Gloria Álvarez: "El populismo desobedece las leyes de la economía"


Desenmascara la demagogia, las falacias y las trampas del populismo en una empecinada batalla ideológica. Insta a combatir contra la hegemonía cultural que ha ganado, mediante engaños y tergiversaciones, durante los últimos años. Y Gloria Álvarez, coautora de «El engaño populista» (Deusto), no se achanta. Ni se achica. Advierte de que, si los partidos moderados de izquierda se ven obligados a aliarse con los extremistas para gobernar en España, veremos cómo la sociedad se radicaliza poco a poco.

–¿El populismo es un engaño?

–Absolutamente. Los populistas prometen una falsa riqueza para sacar adelante a una parte de la población, pero al mismo tiempo dicen que ser rico y tener bienes es inmoral, de explotadores. Han secuestrado ciertos conceptos y, al tergiversarlos, han logrado una reescritura de la historia.

–E irrumpir en España…

–Sí. En España hay un hartazgo social de los liderazgos tradicionales que ayuda a los líderes extremistas a presentarse como una tercera vía. Tanto el PP como el PSOE fallaron en su misión de satisfacer las necesidades de la población. Si los partidos moderados de izquierda se ven obligados a aliarse con los extremistas para gobernar verán cómo la sociedad se radicaliza poco a poco.

–¿Hablamos de Podemos?

–Exacto. Podemos divide a la sociedad con odio. Atenta contra los derechos individuales, condena la propiedad privada y manipula el lenguaje, con la utilización de palabras como «casta» o al achacar al capitalismo la culpa de los problemas que se sufren. Pero las causas de la crisis española fueron los controles y las medidas del Gobierno. Pablo Iglesias condena toda intervención autónoma del mercado, que ve como una perversión de la sociedad.

–¿A quién le recuerda Pablo Iglesias?

–Al Che Guevara, sobre todo en la manera en que se expresa. Es muy violento con sus palabras. Además, es el más joven del clan. Pero cuando escuchas sus propuestas ideológicas es evidente la influencia de Fidel Castro y de Hugo Chávez. Iglesias es de los que menos han disfrazado lo que realmente quiere hacer. Ha sido muy explícito en su repudio a la propiedad privada, a las libertades individuales, a que los medios de comunicación tengan distintos dueños, al Gobierno… Se ha atrevido a ser un populista más directo. Los discursos de Iglesias en campaña tienen el mismo nivel de intensidad que los de Chávez en 2005.

–¿Debemos estar preocupados?

–Por supuesto. El precio de la libertad es su eterna vigilancia. Es más lógico que el populismo surja en países con desnutrición o analfabetismo. Sin embargo, si los españoles no se cuestionan los métodos que hay detrás de la figura de Iglesias, podría ganar. Es un fenómeno de liderazgo nunca antes visto en España, que marcará la historia del siglo XXI.

–Pero ¿cuáles serían las principales amenazas?

–El populismo desobedece las leyes de la economía. No se puede gastar más de lo que se ingresa, pero todos los gobiernos populistas hacen uso de presupuestos excesivos, que a largo plazo generan más inflación y déficit. Por eso se producen expropiaciones y un monopolio estatal absoluto. Los precios no responden a la oferta y la demanda, sino a medidas de un mandatario que pretende controlar la economía desde su oficina.

–¿Existen entre los fascistas, comunistas, socialistas y populistas más similitudes de las que se cree?

–Sí. Una de las maneras en las que se ha tergiversado el lenguaje es en ver al comunismo como un extremo y al fascismo como otro, pero todos forman parte del totalitarismo estatal.

–¿El populismo empobrece?

–Desde luego. Se lucran gestionando el asistencialismo. Que su proyecto político siga siendo votado depende de que la población continúe empobrecida. En un mundo sin pobreza los populistas no tienen cabida. Porque la gente en vez de pedir pescado regalado demandarían reglas claras y justas para aprender a pescar. Además, extiende la miseria, ya que al distorsionar los precios, al expropiar y tener el monopolio absoluto de ciertas industrias te dejan sin acceso a determinados productos.

–¿Corrompe?

–La gasolina del populismo es la corrupción.

–¿Cómo se combate?

–Volviendo a la batalla de las ideas y quitándoles la hegemonía cultural que han impuesto en esa tergiversación de la comunicación. Quienes defendemos las sociedades libres debemos hacer la competencia a estos discursos populistas. Nadie está vacunado contra el populismo. La tecnología también es un arma de combate. Todos los medios de comunicación han sido utilizados por regímenes totalitarios para difundir sus propagandas y engaños. Las redes sociales son una gran herramienta, ya que nos convierten a todos en periodistas y justicieros en potencia. Para los regímenes totalitarios de hoy en día resulta mucho más difícil esconder que tienen presos políticos.

–¿Aún quedan motivos para confiar?

–La esperanza es lo último que se pierde. Podemos aspirar a que el ciclo que nos toque vivir sea más pacífico y de mayor libertad para alejarlo de la represión y de los totalitarismos. Depende de nuestras acciones diarias.

Source: The PPP Economy

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