La independencia costaría cerca de 65.000 millones de euros


uis de Guindos advirtió de que la independencia hundiría hasta un 30% el PIB catalán, que en 2016, según los datos del INE, ascendió hasta los 211.915 millones de euros. El Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat) eleva esa cantidad hasta los 223.629 millones, por lo que el coste de la secesión para el territorio –atendiendo a las declaraciones del ministro de Economía– oscilaría entre los 63.575 y los 67.088 millones. La factura para España superaría los 50.120 millones, ya que la desconexión provocaría una abrupta caída de entre el 4 y el 5% del PIB, que el año pasado alcanzó los 1.113.851 millones.

El órdago independentista está sobre la mesa. Aunque fuera de nuestro país nadie le dé la más mínima posibilidad, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont pondrá en los próximos días fecha y pregunta al referéndum, para el que la Ley de Presupuestos del Parlamento catalán incluye partidas destinadas a su celebración. No obstante, PP y Ciudadanos presentaron el jueves un recurso de inconstitucionalidad con el objetivo de impedir el intento de los independentistas de usar el dinero de «todos los catalanes» para «destruir España» y «levantar muros», declararon fuentes gubernamentales.

El Ejecutivo no contempla la hipótesis de la secesión, por lo que aún no ha elaborado ningún estudio sobre las consecuencias que tendría, que a todas luces resultarían un desastre. Y es que, debido a que el empleo reacciona ante caídas del PIB con más violencia, si la economía cayera un 30%, el empleo caería en una mayor proporción.

En caso de que Cataluña declarara unilateralmente la independencia, la nueva República quedaría excluida de la UE y del mercado único europeo, que garantiza la libertad de movimientos de bienes y servicios. En ese escenario, visto lo ocurrido en otros casos de desintegración de Estados en Centroeuropa, «resulta realista suponer que las exportaciones de Cataluña al resto de España podrían reducirse en torno al 50% en los cinco años siguientes a la independencia». Las simulaciones realizadas por Clemente Polo, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona, basadas en una caída a la mitad de las exportaciones de Cataluña al resto de España y en una reducción de las ventas al resto de la UE del 15%, indican que el valor añadido bruto descendería un 16,5% y la recaudación por impuestos sobre los productos, un 16,2%. Y, naturalmente, una reducción del VAB implicaría reducciones similares en la recaudación por impuestos directos (IRPF y Sociedades). «Un desastre que pondría las finanzas del nuevo Estado al borde de la bancarrota», alerta Polo.

Si se añaden los efectos que tendrían la caída del ahorro y de la inversión productiva, los procesos de deslocalización de empresas, los desplomes de la inversión extranjera… «no es nada aventurado ni exagerado predecir una contracción del PIB catalán de un 30%». Gabriel Tortella, co-autor y coordinador de «Cataluña en España. Historia y mito», asegura que el desconcierto se debería a que la economía catalana tendría grandes dificultades para financiarse, ya que su deuda pública está al nivel crediticio de los bonos basura y su financiación proviene casi exclusivamente de España, a través del Fondo de Liquidez Autonómica. Por ello, al perder el apoyo del Estado español, podría producirse un colapso financiero. «Para el ‘‘nuevo Estado catalán’’ sería difícil garantizar los sueldos de los empleados públicos y las pensiones», destaca Tortella.

Source: The PPP Economy

GrupoUnetcom