La carrera contra el reloj de la logística busca caminos sostenibles
Las ciudades se enfrentan desde hace años al reto que supone la entrega de paquetes en las casas. El concepto de última milla, ese tramo final de la logística en el que el producto llega al cliente, va tomando especial importancia, sobre todo después de la explosión de pedidos en el comercio electrónico como consecuencia del confinamiento. «Todos queremos ciudades más amigables para los ciudadanos, pero a la vez nos gusta recibir el pedido en casa. Y en una ciudad cualquier actividad arrastra transporte», comienza por señalar Ramón García, director de Innovación y Proyectos del Centro Español de Logística (CEL). Los retos del sector pasan por reducir ese impacto medioambiental y la congestión en las ciudades, apostando por una nueva movilidad, a la vez que se mejora el nivel del servicio.
Antes de la pandemia, de cada diez envíos que se realizaban en la ciudad, cuatro eran para el canal Horeca, «lo cual normalmente implica transporte de mercancías voluminosas y requiere manipulación», apunta García. El coronavirus trajo el aumento del comercio online «y ahora queda saber lo que ocurrirá después, si el Horeca vuelve a ganar más presencia y unido al e-commerce, se generan más problemas de congestión ya que entre el 10 y el 20% del impacto ambiental de las ciudades está relacionado con el transporte».
La logística se ha trasladado al centro de la ciudad, un recurso muy limitado, que obliga a colaborar para encontrar soluciones. Es aquí donde entra en juego la innovación. «Hay muchos disruptores tecnológicos, pero lo difícil es conseguir una solución rentable, sostenible, que dé un buen servicio al cliente y que todos los operadores que intervienen estén a gusto», segura el experto. Mientras se trabaja para dicha solución se ven buenos ejemplos de cómo la tecnología ayuda en el mundo logístico, ya sea en los recursos, la trazabilidad o la optimización de las rutas.
El recorrido que hace un producto, desde que es comprado mediante una plataforma digital hasta que un repartidor llama a la puerta de casa del cliente, se divide en varios tramos: puede llegar en avión o a un puerto y, desde allí, un camión lo traslada a un centro logístico, desde donde una flota se encargará de llevarlo a casa del cliente. «Precisamente este último tramo presenta un reto: lograr la eficiencia del transporte puerta a puerta, que tiene un coste muy elevado para el medioambiente», explica Cristian Castillo, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. El experto en logística pone el ejemplo de Cataluña, donde según los datos de la Generalitat, se entregan tres paquetes cada segundo. Una cifra que supone un volumen muy alto de mercancías en esta última milla, que la pandemia ha incrementado.
Susana Val, directora del Zaragoza Logistics Center (ZLC), reconoce que en la última milla se ha notado mucho la transformación digital recordando que «el núcleo urbano de las ciudades quiere ser ‘smart city’». Nos encontramos también ante un prototipo de consumidor diferente, que consume más online, y con distintos hábitos. «Quiere coste reducido, plazo de entrega corto y buen servicio y en todo ello la tecnología va a tener un papel fundamental», matiza.
Se trata de una secuencia en la que «hay medidas tecnológicas que ya se usan y otras de las que se habla pero que todavía no se utilizan, como los drones». La directora del ZLC pone como ejemplo el efecto Amazon, «que ha dado lugar a la aparición de muchas plataformas tecnológicas y es algo que ya se ha asentado, penetrando en mucha población». También va siendo más habitual las taquillas de distribución de paquetes y los micro ‘hubs’ de distribución urbana. «Las propias empresas optan por vehículos más sostenibles como bicicletas, patinetes o combustibles alternativos. Y en el futuro hablaremos de vehículos autónomos», señala Val. En ese reto medioambiental entran también las Administraciones Públicas ya que actúan como ente regulador para paliar los impactos de la logística de última milla, estableciendo medidas en las ciudades.
Devoluciones
El debate también está abierto en uno de los aspectos que más afecta a la rentabilidad y sostenibilidad del sistema: los cambios y devoluciones. «El coste de la cadena de retorno puede ser mayor que entregar otro producto nuevo», indica la directora del ZLC. La IA va ayudando a resolver los problemas, reduciendo las probabilidades de devoluciones, pero aun así «para muchas empresas estas soluciones son todavía desconocidas, necesitan entender cómo esa tecnología se puede incorporar en su día a día».
Un gran banco de pruebas para el sector