La sólida solución con la que se construye el cambio
Finales de los 70. Con la Constitución recién aprobada, la sociedad española culmina la década de su gran cambio, la que rompió los moldes y abrió las ventanas a un vendaval de modernidad. Unos años en los que también se cocinó una innovación llamada a revolucionar la tradicional industria de la construcción. El germen de las placas de yeso laminado se remonta a 1888, con las investigaciones de Augustine Sackett y Fred L. Kane en Estados Unidos. El material, ligero y resistente, se perfeccionó con los años hasta alcanzar un estándar que conquistó Norteamérica con rapidez y dio el salto a Europa, vía Inglaterra, en 1917. Pero aún habría que esperar muchos años para el desembarco en España.
El camino comenzó en febrero de 1978, cuando la empresa Epysa (el acrónimo de Española de Placa de Yeso), de la que el Grupo Uralita era el principal accionista, decidió lanzar una solución con este material para la construcción de interiores. Su nombre, Pladur, era otro acrónimo de una denominación completa: Placa de Uralita. En la primavera de 1979, el Registro de la Propiedad Industrial concedía la patente de la nueva marca y comenzaba su comercialización. La solución echó raíces con rapidez, y la prueba es que protagonizó uno de esos singulares casos en los que la marca se convierte en el nombre genérico de un producto. «Nacimos con la innovación en nuestros genes. La idea era industrializar el sector, cambiar la forma de construcción artesanal y milenaria que tenemos en España… Hemos avanzado mucho en estos cuarenta años, pero los métodos tradicionales aún siguen muy arraigados», explica Enrique Ramírez, director general de Pladur.
La primera fábrica de Pladur se puso de largo en 1981 en Zaragoza, pero la creciente demanda impulsó la creación de un gran centro de producción en Valdemoro (Madrid), inaugurado en 1990 y que se convirtió, tras sucesivas ampliaciones, en el mayor de Europa. «Habíamos empezado solos, pero una década después llegó la competencia. Decidimos apostar por la diferenciación, invertimos en la marca y en la mejora del producto, pero nos dimos cuenta de que la diferenciación en producto es corta, porque te copian rápidamente», asegura Ramírez. ¿La solución? Abrir las puertas a la digitalización. Dos décadas antes de que se convirtiera en un deber inaplazable, Pladur ya dio el gran salto digital con la creación en 2002 de una plataforma de venta online B2B (de empresa a empresa) para que sus clientes, los almacenes de material de distribución, realizaran sus pedidos en cualquier momento. «Hoy el 70% de nuestras ventas con nuestra red de distribución son online. Creo que supimos ser muy innovadores en servicios y procesos y eso nos dio una gran ventaja», subraya el director general dePladur.
De crisis en crisis
Pero entonces… llegó el lobo de la gran crisis de deuda, con su soplido huracanado. «El mercado nacional desapareció en 2008 y tuvimos que acelerar nuestra vocación internacional», explica Ramírez. Hoy la firma está presente en 40 países. Y ante el embate del Covid, la vacuna ha sido digital. En el segundo trimestre de 2020, la firma lanzó su tienda online, una plataforma que introduce al cliente final en la ecuación en la que ya estaban el fabricante y la cadena de distribución.
En los últimos años, la firma ha apostado por la sostenibilidad: crearon su propia planta de reciclado, llevan un par de años consumiendo solo energías verdes y van a comenzar la instalación de placas fotovoltaicas en las cubiertas de sus fábricas. También han reforzado sus vínculos con la formación de estudiantes de arquitectura y consolidado su papel de referente en tecnología BIM.
Pero la innovación, de marcado carácter colaborativo, sigue en el eje. «En la mejora de los productos nos apoyamos en clientes e instaladores para entender y responder a sus necesidades. Y a nivel industrial tenemos nuestros equipos de I+D, pero también recurrimos al ‘crowdsourcing’, trabajamos con universidades, centros de investigación… Hoy el talento es universal, y hay que captarlo. Estoy convencido de que sólo puedes ir muy rápido, pero no llegas lejos», sentencia Ramírez. Ideas globales para acabar de construir la revolución.
1978. Epysa, participada mayoritariamente por el Grupo Uralita, patenta la primera solución de placa de yeso en España. Con su éxito, su marca, Pladur, se convirtió en el nombre genérico del producto.
1990. La creciente demanda impulsa la creación de un gran centro productivo en Valdemoro. Con las sucesivas ampliaciones, se convertiría en el mayor de toda Europa.
2020. Pladur se convierte en pionero digital con una plataforma de venta online para servir a sus distribuidores. En 2020 lanzó su tienda online, para llegar también a los clientes finales.