La segunda vida de las joyas de lujo


A pesar de la idea preconcebida que a veces existe, la venta de una joya puede responder a innumerables razones que nada tienen que ver con la necesidad económica. Bien lo sabe Circa, empresa norteamericana dedicada a la compra a particulares de alta joyería, diamantes y relojes de lujo de segunda mano, fundada en el año 2000. Desde su desembarco en España en 2012, la firma ha sido testigo de excepción de la evolución de un sector que se mueve al ritmo de la propia sociedad. Si hace años los clientes se deshacían de sus piezas con un cierto pudor por el estigma que rodeaba a la decisión, hoy la mentalidad ha cambiado radicalmente y es una práctica que empieza a normalizarse en la vida cotidiana.

Marta Eizaguirre, directora en Madrid de Circa con tres décadas de experiencia en el sector, constata esa transformación. «Desde que empecé en esta sede hace casi diez años a ahora, ha cambiado muchísimo la forma de acercarse a nosotros», asegura. Así, mientras que antes «no querían que nadie supiera que estaban vendiendo porque parecía un síntoma de que se habían arruinado», hoy «somos mucho más libres». Las motivaciones para dar el paso incluyen una variada casuística. «Cada vez usamos menos joyería, pero sobre todo es una cuestión de cambio de gustos. La joyería es un complemento e igual que nos deshacemos de una prenda de ropa podemos hacerlo de una pieza que se ha dejado de llevar», cuenta.

Desde la irrupción de la pandemia, la compañía ha constatado un repunte en las transacciones debido a las herencias. «En todas las familias hay alguna pieza que está por encima de las demás en cuanto a precio y es más difícil decidir quién se queda con ella. En esa situación lo mejor es venderla y repartir el dinero», apunta Eizaguirre. La crisis económica derivada del coronavirus también ha provocado un incremento del número de personas que venden sus joyas por miedo a ser víctimas de un robo. «La gente dice que le ha pasado a su amiga, que ya no se lo pone y que prefiere venderlo», comenta. El perfil de cliente de Circa se sitúa entre los 30 y los 50 años, con un poder adquisitivo medio-alto.

Emprender un negocio

Una vez efectuada la venta, son muchos quienes utilizan el dinero para darse un capricho o realizar proyectos personales. «Lo aprovechan para montones de cosas: cambiar la decoración de la casa, emprender un negocio, cursar un máster, hacer un viaje con toda la familia…», explica Eizaguirre.

Aunque Circa dispone de oficinas en Madrid y Barcelona, su equipo se desplaza a diferentes ciudades para hacer eventos de valoración. «Vamos a Valencia y Bilbao por lo menos una vez al mes», indica. Después del confinamiento, además, la empresa habilitó en su página web un sistema de venta online con todas las garantías cuya acogida está siendo, según Eizaguirre, muy buena. «Recibimos entre diez y quince valoraciones diarias», detalla.

Los productos que más está comprando la firma, teniendo en cuenta todos sus canales, son los diamantes, «que se están vendiendo muchísimo», seguidos de las joyas de marca y de los relojes, que en el último ejercicio han subido un 30-40%. En esta categoría el gran obstáculo son las falsificaciones. «Últimamente todas las semanas tenemos alguna pieza falsa. Estamos estudiando muchísimo y haciendo trabajos importantes para poder detectarlas porque no es fácil», advierte la experta.

Las piezas que Circa compra en España se venden en Estados Unidos, con Nueva York como el principal destino. «Allí están los grandes compradores de todos los países», especifica. A diferencia de otros establecimientos, se comprometen a no destruir las adquisiciones, de forma que brindan una segunda vida a estos valiosos objetos en un momento en el que hay un interés creciente por lo ‘vintage’. «Estamos intentando escapar de la estandarización y volver a la magia de las piezas exclusivas. La gente cada vez tiene más cultura de joyas y va buscando esa pieza de los años veinte, esa talla especial en un diamante, que sea antiguo…», subraya Marta Eizaguirre, convencida de que la segunda mano es un mercado floreciente que, tanto en España como en el resto del mundo, ha llegado para quedarse.

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