Gerardo, el del SEPE


Estaba leyendo una entrevista a la nueva musa progresista, la economista Mariana Mazzucato -en la que ponderaba la necesidad de potenciar el papel del Estado convirtiéndolo en un organismo emprendedor, moderno, creador de mercados y descentralizado-, cuando leí un tuit de Gerardo Gutiérrez Ardoy, director general del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), criticando «los trampantojos [del gobierno de Isabel Díaz] Ayuso» y su «inoperancia en la gestión». El tema tiene mucha miga. Lo primero que salta a la vista es que si hay un organismo que ha sido tildado de inoperante por los españoles en el último año es el SEPE de Gutiérrez. Las razones son múltiples: porque tiene pocos empleados, porque su trabajo era la atención presencial y fue difícil adaptarse a la pandemia, porque era complicado pagar a tiempo los ERTE, porque aunque el SEPE gestiona un concepto que está en las nóminas de los asalariados ha sido imposible para el Estado practicarle las retenciones del IRPF correctamente (y ahora tendrán que pagar a Hacienda), porque el sistema informático estaba obsoleto y, en definitiva, porque existen los hackers rusos, hijos de Putin.

Era fácil pensar que Gutiérrez mentaba la soga en la casa del ahorcado. Y, ¿qué pensaría Mazzucato? ¿Cómo construir un Estado emprendedor con directores generales dedicados a campañas electorales?

Mi segunda consideración fue que normalmente los directores generales guardan una cierta apariencia de imparcialidad. Sabemos que son nombrados por los partidos, pero como suelen ser funcionarios, mantienen unas formas. ¿Es posible que el asalto a la Administración propiciado por Pedro Sánchez y Podemos desde el gobierno que más directores generales ha nombrado con criterios políticos transformara esa cultura? Los hechos son que, en agosto, la Federación de Asociaciones de los Cuerpos Superiores de la Administración Civil del Estado (Fedeca), que agrupa a 45 asociaciones de funcionarios, denunció ante el Supremo el nombramiento de más de 35 directores generales que escapan al criterio de mérito y capacidad.

Gutiérrez es funcionario (autonómico, es verdad, pero funcionario al fin) y desde 2008 a 2011 fue director general del SEPE de Castilla-La Mancha. Así que su incursión en la campaña madrileña desde su puesto público no se debe a que proceda de una cultura ajena al funcionariado. No sería, entonces, un caso ejemplar del llamado ‘Spoils System’ o sistema clientelar, que toma por botín electoral la Administración cada vez que cambia el gobierno.

Mi primera reacción fue pedirle a la vicepresidenta tercera y ministra del Trabajo que cesara a Gutiérrez por lo impropio de su tuit. Pero lo he pensado mejor. Una persona me hizo ver que Gutiérrez podría ser un hombre desesperado, que lo que busca con su tuit es precisamente que lo alivien del potro de tortura en que se ha convertido el SEPE. Así que he cambiado de opinión y ahora le pido a Yolanda Díaz que lo ratifique en el cargo.

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