El reto de llevar internet de alta velocidad hasta el último rincón del país


A la vuelta de la esquina, España tiene que alcanzar uno de sus mayores retos: que en 2025, el 100% de su población disponga de velocidad ultra rápida (100 Megabytes por segundo, en adelante Mbps) para conectarse a internet, como recoge la estrategia «España Digital 2025», la hoja de ruta para la digitalización de nuestro país. Y eso significa que ese caudal de transmisión tendrá que llegar a todos: a grandes ciudades, capitales de provincia, cabeceras comarcales, hasta al pueblo más pequeño o la pedanía o aldea más apartada o el caserío o masía más recóndita. Un ingente trabajo en el que no solo intervienen las grandes compañías de telecomunicaciones sino también otros actores. Es reconocido que hasta ahora un tejido de pequeños operadores locales y regionales han sido los encargados de dar conectividad a los entornos rurales con diferentes tecnologías. A empresas y negocios allí asentados, pequeños polígonos industriales, ayuntamientos, granjas y explotaciones agrícolas altamente tecnificadas, hoteles y casas rurales, segundas y primeras residencias…

Somos líderes en despliegue de fibra óptica: al 85% de los españoles les llega esta conexión

El reto es colosal si se analizan los datos. Y eso que España puede presumir de encontrarse en una situación destacada a nivel europeo cuando se habla de conectividad. En junio de 2020, con datos del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, la cobertura de banda ancha a 100 Mbps alcanzó al 87,5% de nuestra población. Si se mira bajo este prisma, el vaso está medio lleno. De hecho, diferentes estudios y agencias internacionales señalan a España por su gran esfuerzo en conectividad, sobre todo porque lidera el despliegue de fibra óptica, la tecnología fija que garantiza el acceso a internet con velocidades ultra rápidas. El 84,9% de los hogares ya puede disponer de estas conexiones. En Francia la cobertura alcanza el 60%, en Italia no llega al 40%, en Reino Unido está en el 20% y en Alemania por debajo.

Incluso el FTTH Council Europe nos ha clasificado como el país con mayor cobertura de fibra en el mundo rural, un 60,5% (el 63%, según el Ministerio de Asuntos Económicos). Por detrás están Suecia (51%), Italia (33%), Países Bajos (30.9%) y Alemania (9,8%).

Zonas blancas

Sin embargo, estos datos tienen otra lectura. Hay cerca de un 40% de población rural que no cuenta con cobertura de fibra. Incluso al entrar en detalle existen zonas blancas en nuestro país, es decir lugares que no disponen de cobertura de redes de banda ancha de nueva generación, ni previsiones de que la tengan en los próximos tres años. Le ocurre a buena parte de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón, La Rioja, zonas de Navarra, Cantabria, Asturias, Galicia y Lérida. A partir de 5.000 habitantes, la llegada de fibra a los municipios desciende significativamente. Por debajo de 2.000 solo cubre al 50% de la población y con menos de 500 apenas al 20%. Y la mitad de los 8.131 municipios de nuestro país están en este último grupo.

Por tanto, hay un objetivo ya marcado y una gran necesidad que satisfacer para hacer llegar internet de alta velocidad a muchas poblaciones de entornos rurales. Ahí es donde entran en juego los pequeños operadores locales y regionales. En la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMV) hay 3.700 licencias concedidas a operadores, de las cuales se calcula que 1.200 están en activo. La patronal Aotec (Asociación Nacional de Operadores de Telecomunicaciones y Servicios de Internet) cuenta con 873 socios, pymes que dan empleo directo a unas 7.000 personas del medio rural. «Después de Telefónica somos los que más puestos de trabajo directos generamos. Eso representa el 18% del sector de las comunicaciones. Creamos infraestructura dentro del territorio, tenemos tiendas, generamos trabajo, asesoramos a empresas locales, formamos a ciudadanos… Esto es clave para el medio rural», indica el presidente de Aotec, Antonio García Vidal.

Internet satélite de Eurona en un chozo de pastores del puerto de montaña de Piedrahita y Pando (Palencia)Muchos de esos pequeños operadores cuentan con más de 30 años de experiencia en el sector de las telecomunicaciones. «Nacimos a finales de los ochenta con el video comunitario. Luego fuimos adaptando la tecnología a través de cable ADSL, redes inalámbricas, fibra óptica… Hoy podemos dar servicio con latencias de milisegundos y velocidades de cien megas. Nuestro nivel tecnológico tiene un estándar de calidad muy alto y puede competir con los grandes operadores», afirma García Vidal.

El 87,5% de la población dispone de cobertura de banda ancha ultra rápida (100 Mbps)

Llegan donde no quieren las grandes compañías, porque los números no les cuadran. Así de claro. «En una ciudad, un kilómetro de fibra da servicio a miles de usuarios. En un pueblo a 20 o 30. El coste es el mismo pero el retorno es mayor en bloques residenciales. Podemos hacer instalación de fibra en ciudades de 60.000 habitantes pero ya hay tres o cuatro operadores compitiendo. Así que buscamos pueblos pequeños donde no hay ninguno. También hay muchas casas que no están ni en el pueblo ni en urbanizaciones. Ahí es donde vamos», comenta Fernando Grande, director Comercial de Akiwifi, un operador de Castellón que tiene una cartera de 16.000 clientes y 19 franquicias por España. En conclusión, «el operador local no es una competencia para las grandes, sino un complemento para llevar conectividad a esas zonas donde las grandes operadoras han manifestado que no tienen interés o no es rentable», afirma García Vidal.

Negocios de cercanía

La proximidad es una clara ventaja para ellos. «Un operador local es más rápido y ágil para implantar nuevas tecnologías. La cercanía al cliente nos permite diferenciarnos en servicio. Tenemos oficinas donde nuestros usuarios resuelven un problema de facturación, de instalación, mantenimiento… Resolvemos en una o dos horas cualquier incidencia técnica que se pueda producir. Tenemos el control de nuestra propia red», argumenta Diego Soriano, director adjunto de Redfibra Comunicaciones que opera en tres pueblos de la provincia de Alicante. En 2006 instalaron una red de fibra óptica en Callosa del Segura (19.000 habitantes), «cuando las grandes estaban haciendo las primeras pruebas de fibra en Madrid», apunta.

Otras veces se integran en un grupo mayor. Es el caso de Avatel que en 2019 empezó a adquirir operadores locales para constituir un sólido grupo empresarial. «Tenemos más de cien operadores, que siguen trabajando de la misma manera, manteniendo su marca y sus trabajadores, bajo el paraguas del grupo», explica Isabel Parreño, directora del área de Operaciones de Avatel. «Se trata de mejorar y ser más competitivo —defiende—, de consolidar un sector que lleva muchos años en funcionamiento y no va a dejar de estar».

En municipios de 500 habitantes y menos apenas llega la cobertura ultra rápida al 20% de los residentes

«Crecemos como una mancha de aceite, que se expande al pueblo de al lado. Hay operadores pequeños que desarrollan su red en cuatro o cinco pueblos. Otros cubren más de cien. En infinidad de pueblos han sido capaces de desplegar mil o dos mil metros de fibra para dar cobertura a un núcleo de población de 7 personas», dice Vidal. Hay ejemplos como el de Antenas y Sistemas de Comunicaciones, que ha ganado la adjudicación del Plan de Extensión de Banda Ancha de Nueva Generación (Plan PEBA) en 2020 para llevar fibra a 105 municipios de Guadalajara en los próximos tres años. Raúl Heranz, apoderado de esta operadora, da cuenta de la dispersión geográfica y poblacional de la zona. «Guadalajara es, después de Burgos, la provincia con más municipios del país: 218 y 400 núcleos de población. Pero solo 7 tienen más de 5.000 habitantes. El resto son de 20, 40, 50… Por ejemplo, la pedanía de Villacadima solo tiene uno».

«Los operadores locales que tienen el rol de desarrollar el sector encuentran dificultades añadidas en la parte técnica y económica. A veces no pueden crecer más porque no tienen recursos para desarrollar su infraestructura», considera Pedro Abad, CEO de la recién aparecida Asteo Red Neutra, un mayorista que desarrollará una infraestructura de más de 1.300 km para llevar fibra a 500 pueblos de Extremadura y Castilla y León. «Otros operadores usarán nuestra red para dar servicio a estas zonas», explica Abad.

En un mercado tan dinámico hay espacio para todos, como asegura Cristina Amor, directora ejecutiva de Comunicación, Asuntos Públicos, Sostenibilidad y IR de Eurona, una empresa española que ofrece conectividad vía satélite allí donde no llega la fibra. «La España rural —afirma— es un mercado en el que caben todos los operadores realmente comprometidos con el medio rural y quieran apostar por el futuro de sus habitantes, porque nadie se queda atrás en conectividad y digitalización». Un reto que cada día parece más cercano de alcanzar.

Source: Noticias

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