La industria del plástico busca una nueva vida


La industria del plástico debe reiventarse, conseguir que sus productos sean más sostenibles y, a su vez, fomentar el reciclaje, una actividad tan necesaria como controvertida. Así lo exige la nueva legislación europea, que obliga a que en 2025 el 25% del plástico de las botellas sea reciclado y el 30% en 2030. Además, incentiva a que en 2029 el 90% de las botellas de plastico se recojan mediante un sistema de reembolso, por ejemplo.

La industria del plástico ya se veía venir las restricciones de Europa. Por eso, han intentado adelantarse. «Las empresas llevan tiempo trabajando en sostenibilidad, como lo muestra la existencia de plásticos reciclados, renovables o biodegradables. También han intentado mejorar la eficiencia de la producción y la elaboración de productos cada vez más ligeros que implican un menor uso de recursos y una reducción de impactos en el transporte. Pero es importante remarcar que hay que seguir intensificando este aspecto, trabajar en la innovación y poner en el mercado, cada vez más, productos más alineados con el medio ambiente», sostienen desde el Instituto Tecnológico del Plástico Aimplas.

De hecho, en los últimos años han surgido empresas con productos sostenibles de plástico. Algunos tienen un 80% de reciclado en su composición, como las bolsas de basura o de compra marcadas con la etiqueta alemana «Der Blaue Engel». O existen artículos que han mantenido su resistencia pero han reducido al máximo su espesor, como los tarros de yogurt; o, en el caso de las piezas de coche, aportar la misma seguridad pero son más ligeras, por lo que favorecen un menor consumo de combustible.

Dentro de la industria del plástico existen tres claves para lograr las máximas cotas de sostenibilidad. Por una parte, el ecodiseño, que «más que una simple metodología se trata de una filosofía», explican desde Aimplas. Y añaden que «consiste en diseñar analizando los impactos del producto o servicio en todas sus etapas del ciclo de vida (fabricación de materias primas, producción, transporte, uso y fin de vida) para reducir al máximo dichos impactos. Así se puede escoger la opción más adecuada desde el punto de vista ambiental».

Por otra parte, se debe destacar la extensión del uso de los plástico biodegradables. Cada vez hay más y «se espera que siga aumentando tanto su cantidad como su variedad», añaden desde Aimplas. La relevancia de este tipo de plástico es que se pueden biodegradar con la presencia de microorganismos. A pesar de esta gran ventaja, igualmente es necesario hacer una gestión adecuada de los mismos, colocando contenedores exclusivos, pues se tienen que valorizar en plantas industriales de compostaje para obtener abono y no abandonarse en la naturaleza.

El tercer aspecto es el reciclado, en el que España no destaca. Nuestro país se encuentra en un grupo intermedio (el cuarto de seis) de la lista de estados de la UE que más reciclan, que lidera Lituania, que supera el 70% de la tasa de reciclaje. España se encuentra en la franja del 40% al 50% junto a Reino Unido, Alemania, Polonia, Bélgica, Italia, Croacia y Rumanía. Caso llamativo es el de Francia, que con Finlandia y Estonia está a la cola, con una tasa de reciclaje menor al 30%.

Esos son datos del Parlamento Europeo. Pero Greenpeace rebaja la tasa de reciclaje en España al 25,4%. Mientras, Ecoembes, la empresa encargada de gestionar esta actividad, acusa a la ONG de mentir y asegura que se reciclan ocho de cada diez envases de plástico. Como puede ver, el reciclaje en nuestro país no está a salvo de la controversia.

La gestión de Ecoembes se ha puesto en duda, siendo Greenpeace el mayor azote de esta empresa privada creada por fabricantes de envases, envasadores, distribuidores de productos envasados y comercios, afirman desde la ONG, que opina que estas compañías se han creado un chiringuito con el tema del reciclaje. Y lo describen del siguiente modo: «Las empresas envasadoras tienen, por ley, la obligación de aportar una cantidad por cada producto envasado que se ponga en el mercado para financiar la gestión de sus envases (el “punto verde”). Sin embargo, unidas bajo el paraguas de Ecoembes, Ecovidrio…, lo que hacen, y la ley sorprendentemente lo permite, es pagar lo que calculan que supondrá el trabajo de recogida y tratamiento de los ayuntamientos (sólo en contenedores amarillos), así que no pagan realmente por los envases puestos en circulación. Esto supone un ahorro considerable y, teniendo en cuenta que la Ley de Envases entró en vigor hace 22 años, estas cantidades no serían nada despreciables. Sin contar, por si fuera poco, con que no existe control real de los envases que ponen en el mercado».

De cualquier forma, desde Aimplas afirman que «el reciclado nunca es suficiente, siempre hay que reciclar más y mejorar su calidad. Las cifras no son malas, pero deben mejorarse y en eso todos tenemos que participar, desde la innovación, la ayuda ciudadana y el impulso de la Administración».

Source: The PPP Economy

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