Empleados invisibles que no se saben vender


No sólo hay que ser bueno sino parecerlo. Esta frase tan escuchada puede trasladarse al plano laboral donde, en ocasiones, hemos sido testigos de como empleados con menos preparación que otros son ascendidos. Saber venderse es un arte y muchos lo practican con una destreza admirable. «Son grandes oradores, prometen y ponen la zanahoria, progresan e inician retos que otros no se atraverían», asegura la psicóloga Mónica Mendoza, quien encasilla en este perfil al dirigente norteamericano Donald Trump. Matilde Gómez consiguió que la empresa en la que trabajaba fuera indemnizada por un robo que se cometió en sus almacenes. Sin embargo, el mérito se lo llevó otro, que, oportunamente, respondió a un correo electrónico de la aseguradora dando la sensación de que las gestiones previas las había realizado él. Tiempo después este último fue promocionado y Matilde, que había sido ejemplar, tuvo que resignarse. Mendoza opina que «la responsabilidad es de las empresas, que deberían identificar el talento y promocionarlo. En una pequeña y mediana organización el talento del empleado es más detectable, sin embargo las grandes corporaciones tiran de la inercia y les es más difícil identificar al que vale».

Pero no toda la responsabilidad recae sobre el sistema, también sobre el empleado que no sabe promocionarse, convirtiéndose en invisible. Hacerse visible requiere de una estrategia y Mendoza analiza las claves para conseguirlo.

Ser bueno y parecerlo. No sólo es importante demostrar la valía, sino saberla comunicar, para poder ascender. En este punto se encuentran numerosos trabajadores séniors, de confianza, que han visto pasar los años sin ser reconocidos en su empresa. «No han diseñado su marca personal».

Plan de marketing personal. No se trata de «vender humo», sino de diseñar un plan de marketing personal pero con un objetivo claro, que puede ser promocionar, percibir un aumento de sueldo o ser más tenido en cuenta dentro de la empresa.

Venderse como un producto. Es importante hacer ver a la dirección en qué somos buenos, haciendo visibles nuestros logros. No sólo realizarlos sino que lleguen a la dirección. Por otro lado, lo ideal es que sea el resto de compañeros los que hablen de los logros de uno. Esto dará más credibilidad y evitará parecer una persona con falta de humildad, algo que es muy rechazado en el ámbito empresarial. En este punto es importante no hablar solo de uno mismo sino del equipo de trabajo.

¿A quién venderse? No nos valdrá con que el compañero de al lado se entere de que hemos conseguido éste o aquel logro. La idea es que llegue a quien nos interesa. Y quien interesa no es sólo la dirección, sino pueden ser personas dentro de la empresa que tengan capacidad de decisión e influencia. Otra de las máximas en el diseño de este plan de marketing es no compararse con los demás, porque casi siempre tiene un efecto negativo.

El cineasta Woody Allen decía que el 80% del éxito es mostrarse. Marta Romo, socia directora de Be-Up, tiene claro que se promociona al que mejor se vende y no al que más sabe. «Lo primero, destierra la falsa creencia de que venderse es negativo. Si sabes mucho pero nadie lo sabe, no llegarás lejos. Es fundamental poner en valor la sabiduría o mejor dicho el talento, pero no “vender humo”. Es imposible ser bueno en todo, por tanto destaquemos lo que es destacable, no todo lo que hacemos o cosas que no tienen que ver con nosotros y que son falsas», asegura Romo. En este sentido, aconseja buscar un «rol model», una persona que nos guste como se vende e incorporarlo a nuestro estilo personal.

La colaboración es clave. «Relacionarnos con otras personas diferentes a las habituales, participar en proyectos transversales y con otros departamentos nos hace más visibles. Nunca sabemos dónde nos puede surgir una oportunidad y lo importante es que cuando surja se acuerden de nosotros, lo que es más probable si llegamos a más personas», señala Romo. También es importante preparar un «elevator pitch» (el tiempo de subir en el ascensor), por si surge la oportunidad de hablar de nuestro talento en pocos minutos.

Algo a evitar: quejarse constantemente, lo que nos alejará de nuestras aspiraciones. «La queja es contraproducente. Es inútil dedicarle energías, mejor emplearlas en compartir y aportar. Si hacemos notar que nos merecemos el ascenso, a la persona que toma la decisión no le gustará estar cerca de nosotros», advierte Romo.

Las estructuras organizativas han cambiado, son cada día más planas, menos jerarquizadas, y con modelos de trabajo que premian el conocimiento y la experiencia. Éste es el análisis que realiza Reyes Minaya, directora de Recursos Humanos de People Excellence, para concluir que «quienes se venden pero no hacen, se han quedado fuera de la plantilla o han tenido que reconvertirse».

Camilla Hillier-Fry, socia de People Matters, lamenta que «muchas compañías españolas (a diferencia de otras del norte de Europa o de Estados Unidos) no dedican el tiempo necesario para identificar a los empleados con potencial o a involucrar a varias personas en su valoración. Un ahorro de tiempo a corto plazo que les puede costar caro a medio y largo plazo». También apunta a los jefes como responsables de promocionar a los empleados con talento. «Prefieren guardárselos, lo que reduce las oportunidades profesionales de estos trabajadores».

Source: The PPP Economy

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