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El ecosistema de startups en España ha pasado de ser un sector incipiente a convertirse en una industria en pleno crecimiento. Sólo en el primer trimestre del año, las startups españolas recibieron 1.541 millones en financiación, una cifra significativamente superior a los 1.105 millones levantados en 2020, según el Observatorio de Startups de la Fundación Innovación Bankinter. Esas cifras, que solo recogen el periodo enero-marzo, evidencian una notable tendencia alcista comparada con años anteriores, como 2013 o 2014, cuando las empresas en etapas iniciales recibieron 184,3 millones y 347 millones respectivamente, según estudio de «Wecapitalriesgo» publicado en 2015.

Parte de este éxito es responsabilidad de las universidades, que progresivamente han desarrollado diferentes estrategias para impulsar el emprendimiento. Entre otras iniciativas, se han creado programas de apoyo al emprendedor, incubadoras, aceleradoras,

espacios de coworking y eventos que ponen en contacto a startups e inversores. La universidad es una pieza clave dentro del ecosistema innovador, ya que para muchas personas supone su primera toma de contacto con el mundo del emprendimiento. «Las universidades juegan un papel muy importante en la etapa de formación y en la generación del talento que necesitan las startups para desarrollarse», dice Carlos Mateo, presidente de la Asociación Española de Startups. Mateo destaca los grandes esfuerzos que se están haciendo desde instituciones públicas y privadas por apoyar a los emprendedores, especialmente cuando apenas tienen experiencia laboral previa. «Cuando el emprendedor es novato, las universidades desempeñan un rol imprescindible al acompañarle durante las etapas iniciales», comenta.

Viveros de oportunidad

Una de las principales formas que tienen las universidades para ayudar al desarrollo de las nuevas compañías es la cesión de espacios para trabajar. «El 10% de los viveros en España depende de las universidades», dice Nacho Ormeño, CEO de Startupxplore, una plataforma de inversión en empresas con alto potencial de crecimiento. Ormeño los define como semilleros de empresas donde pueden desarrollar su proyecto, se reúnen con mentores o expanden su red de contactos al estar muchos emprendedores colaborando dentro de un mismo edificio. Además, las universidades cuentan con iniciativas que buscan el desarrollo de las startups y el espíritu emprendedor de sus estudiantes. Estos programas ofrecen consultoría y seminarios que estimulan la creación del proyecto empresarial. Es el caso, por ejemplo, de ‘actúaUPM, un programa de la Universidad Politécnica de Madrid que ha estado involucrado en la creación de unas 300 startups tecnológicas que han recibido un total de 120 millones de euros de inversión privada.

«Los participantes presentan una idea de negocio y, si resulta elegida, reciben varios beneficios como formación, asesoramiento, acceso a foros de inversores y a un espacio físico donde colaboran», explica Arístides Senra, director de Innovación y Emprendimiento de la UPM. ‘Actúaupm’ fue lanzado en 2004 y ya va por su decimoctava edición. Una de las 300 startups que han surgido de ese programa es Agnitio, una compañía especializada en biometría de Voz que fue adquirida en 2016 por Nuance, una empresa estadounidense de software que cotiza en el mercado de valores NASDAQ. Recientemente, Microsoft ha hecho una oferta para comprar Nuance por 19.700 millones de dólares, por lo que Agnitio terminaría formando parte del gigante tecnológico de Bill Gates. «Cada año recibimos 400 ideas. Generalmente las presentan estudiantes, ex alumnos, profesores e investigadores de la Politécnica de Madrid», comenta Serna. Este caso no es una excepción. Son muchos los centros privados que tienen programas para impulsar la innovación y el emprendimiento. «Nosotros ahora mismo estamos poniendo en marcha el programa ‘Módulo IE’. Es una especie de experiencia transversal para que los estudiantes de todos los grados trabajen en un reto de negocio basado en las necesidades de la sociedad», dice Daniel Soriano, director del centro de emprendimiento e innovación de IE University. Se intenta generar una mentalidad emprendedora en los estudiantes sin importar si cursan filosofía, arquitectura o derecho. Es decir, se trata de introducir el ‘gen emprendedor

’ en el estudiante y no dejarlo solo como una materia para los graduados en ADE.

Las necesidades del mercado laboral actual obligan a los empleados a estar en formación constante. Esa situación también requiere que las universidades se actualicen para dar los contenidos adecuados. Desde la Asociación Española de Startups, Mateo aboga por una estrecha colaboración entre startups, empresas e instituciones educativas para que los cursos estén adaptados a los conocimientos que demanda el mercado.

Cambio Cultural

«El 98% de los emprendedores tienen estudios de grado o de posgrado», dice María Benjumea, CEO de South Summit, dato con el que hace hincapié en el peso que tiene la universidad para generar una cultura emprendedora. Para Benjumea, la universidad española ha hecho muchos avances para implantar una ‘mentalidad de startup’ en los estudiantes, pero esos esfuerzos varían dependiendo de la institución educativa. «Algunas tienen un área que claramente impulsa el emprendimiento, mientras que a otras todavía les falta camino por recorrer. Lo importante, sin embargo, es que hay una cultura de que esta situación debe cambiar y que se debe potenciar el emprendimiento», dice. En su opinión, despertar en los estudiantes el apetito por aprender es un elemento clave para que España pueda transformar su tejido industrial y convertirse en una economía más tecnológica e innovadora.

«Para cambiar el tejido productivo es necesario aprovechar el potencial de investigador que se realiza desde las universidades», dice Ormeño, CEO de Startupxplore, ya que en muchas ocasiones se hacen estudios científicos en las universidades que no terminan convertidos en productos comerciales. Para el experto, la biotecnología es una de las principales áreas en las que más fácilmente pueden encontrar sinergias el sector privado y la universidad. Entre los principales retos que deben abordar las startups españolas, Ormeño considera que los más importantes son ganar mayor conocimiento del funcionamiento de una empresa, contabilidad y sobre todo tener una mayor visión internacional. «No tiene sentido limitarse a un mercado de 46 millones de españoles cuando puedes llegar a todo el mundo», concluye.

El impulso de las primeras pedaladas del negocio

Diego Casabe terminó en diciembre de 2019 el MBA de Esade y pocas semanas después lanzó Kleta, un servicio de alquiler de bicicletas por mes en Barcelona. Es difícil encontrar bicicletas públicas disponibles en hora punta, y tener bicicleta propia conlleva ciertas preocupaciones, como el temor a que te la roben. Kleta surge para dar solución a esos problemas con un servicio de suscripción. «Ofrecemos a nuestros usuarios la posibilidad de disfrutar de una bici propia y desentenderse de los problemas que acarrea», dice Casabe. Para desarrollar la startup, Casabe y su socio Falk Siegel se apoyaron en eWorks, un programa de Esade para ayudar a estudiantes y recién graduados en la creación de empresas. «Gracias a eWorks, en la primera ronda de financiación conseguimos levantar más de 60.000 euros», explica Casabe sobre un programa que les permitió presentar el proyecto de Kleta a inversores profesionales. También les ayudó a mejorar su proyecto clases semanales y reuniones con mentores y a aumentar su red de contactos.

«El mayor problema es llevar la investigación al proyecto comercial»

«Me apetecía usar la tecnología para ayudar a los demás. Con ese objetivo, Saturno Labs utiliza soluciones punteras con inteligencia artificial en las ramas sanitarias y sociológica», dice Natalia Rodríguez, CEO de la compañía y graduada de la Universidad Politécnica de Madrid. Entre otros desarrollos, Saturno Labs emplea herramientas como el reconocimiento por voz para realizar un prediagnóstico de una enfermedad pulmonar o para controlar ascensores. Parte de los productos y servicios que desarrolla la compañía surgen de investigaciones científicas realizadas en la universidad que, de otra manera, se quedarían simplemente como estudios. «El mayor problema que tiene la investigación es que suele quedarse en ‘papers’ y pocas veces desemboca en un proyecto comercial», comenta Rodríguez, quien fundó Saturno Labs en 2019. La empresa no nace de la universidad, sin embargo, Rodríguez lleva muchos años ligada a las iniciativas de emprendimiento de la Politécnica de Madrid y es mentora de algunos programas. La compañía requiere perfiles altamente científicos y gran parte de su equipo ha sido formado en la Universidad Politécnica. «Queremos fomentar el talento joven para que participen en nuestros proyectos centrados en ayudar a la sociedad», dice. La empresa también está en contacto con universidades extranjeras, sobre todo de EE.UU., en búsqueda de nuevas investigaciones que puedan convertirse en proyectos comerciales. «Somos un laboratorio de innovación y buscamos el trabajo más puntero que existe para ver si se puede reaprovechar», explica.

«La universidad me enseñó que había caminos diferentes»

Si no compra ropa por internet por qué no sabe cómo le va a quedar, Naizfit le puede resultar de ayuda. Esta startup ofrece una aplicación para que los clientes puedan tener una idea aproximada de cómo se ajustará la prenda a su cuerpo. «Dos de cada tres devoluciones se deben a problemas de talla», dice Borja Cembrero, CEO y cofundador de Naiz Bespoke Technologies, empresa que ofrece Naizfit. Esta solución formula una serie de preguntas al comprador para saber qué ropa es la que mejor se ajusta a él. El objetivo es que quede satisfecho con la compra y así reducir las devoluciones y sus costes. Cembrero se graduó en la Universidad de Deusto. «La universidad me impulsó a emprender y me enseñó que había otros caminos diferentes a los tradicionales», comenta Cembrero, quien estudió derecho y ADE. Como parte de ese impulso emprendedor, para el trabajo de fin de carrera presentó un proyecto para desarrollar otra aplicación. La startup tiene ahora oficinas en Innogune, espacio de incubación exclusivo para startups donde trabajan ex estudiantes de Deusto. También colaboran con la universidad para captar talento joven.

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