Las startups se lanzan a dejar su huella en la sociedad


Iniciar una startup es una cruzada y si a eso se suma la variable de emprendimiento social era, hasta hace poco, como predicar en el desierto. Pero a medida que se alza con mayor fuerza la idea del consumidor concienciado con los ODS, lo que antes era una peculiaridad hoy es una tendencia pujante en el tejido económico. Con capacidad de resiliencia e impulsado por emprendedores que ya no quieren solo un proyecto rentable, sino que en el ADN de su empresa se busca el impacto social que marque diferencias. Como dice el gurú del marketing, Andy Stalman, ya no se buscan clientes, sino creyentes que comulguen con los valores que representa una empresa.

Para Félix López, director de SEK Lab EdTech

, aceleradora de startups en la

Universidad Camilo José Cela

, el emprendimiento social en España está en auge, Y ahora están creciendo especialmente las que buscan reducir el efecto sobre el medio ambiente y que tienen que ver con la movilidad, la energía y los productos ecológicos. A continuación se posicionan las del sector salud. Según López estas startups lo tienen más fácil para sobrevivir a largo plazo porque se basan en modelos de negocio que ya funcionan. Y proliferan los inversores de impacto, que buscan dejar huella con su apuesta empresarial. «Ya hay tres fondos de impacto social de más de 40 millones de euros, al tiempo que han sabido capear mejor la crisis de la pandemia que otras».

López indica que hay pocas empresas del Ibex35 que no tengan un programa de aceleración con proyectos de emprendimiento social. A su vez, aprenden de las startups a innovar más rápido y las acercan a la realidad del mercado. Precisamente un fondo de ayuda a las startups sociales es

la Bolsa Social. Antón Jáuregui, responsable de Marketing y Comunicación, puntualiza que el emprendimiento social en España está por debajo de la media europea, pero «lo que antes se veía como un sector asociado a donaciones o filantropía, ahora está en fase madura. Y en las empresas vemos mucho interés en tratar de implementar su filosofía en la cultura empresarial».

Para Jáuregui, «en el futuro asistiremos a un aumento del uso de la palabra `impacto´. Distinguiendo entre las empresas honestas y las que lo hacen por marketing, el conocido ‘greenwashing’ , que está evolucionando al llamado ‘impact washing’. Debemos ser exigentes con esto o el sector perderá credibilidad». En ese sentido cabe destacar

H2C, una compañía que impulsa a empresas para ser más éticas y saludables. Indolfo Lozano, su co-fundador, señala que el usuario quiere consumir un servicio alineado con sus valores. Por eso, se busca cada vez más la participación del usuario en la solución del problema. «Esa sensación de que tu trabajo tiene un impacto directo en la sociedad se convierte en adictiva», señala. Startups con este objetivo en mente son capaces de fidelizar a sus clientes y retener el talento creando grandes equipos de trabajo y una consolidación de su marca. Y es que la idea común es que caminando solo se llega rápido, pero caminando juntos se llega más lejos.

Un Amazon solidario para los campamentos de refugiados

Hammada Saleh, CEO de Butigon, en el campo de refugiados de Tinduf


Butogon

La startup

Butigon

nació a finales de 2017 de la mano de Hammada Saleh y Louali Salem, dos saharauis que se inscribieron en un máster de innovación en Valencia y allí surgió la idea. Su particularidad reside en que los compradores y los beneficiarios son distintos. La idea en palabras de Saleh es aliarse con los proveedores y pequeños comerciantes que hay en los campamentos saharauis de Tinduf, en Argelia y subir sus productos a la página web de Butigon y que los clientes los compren para gente que reside en esos asentamientos. Hoy tiene una base de diez mil clientes.

La startup funciona como cualquier tienda online, donde se pueden adquirir alimentos. El cliente entra en la página, selecciona los productos e introduce la información de una persona del campamento que quiere que reciba el lo adquirido. Una vez completado el pedido, le llega al proveedor que junto con el transportista lo llevan a la persona indicada. Cuando se hace la entrega, si el cliente lo pide y el beneficiario de la compra está de acuerdo, se hace una foto de la entrega y se envía para corroborar la recepción del producto. El proyecto en España es único en su especie, y el reto fue negociar con los proveedores y hacerles entender cómo funciona la parte digital, realizando una formación previa. «Además el sistema bancario aquí no funciona muy bien y tenemos que hacer un esfuerzo extra» dice Saleh.

Los inicios fueron estresantes, y las principales dificultades en los campamentos es la disponibilidad de productos, especialmente desde el comienzo de la pandemia ha habido problemas con productos básicos como el aceite, la harina o el pan. «El transporte es complejo y las carreteras no están asfaltadas, y en ocasiones es complicado localizar al destinatario. A ello se suma una guerra que nos obligó a cerrar en 2020 y tuvimos que hacer un gran esfuerzo para poder recuperar la actividad» explica el CEO.

Los usuarios de Butigon son sobre todo españoles, familias que han acogido a niños saharauis en verano y los propios saharauis que residen en España y que hacen compras a sus familias, que están en los campamentos. Asimismo hay asociaciones que también compran alimentos para los refugiados. A su vez, Butigon fomenta la creación de empleo, porque aumentan la actividad de los comercios, a la vez que les abren una ventana al mundo. Sirve de puente para que se conozcan el que demanda y oferta, algo que no suele ocurrir, pero es inherente a su misión.

La misión de ahuyentar al fantasma de la soledad

Por el momento la iniciativa ha adoptado 3500 abuelos y ha movilizado a 5.000 voluntarios


Adoptaunabuelo

Adopta un abuelo

surgió como una idea de Alberto Cabanes, un joven que al visitar a su abuelo en la residencia solía encontrarse con Bernardo, un viudo sin hijos al que Cabanes decidió ‘adoptar’. Su misión es conseguir una conexión entre mayores que están en una situación de soledad no deseada y voluntarios que se dedican a acompañarlos. Cabanes aclara que cada vínculo que se forma es único , y eso es lo que hace que a la larga se convierta en una relación de abuelo y nieto. La financiación fue el principal hándicap al iniciar el proyecto. En cambio los voluntarios siempre eran mayores a las plazas disponibles.

La empresa social tiene el doble reto, que otros tipos de empresas no se plantean, porque deben conseguir tener impacto social y hacer que su idea sea sostenible a largo plazo. Durante la pandemia debido a las restricciones se les ocurrió crear con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid una línea telefónica para los mayores llamada ‘Minutos en compañía´, que consiguió más de medio millón de minutos de conversación. Las voluntarias en su mayoría son chicas de entre 25 a 35 años. Y los ancianos son mujeres octogenarias o nonagenarias.

Para el CEO de la startup aún falta una legislación que diga que las empresas sociales existen. «Actualmente o eres S.L o una ONG, falta la figura de la empresa social». Otra vertical se desarrolló después de conocer a Federico, un abuelo que tiene mucho que contar y que dió lugar a las charlas inspiracionales de abuelos ‘influencers’. Otra iniciativa nacida por el Covid y dado que no se podían visitar las residencias fue la campaña de cartas a los abuelos para felicitarles la Navidad. Esta semana se lanza la segunda edición, y en la primera se recibieron más de 150.000 cartas. Los abuelos llegan a formar parte de las actividades de Adopta un abuelo al inscribirse a través de la página web o a través de asuntos sociales. Otras veces es un familiar el que inicia el contacto con un voluntario. Por el momento se han adoptado 3500 abuelos y tienen 5.000 voluntarios, y se han sumado más de 44.000 horas de compañía.

En España, 360.000 mayores viven en residencias y el 60% no recibe visitas. Según Adopta un abuelo, dos millones de mayores viven solos. Para acabar con esto, los que se inscriban pueden participar gratuitamente en su programas de la startup y actividades puntuales. Al mismo tiempo reciben atención personalizada de un equipo de profesionales que los ayudarán en cualquier momento. Y la nueva app sacada permite acceder a los perfiles de cada abuelo, así como gestionar visitas. Cabanes confiesa que será feliz el día que sea mayor y alguien lo adopte, porque eso será muestra de que su objetivo se ha cumplido.

Una luz de esperanza donde más se necesita

Light Humanity está presente en la Amazonía


Vídeo: Light Humanity

Eugenio García-Calderón, que fundó

Light Humanity

hace tres años, aclara que la startup nació por dos razones. La primera, aprovechar el potencial que tenemos en energía solar para reducir la desigualdad que hay en el mundo. Y también para solventar el problema de la pobreza energética dando opciones a las comunidades que dependen de combustibles fósiles. García-Calderón confiesa que al inicio fueron probando diferentes tecnologías, metodologías y formas de financiación para llegar a atender a estas comunidades locales de forma efectiva. Pero aclara que la crisis energética y el desabastecimiento empujan a la gente a generar su propia energía y la cultura de la sostenibilidad está emergiendo, de tal modo que ya no solo se toman decisiones en base a la economía, sino también por el medio ambiente. «Hay una transición no solo de cómo generamos energía, también de quien la genera», afirma.

«Ofrecemos un abanico de energía solar con almacenamiento muy amplio, desde una pequeña lámpara que se carga con la energía del sol que la acumula en una batería, pasando por unos cargadores de móviles, a sistemas más grandes capaces de abastecer una vivienda y hacerla 100% autosuficiente», aclara Calderón. Su sistema también funciona conectado a la red eléctrica pública, bajando la potencia contratada y el consumo gracias a la energía solar y las baterías que maximizan el ahorro. Los beneficios de Light Humanity van destinados a apoyar a las comunidades desfavorecidas. Han trabajado con pueblos del Amazonas brasileño que usan queroseno para iluminar sus hogares. «Gracias a los ingresos que obtenemos en Europa logramos dar apoyo a los emprendedores locales de estas zonas sin acceso a la electricidad para que ellos mismos sean capaces de llevar esa energía solar y darle una alternativa a sus familias», apunta.

Fruto de un proyecto en la Cañada Real desarrollaron préstamos solares colectivos, ya que muchas familias no tenían acceso a la red eléctrica. «Pero necesitábamos capacidad financiera para el proyecto», recuerda García-Calderón. Y en lugar de pedir un préstamo a un banco, la startup acudió a la ciudadanía y le ofreció un 4% de rentabilidad si depositaban ahorros en la empresa.

Todo ello hizo que La Cañada Real se convirtiera en uno de los primeros pueblos sostenibles, afirma el CEO, quien asegura que el principio fundamental es cubrir las necesidades reales.

Y a su juicio, la energía solar es la forma más democrática de lograrlo,

«así tenemos a personas ayudando a personas e impulsando la palanca financiera».

Source: Noticias

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