Las nuevas tarjetas de crédito diferido similares a las 'revolving' que ocultan costes disparados


Algunas entidades empiezan a comercializar una nueva modalidad de tarjetas de crédito diferido con unos costes más elevados de lo habitual y como alternativa a las de débito convencional. La asociación de usuarios financieros Asufin denunció este viernes que la comercialización de medios de pago que funcionan como un híbrido entre los plásticos de débito y los de crédito (y con características similares a las ‘revolving’) conlleva a la confusión y a que los usuarios incurran a veces «en la contratación de crédito innecesario y costoso», ya que la TAE puede alcanzar cifras cercanas al 20%.

En concreto, Asufin critica que algunos bancos están sustituyendo las tarjetas de débito sin comisiones por otras tarjetas de modalidad diferida y que permiten los cobros fraccionados y aplazados más allá del mes habitual en las tarjetas de crédito convencionales. Se trata de un tipo de producto que imita el sistema de «compra ahora, paga después» y que puede conllevar al sobreendeudamiento del consumidor por aplazamientos reiterados ya que los recargos son muy altos y se suman al importe debido por la adquisición de un bien o servicio.

La crítica de las asociación de usuarios financieros se origina por la tendencia a comercializar tarjetas por parte de algunas entidades con tipos de interés elevados y cercanos a los del crédito ‘revolving’. Estos productos no se encuadran en la categoría de débito, donde el gasto incurrido se carga automáticamente y al instante en la cuenta del usuario. Tampoco se pueden clasificar en la modalidad de crédito convencional, donde los desembolsos se liquidan a final de mes sin intereses añadidos en la mayoría de casos. Las tarjetas de crédito diferido cuentan con una TAE que ronda el 20% y que permiten la liquidación en plazos cortos o más allá del mes si se desembolsan intereses.

Un portavoz de la asociación de usuarios financieros explica que la principal diferencia con una tarjeta de crédito convencional radica en que en éstas el cargo se liquida a final de mes y sin intereses añadidos. Pero, con estos nuevos medios de pago los intereses se cobran en el momento en que se decide aplazar el pago de una determinada compra, más allá de las 48 horas en las que se difiere el pago. Es decir, una compra de 1.000 euros, por ejemplo, se cargará en cuenta pasadas 48 horas, sin cargo adicional. «Pero si se decide aplazar el pago a más de tres meses, ya te cobran intereses, con independencia de la cuantía: 300 euros, 500 ó 1.000 euros, sin importar la cantidad», explica el mismo portavoz.

El mecanismo es el siguiente: si la compra se realiza hoy, el cargo se anotará en la cuenta una vez pasadas las 48 horas desde el momento del pago con la tarjeta. Pero, si el usuario decide activar la opción de pagar a plazos, entonces es cuando se añaden intereses, que en algunos casos pueden llegar a ser desproporcionados y cercanos a los que se aplican con una ‘revolving’.

Regulación
Asufin ha hecho llegar a la organización de consumidores europea BEUC y a Finance Watch un documento con propuestas dirigidas a la Comisión Europea para regular estas tarjetas en la futura Directiva de Crédito al Consumo. «Argumentamos que el auge de estos nuevos productos está en que los bancos no ganan con la gestión de cobros y pagos, sino con el decalaje del pago, puesto que al vendedor sí le pagan de inmediato mientras que al usuario le cargan el importe de la compra en su cuenta pasadas 48 horas, lo que no deja de ser una financiación al vendedor».

Además, en algunos casos se utilizan como medio de pago sustituto de la tarjeta de débito convencional con un cose anual superior. «Pedimos que la nueva Directiva europea de Crédito al Consumo obligue de manera expresa a ofrecer una tarjeta de débito convencional, que compita en igual de condiciones con este tipo de tarjetas y que el coste de mantenimiento no represente un factor disuasorio».

Además, desde Asufin recuerdan que la tarjeta de débito, como un instrumento de control del gasto, es una medida para prevenir el sobreendeudamiento al cargar las compras sobre saldos. Mientras las tarjetas de débito diferido permiten comprar por encima del saldo, por la posibilidad de fraccionamiento de las operaciones en el momento de la compra y después.
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