La devaluación encubierta del yuan golpea a la economía mundial


Con el inicio del año nuevo, China ha ratificado todas aquellas previsiones que antes de las campanadas la señalaban como uno de los elementos claves para el devenir de la economía global en 2016. Su indiscutible desaceleración, los problemas que arrastra con su moneda o la crisis que atraviesan sus mercados financieros son sólo algunos de los factores que, como algunos ya profetizaron, van a convertirla este año «en un auténtico dolor de cabeza» para el resto de las economías.

Pese a que China sigue creciendo a un ritmo envidiable para cualquier otra economía, su fortaleza ya no es la que era. Hace años que quedaron atrás las cifras de dos dígitos que caracterizaron al PIB de la ahora segunda mayor economía del planeta, y en el último año el país ha tenido que bregar duro para llegar al objetivo del 7% fijado por sus autoridades.

A la espera de conocer los datos del último trimestre, parece que habrían alcanzado esta cifra (o estarían muy cerca de hacerlo), un dato que sin embargo es el más bajo del último cuarto de siglo. Para el año entrante, los legisladores han determinado que el país no puede crecer a un ritmo inferior al 6,5%, pero ya hay quien ha rebajado esta cifra incluso por debajo del 6%.

El gigante asiático está experimentando los dolores propios de su transición hacia un nuevo modelo económico cimentado en un crecimiento más basado en el consumo interno y los servicios que en la producción y la exportación, pilares del meteórico avance chino en los últimos lustros.

Source: The PPP Economy

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