto de altísima calidad, fresquísimo en todo momento. Hoy Ferrero tiene 4.000 hectáreas de avellana en Chile. Ofreció a los agricultores la posibilidad de plantar avellana, les dio las herramientas necesarias y les garantizó comprarla al precio que marcara el mercado. Eso ha hecho que, con el paso del tiempo, las 4.000 se hayan convertido en 10.000 y que Ferrero sea el único capaz de ofrecer avellana fresca todo el año porque estamos en dos hemisferios distintos. Además, cuando llega el calor retiramos el chocolate del mercado.
– Una de las áreas de la empresa más importante es Sevormatec. ¿Habrá más líneas de producto en breve?
– Recientemente, hemos lanzado Nutella Bready, que está alcanzando un gran éxito. Michele Ferrero nos ha dejado como legado centenares de productos en el cajón. Están listos para ir desarrollándolos paulatinamente. Otra cosa extraordinaria es que siempre se ha preocupado por su sucesión. En 1996 nombró a sus dos hijos consejeros delegados. Desde que Pietro murió en Suráfrica, Giovanni ha estado en todo momento muy cerca de su padre aprendiendo y asimilando su experiencia.
– ¿Está siguiendo el ejemplo de su padre?
– Giovanni no ha mantenido la filosofía de su padre de no comprar empresas para impulsar la expansión. Ha comenzado a adquirir sociedades. Siendo más joven, quiere crecer más rápido. Naturalmente, tienen la ambición de superar al padre.
– Despues de abrir la fábrica de China, ¿en qué mercados tienen puesto el ojo?
– En los del Medio Oriente y Asia. Cuando nosotros entramos en un nuevo mercado, las ventas de nuestros productos se disparan fulgurantemente.
– ¿Qué opina de la tendencia a fomentar los llamados «productos saludables» ¿Se han planteado cambiar formulaciones como han hecho otras multinacionales?
– La demonización del azúcar es una gran impostura promovida por los productores de edulcorantes, los vendedores de productos dietéticos o «lights» y las marcas de la distribución. Además, los médicos presentan la obesidad como una epidemia. Incluso llegan a comparar el azúcar con el tabaco. Se recomienda consumir 130 gramos al día para que el cerebro funcione correctamente. La mejor dieta es comer variado y practicar ejercicio físico. Nosotros vendemos nuestros productos en pequeñas porciones.
EL PERFIL
Nacido en Messina en 1931, Francesco Paolo Fulci, «el ambasciatore», como se le llama con cariño en la empresa, es el vicepresidente del Grupo Ferrero y presidente de la filial italiana. Fue hombre de la máxima confianza de Michele Ferrero, dedica una buena parte de su tiempo a la Responsabilidad Social Corporativa de la compañía. Ha sido embajador de Italia en Canadá, la OTAN y Naciones Unidas, además de desempeñar otros cargos diplomáticos de primer nivel.
Un gigante del chocolate
Alba, un pequeño municipio del Piamonte italiano que hoy tiene una población de 30.000 habitantes, era conocido, hasta mediados del siglo pasado, únicamente por su trufa blanca. A partir de 1955 se desarrolló fuertemente una empresa cien por cien familiar que en la actualidad inunda con sus productos prácticamente todo el mundo. La semilla la pusieron los hermanos Giovanni y Pietro Ferrero. El impulso se lo dio Michelle, el hijo de este último. Hoy en día es un gigante industrial, tercer productor mundial de chocolate elaborado que en el ejercicio 2014-2015 facturó en torno a 9.000 millones de euros y vendió más de 1.100.000 toneladas. El grupo está formado por 73 empresas, dispone de 21 fábricas –tres de ellas sociales– y de oficinas operativas en medio centenar de países, y emplea a más de 34.000 personas.
Source: The PPP Economy