La startup que brotó del laboratorio para atajar la ‘plaga’ de los microplásticos


Los mecanismos para convertir los proyectos de laboratorio en productos en el mercado no siempre están bien engrasados en España. La escasa transferencia a la sociedad de los resultados de la investigación es precisamente una de las asignaturas que se nos atragantan, aunque por suerte también existen ejemplos que demuestran que el conocimiento alumbrado en la universidad puede trasladarse al tejido empresarial y resolver problemas reales. Es el caso de Captoplastic, una startup que tiene como objetivo proteger las aguas de los microplásticos, es decir, aquellos con un tamaño inferior a 5 milímetros. Considerados como un contaminante emergente que pone en riesgo la salud humana y el ecosistema, los expertos calculan que actualmente circulan por mares y océanos unas 230.000 toneladas de estas partículas.

El germen de la empresa surgió en 2018 de la mano del catedrático José Antonio Casas y las profesoras Zahara Martínez y Macarena Muñoz, del departamento de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), que desarrollaron el concepto de una tecnología pionera en nuestro país, capaz de separar estas diminutas piezas, reteniéndolas prácticamente en su totalidad y evitando así su difusión en ambientes acuáticos como agua marina, aguas residuales, agua dulce, alimentos y agua potable, así como agua embotellada, agua corriente, aguas industriales, etc. Al año siguiente solicitaron la patente y consiguieron una primera inversión de 180.000 euros por parte del fondo BeAble Capital.

Superada la prueba de fuego de la financiación, en junio de 2020 se fundó la compañía, que tiene entre ceja y ceja acabar con la presencia de estas microesferas en mares y océanos. «A través de una técnica de aglomeración selectiva, atrapamos las partículas de microplásticos y las retiramos sin que sufran modificaciones que afecten a su estructura, lo que permite recuperarlas y revalorizarlas en fases posteriores», explica Raquel Parra, CEO de la firma, que está construyendo una planta demostración de la tecnología a una capacidad de un metro cúbico por hora. «Tenemos ya el diseño de los siguientes niveles de escalado», comenta.

La solución de Captoplastic es flexible, de manera que se ajusta a las necesidades de los clientes. «No hace falta que modifiquen su planta para que entre nuestra tecnología, sino que se adapta dentro de su sistema. El agua que generen pasa a través de nuestra tecnología como si fuera una caja negra y sale limpia de microplásticos», detalla Parra. Otro punto importante es que todos los consumibles utilizados en el proceso pueden ser reutilizados. «Es una de las invenciones que hemos desarrollado durante este año de trabajo y que vamos a patentar dentro de poco. Se trata de cerrar todo el sistema y hacer una tecnología que sea de residuo cero», añade.

Raquel Parra, CEO de la empresa, junto con la profesora Macarena Muñoz


José Ramón Ladra

En paralelo, la startup apuesta por una segunda línea de negocio: el desarrollo de un método estandarizado de cuantificación de microplásticos. «Es muchísimo más robusto y, a diferencia de otros métodos, no interviene el factor humano», detalla la CEO. De aquí a los próximos tres años, la startup aspira a captar 1,4 millones de euros de inversión, convencida de que su propuesta de valor será bien recibida. «Hay interés por parte de las empresas y, además, la regulación va a ayudar al crecimiento de este mercado. Europa ya se está moviendo para controlar el tema», asegura Parra.

El reto de escalar

Ese posible marco legal supondrá, en su opinión, una gran oportunidad para que el proyecto se expanda en los países del Viejo Continente. «Existen más de 18.000 plantas de tratamiento de aguas, cerca de 2.500 instalaciones de depuración de aguas en las fábricas, en la parte industrial, y unos 840 millones de lavadoras domésticas», recuerda. Además de explorar el mercado europeo, la compañía tiene intención de hacer llegar su tecnología a las empresas de otros continentes. «Nacemos con la idea de crecer en todo el mundo», dice la directora ejecutiva de la firma.

Sus potenciales clientes son industriales (tienen dentro de sus instalaciones plantas depuradoras que eviten la emisión o control sobre la emisión de los contaminantes al medio), empresas dedicadas al tratamiento de aguas y lavadoras. Captoplastic tiene ya cerrado un acuerdo con un cliente y está a la espera de que sea adjudicatario de una licencia pública para empezar a trabajar. «Estamos mano a mano con muchos de los actores principales y hemos tratado muestras reales que nos han dado, así que hemos aprovechado este año para estar muy cerca del mercado. Hemos comprobado que es una tecnología que se reclama», cuenta Parra.

Captoplastic ha ganado por su tecnología, entre más de 645 propuestas, el Premio eAwards Spain 2021 de la Fundación Everis, que dotará a la empresa con 20.000 euros, un programa de aceleración y el pase a la final internacional del galardón.

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