Los anglicismos laborales no son cuestión de modas


Buscamos urgentemente un «chief happiness officer» para incorporarse a una empresa de prestigio. Necesitamos un «customer service», un «sales manager», un «accountant», un «personal shopper», un «partner», etc. Seguro que a muchos estos cargos le suenen a chino, pero hay que aceptar que el inglés está dejando de lado el idioma español en el entorno laboral.

Si no traducimos nuestro cargo a la lengua de Shakespeare, puede que no existamos para los reclutadores. Los anglicismos laborales están en todas partes, da igual que trabajemos en una consultoría, en un despacho de abogados, en un periódico, en una empresa de marketing, etc. Nuestros compañeros ya no nos dicen hagamos un descanso, sino un «break», no hablamos de establecer relaciones profesionales, sino de hacer «networking», y hemos sustituido el término videoconferencia por «videocall». Nuestra rutina ha cambiado y tenemos que estar preparados para escuchar a algún jefe soltar una frase del estilo: «¡Estamos en el “top of mind”, necesitamos un “approachment”!».

Ya no se habla de noticias falsas, sino de «fake news» y en los departamentos de Recursos Humanos no se ofrece la posibilidad de hacer teletrabajo, sino «smartworking», como tampoco se valora al empleado por su capacidad de aprender, sino por su «learnability». ¿Acaso suena mejor decir que trabajamos en marketing “online” que en mercadotecnia? ¿Por qué este uso generalizado de cargos y empleos en inglés? ¿Qué hay de malo en los equivalentes españoles? Alberto Muñoz, «associate director» de la División de IT&Digital en Robert Walters, explica que «el currículum intenta mostrar de una forma relativamente fidedigna nuestra trayectoria profesional. Si el cargo que tuvimos en la empresa X se denomina por ejemplo “account manager” dentro de la propia empresa X, no solemos aventurarnos a traducirlo. El CV termina siendo un mero reflejo de lo que las empresas (en muchos casos, multinacionales) utilizan para bautizar sus cargos. El porqué de la no localización de los cargos (y muchos otros términos) que usan las empresas a sus posibles traducciones / adaptaciones al idioma local responde a cuestiones de eficiencia lingüística, equiparación y racionalización del vocabulario: es más rápido, más fácil y más barato no traducir».

¿Es una moda pasajera o ha llegado para quedarse? Este experto asegura que probablemente estemos hablando de una tendencia que está aquí para quedarse. «El mundo empresarial (a diferencia del institucional) ha optado por el pragmatismo que aporta el uso de un único idioma en sus comunicaciones. Por diferentes motivos, éste ha terminado siendo el inglés, también en empresas japonesas, francesas o alemanas y, nos guste o no, son muchas las ventajas que esto ofrece. Desgraciadamente, a la mayoría de no nativos del inglés, nos deja en una situación de desventaja, pero el poder económico presente y futuro, al menos a corto plazo, no parece que vaya a cambiar». Aceptémoslos, no declaremos la guerra al inglés, porque guste o no, «es la lengua de los negocios y como tal se ha convertido en la lengua franca de la era de la globalización. No creo que sea un fenómeno que afecte exclusivamente al castellano, sino que más bien es el inglés el que adquiere ese protagonismo frente a otros idiomas en empresas de todos los países», señala Carlos Recarte, socio director de Recarte & Fontenla, Executive Search.

Cuestión de estilo

«A partir de ahí, con el abuso de los anglicismos en un currículum o en la comunicación en general estaríamos entrando en el terreno de las modas expresivas y las jergas profesionales. Las expresiones de moda se recomienda evitarlas pero no deja de ser una cuestión de estilo. En cuanto a la jerga, tampoco conviene abusar de ella pero en contextos determinados y en su justa medida no sólo es aceptable sino que puede ser la forma más clara de comunicación entre profesionales. No obstante, como cualquier otro tipo de comunicación escrita, lo fundamental es que el lenguaje resulte transparente, por lo que si a un reclutador le llaman la atención los anglicismos que está leyendo, probablemente sean excesivos», apunta Recarte.

Es natural que cada vez adoptemos más palabras inglesas, internet es un medio en el que predomina esa lengua. «Sin embargo en la gran mayoría de los casos existe un equivalente en español para términos que utilizamos en inglés y el criterio de un lenguaje correcto debería ser cuidar ese idioma. Pero con la velocidad de los cambios tecnológicos y de otro tipo, por ser demasiado puristas también podemos caer en adaptaciones apresuradas o demasiado forzadas en español que tampoco ayudan a la comprensión porque no llegan a generalizarse. Es conveniente cuidar el idioma, pero en un contexto profesional tampoco es necesario obsesionarse demasiado por evitar anglicismos, siempre que tengan sentido y estén suficientemente extendidos», apunta este cazatalentos.

Así pues no nos resignemos, actualicemos nuestro vocabulario, y no nos sorprendamos si escuchamos que al becario se le llama también «the last monkey in the office». «Ciertos perfiles en redes profesionales e, incluso, en los currículum han optado por dotarse de un toque diferencial, en muchos casos recurriendo al humor, para que su perfil pueda destacar sobre el resto. De todos modos, es obvio que se nos está yendo de las manos. Precisamente por eso necesitamos recurrir al humor para que el siguiente “chief whatever officer” nos arranque una sonrisa primero e intente describir su cargo después», concluye Alberto Muñoz.

Source: The PPP Economy

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