España cae tres puestos en el índice de competitividad por su reacción económica frente a la pandemia


La competitividad de España perdió brillo en 2020 frente a la subida generalizada en este ámbito de otras grandes economías europeas. Nuestro país sufrió una caída de tres escalones en la última edición de la clasificación global que elabora el Institute for Management Development (IMD) y pasó a ocupar el puesto 39 del total de 64 países analizados, la posición más baja desde el año 2014. Desde la escuela de negocios IMD atribuyen el descenso de España a una respuesta económica inadecuada frente a la pandemia por falta de recursos. Otros factores que también han influido en esta rebaja de la competitividad son las políticas erróneas aplicadas para apoyar a los sectores más afectados y otros males estructurales como el escaso impulso a la digitalización y a la investigación, así como por la necesidad de mejorar la calidad del empleo y el paro juvenil.

Además, la pérdida de competitividad española contrasta con la evolución al alza de la gran mayoría de economías de la UE, que mejoran su posición respecto al año anterior. A pesar de la crisis desatada por el covid, estados como Alemania (15), Reino Unido (18), Bélgica (24), Francia (29), Portugal (36), Italia (41), o Grecia (46) suben de una a tres posiciones de media. «La progresiva mejora de estas economías permite a Europa Occidental reducir progresivamente su brecha con respecto a otras regiones», según reza el informe de la escuela de negocios.

Frente al resto de grandes economías europeas, «el notable empeoramiento de España» se basa en el retroceso de dos indicadores importantes como son el rendimiento económico, donde se desploma del puesto 31 al 42 por la posición rezagada que ocupa la economía española en aspectos como el desempleo juvenil (62º), el crecimiento real del PIB per cápita (62º) o la resiliencia de la economía (56º). Nuestro país también sufrió una bajada de cinco escalones -hasta el 49- en eficiencia gubernamental por «la percepción muy negativa con respecto al sector público», especialmente en lo relativo a finanzas públicas, legislación sobre desempleo, creación de empresas y adaptabilidad de las políticas gubernamentales.

Por otro lado, España sí avanza tres posiciones en eficiencia empresarial-del 42 al 39-, con mejoras en aspectos como activos del sector bancario -del 20 al 17- o productividad laboral -del 22 al 19-. Además, mantiene el puesto 25 en el acceso a los servicios financieros.

Fortalecer a las empresas

Entre los principales desafíos apuntados por IMD para el Gobierno español se encuentran los relacionados con preservar y fortalecer el sector empresarial; mejorar el clima de negocios para reactivar la inversión; impulsar la digitalización y la investigación científica, y mejorar la empleabilidad de los trabajadores, repensado políticas de empleo en el marco del diálogo social. «En este sentido, los retos de futuro deben dirigirse a hacer un buen uso de las ayudas europeas y enfocarlas a la creación de puestos de trabajo; especialmente, en los sectores de la sostenibilidad, la tecnología y sus industrias relacionadas», según se desprende del citado análisis.

En lo relativo a la eficiencia empresarial y a pesar de los avances conseguidos, los resultados del informe recogen la necesidad de mejorar en la transformación digital y en el uso del análisis de datos (‘big data’) por parte de las empresas. Asimismo, los expertos de IMD ponen sobre la mesa la necesidad de aplicar reformas económicas y sociales, desarrollar la capacidad para atraer y retener talento, aplicar una legislación científica y mejorar en habilidades lingüísticas.

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