Innovación de altos vuelos para proteger a la avifauna


El problema está en el aire. Según las estimaciones de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) unos cinco millones de aves mueren cada año por los choques y la electrocución en tendidos eléctricos. De acuerdo con su ‘Libro Rojo de las Aves de España (2021)’, esta es la principal causa de mortalidad para 32 especies de aves de las 97 de las que se tienen los llamados ‘datos de amenaza’. Además, hay que sumar el impacto de los choques con los aerogeneradores de los parques eólicos.

«La corrección de los tendidos eléctricos (señalan desde SEO) para evitar la electrocución y el uso de nuevas tecnologías o técnicas para limitar las colisiones no es algo solo absolutamente prioritario, es una obligación legal. Así lo ha recordado recientemente el Tribunal Supremo que, en su sentencia 1215/2021, obliga a que las infraestructuras energéticas cuenten con las medidas necesarias para evitar daños ambientales producidos por la electrocución o la colisión, ratificando la responsabilidad de las empresas dueñas de dichas instalaciones de acometer las reformas necesarias». Por ello, el Gobierno español ha anunciado la provisión económica, a través de los fondos europeos, «contra la colusión y la electrocución en líneas eléctricas de alta tensión», por un importe que puede alcanzar los 60 millones, para garantizar «la conservación de la biodiversidad y la restauración de los ecosistemas». Se busca proteger la avifauna y, además, racionalizar los costes de explotación, por los gastos y problemas adicionales que suponen los cortes de corriente provocados por estos accidentes.

Las actuaciones para evitar estos accidentes pueden recibir hasta 60 millones de euros

Empresas como Ernergiot abordan esta doble necesidad a través de la sensorización, como se reconoció con la reciente distinción con el ‘Startup Challenge’ de Iberdrola por su labor en la protección de la avifauna en redes eléctricas.

Alturas seguras

Como destaca Gonzalo Murillo, ingeniero electrónico, doctor en microelectrónica y fundador de la compañía, este ecosistema de sensores y dispositivos de ‘Internet de las Cosas’ se basa en «una inteligencia distribuida, con dispositivos inalámbricos inteligentes que se autoalimentan, recuperando energía residual del medio ambiente o ‘trabajando’ con campos magnéticos que se generan con la corriente o las vibraciones».

Estas implementaciones tecnológicas permitirán salvar miles de vidas de aves (sobre todo, rapaces y cigüeñas), que hacen sus nidos o se apoyan en el tendido… en intersecciones que oscilan entre los cero y los 400.000 vatios. Una señal acústica ahuyenta a las especies de un entorno peligroso que, además, y gracias a este innovador proceso de sensores (humedad, radiación solar, etc.), gana en posibilidades de mantenimiento y gestión (hasta un 20% en costes de operación) gracias al mantenimiento predictivo. Tecnología no solo en altura, ya que, como señala Murillo, se trabaja sobre la superficie, «para detectar riesgo de vegetación excesiva que se acerque a superficies peligrosas… se estima que un 8% de los incendios forestales no provocados es por esta causa».

En el caso de REE (Red Eléctrica de España) destacan cómo sus estudios detectan cómo «los apoyos de líneas eléctricas y las subestaciones son usados por las aves como espacios refugio para nidificar o como ‘oteaderos’. Tenemos registrados más de 1.000 nidos de cigüeña blanca, 30 pollos de águila pescadora nacidos en nuestras instalaciones en Andalucía y dos pollos de alimoche nacidos en apoyos en Extremadura (un caso único en el mundo occidental)».

¿Cómo evitan los accidentes? La compañía adopta medidas como, en origen, evitar el trazado de líneas por ‘zonas sensibles’ y, en todo momento, colaborar con centros de investigación y universidades (CSIC, Universidad Miguel Hernández, Universidad de Zaragoza, etc.) en el diseño de señalizadores más efectivos y sistemas de detección temprana de posibles colisiones. Y tienen en marcha más de 15 proyectos de colaboración con organizaciones ambientales, centros de investigación, universidades y comunidades autónomas, que buscan proteger, recuperar y reintroducir especies sensibles o amenazadas.

Ingenio sostenible

Iberdrola, aplica, además, sus «sistemas pasivos de protección de avifauna» dentro de su actividad en generación de energía eólica, si no de una forma tecnológica, sí innovadora, a partir de proyectos testados internacionalmente. Así sucede al pintar una de las tres palas blancas de cada instalación (hasta 65 metros de longitud) de color negro, ya que se ha demostrado que se reduce el riesgo de colisión aviar hasta en un 70%, de acuerdo a datos del Instituto Noruego de la Protección del Medio Ambiente.

Otra acción sobre el terreno (probada, en este caso, en más de 60 torres de siete parques en Burgos) es la de instalar unos vinilos (unos ojos negros) a unos tres metros de altura sobre la base de los aerogeneradores… una curiosa iniciativa que pasa a salvar vidas, como se demostró después de una fase de pruebas en el sur de Francia, con un 60-65% de muertes evitadas. Con acciones como estas, como destacan desde la compañía, «se impulsan soluciones que promueven la convivencia de renovables y ecosistemas».

La prevención en serie

Otra destacada aportación es la de la empresa Saprem, que emplea la instalación automatizada de accesorios como balizas para facilitar en todo momento (son fluorescentes y reflectantes) la visualización de los cables a las aves, vuelos sin motor, alas delta, etc., con piezas diseñadas para simular en parte figuras que ahuyenten a las aves. En este caso, la tecnología se aplica al situar las figuras a lo largo del tendido con sistemas automatizados.

Source: Noticias

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