Florette, con sus ensaladas frescas, conquista los hogares


Ya no es necesario ir al mercado a elegir una buena lechuga, limpiarla, trocearla, lavarla, escurrirla, aliñarla… ¡Qué fácil es hoy prepararse una sencilla y excelente ensalada! O una variada envasada que además incluya distintos tipos de lechuga y brotes tiernos, otros vegetales, queso, pollo, picatostes de pan y salsa César, por ejemplo. Basta comprarlas, mantenerlas en frío, mezclarlas, disponerlas en un bol o en el mismo en que se venden, servirlas y dar cuenta de ellas. La presencia de estos productos en los supermercados españoles es relativamente reciente. Se empiezan a ver a partir de los 90 y sobre todo a finales de ese decenio. Actualmente, según datos de febrero de 2016 de Kantar World Panel, se está registrando en nuestro país un boom de lo que los expertos llaman la «IV gama» o ensaladas envasadas. Están ya presentes en casi ocho de cada diez hogares españoles. Los expertos consideran que es consecuencia de dos factores. «La vuelta de gran parte de la sociedad al gusto por los productos naturales, frescos y sanos», por un lado. Y «el ritmo de vida que requiere de soluciones cómodas y rápidas, pero siempre de calidad, para alimentarse», por otro.

Sin duda, esta tendencia en auge no sólo está liderada por Florette en nuestro país, sino que ha sido fomentada y facilitada por ella. A finales de la década de 1980, dos empresarios navarros relacionados con la agricultura tenían una curiosidad irrefrenable por las ensaladas embolsadas de las que habían oído hablar y que estaban ganando cuota de mercado en la vecina Francia. Se montaron en un coche y tomaron rumbo a París. Tuvieron que dormir en el propio vehículo cerca del Mercado Central, porque no encontraron plaza hotelera. Ahí estuvo el origen de Vega Mayor, un proyecto que, en palabras de Juan Miguel Floristán, «nació con ilusión, mucho esfuerzo y el apoyo de amigos y empresarios navarros».

Su desarrollo, desde entonces, ha sido imparable. Más aún a partir de 2001, año en el que se integra en el grupo europeo Florette. «El abrumador respaldo de los consumidores, así como la seguridad y el apoyo financiero que supusieron pasar a formar parte de este grupo europeo nos ha permitido crecer manteniendo el mismo espíritu, autonomía y equipo que en nuestros inicios», remarca el director general de Florette Ibérica.

Lugares estratégicos

La expansión en los últimos 20 años ha sido fastuosa. Del único centro de producción con que se contaba en 1989 en Milagro (Navarra), donde se trabajaba con la materia prima de los agricultores de la zona, ha pasado a tener cinco plantas propias más: Iniesta (Cuenca), Noblejas (Toledo), Ingenio (Gran Canaria), Torrepacheco (Murcia) y Árguedas (Navarra). A ellas, situadas en lugares estratégicos cerca de donde germinan, llegan las hortalizas a primera hora de la mañana. En un proceso rápido y riguroso, se corta, se lava, se seca y se embolsa. Gracias a una tecnología propia y a una maquinaría innovadora que propician un proceso de producción seguro, rápido y energéticamente eficiente, y por supuesto a un equipo de más de 1.350 personas que trabajan a una temperatura de entre 1 y 4 grados, la misma a la que se mantienen los vegetales desde que se recogen hasta que se colocan en tienda.

Los distintos productos son en sí mismo un reclamo. Llaman la atención desde los lineales refrigerados. Como si le estuvieran diciendo al consumidor «llévanos contigo». Cómo explica Fermín Aldaz, director Comercial y de Marketing de Florette Ibérica, son transparentes, sus «caras» son reflejo de sus «almas». Su frescura se muestra en el color y en la alegría y vitalidad de sus hojas. Su aspecto lozano siempre invitan a cogerlas y depositarlas en el carro de la compra.

Obviamente, esta frescura y naturalidad, rasgos distintivos claves de la firma, no serían igual sin Florette Agrícola, piedra agular del proyecto. Su misión es gestionar, junto con los agricultores colaboradores, los cultivos de los que se suministra y que tiene en prácticamente toda la geografía española. Emplea a 500 profesionales –agricultores, ingenieros agrónomos, capataces, tractoristas y operarios– repartidos por Navarra, Murcia, Albacete, Almería, Valencia, Barcelona, Girona, Álava, Valladolid, Soria, Segovia, Tenerife y Gran Canaria. «El nivel de planificación que exige nuestro proceso –añade Aldaz– es altísimo porque no podemos almacenar materia prima ni producto terminado».

Source: The PPP Economy