El primer ministro islandés descarta dimitir por las revelaciones de Panamá
La tormenta de los «papeles de Panamá» también salpica al primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson. Según diversos medios y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, Gunnlaugsson invirtió desde paraísos fiscales cuatro millones de dólares en bonos de tres bancos islandeses nacionalizados durnate la crisis, de los que se desprendió en 2009 al llegar al Parlamento, vendiéndoselos a su mujer por un dólar.
Las revelaciones han indignado a los ciudadanos de esta isla del Atlántico Norte de 320.000 habitantes. Unos 10.000 manifestantes se concentraron anoche frente al “Althingui” (Parlamento) en Reikiavik para pedir la dimisión del primer ministro bajo el grito de “¡Elecciones ahora!”, según informa el diario “Iceland Monitor”. Al menos una persona fue detenida por la Policía por lanzar huevos y yogures contra las ventanas y los muros del edificio.
Pese a la presión en la calle, Gunnlaugsson se negó ayer a dimitir. Preguntado el domingo por las acusaciones de fraude fiscal, reaccionó de forma airada, abandonando la entrevista al sentirse acusado por el periodista, según expresó. Ayer, en un tono más contenido, el primer ministro, que ya había negado el mes pasado cualquier irregularidad en materia fiscal, rechazó dimitir y defendió los «buenos resultados» de su gestión en una entrevista en el Canal 2. «El progreso ha sido bueno y es importante que el Gobierno pueda terminar su trabajo», explicó. El primer ministro se limitó a apuntar que «escuchará» la voluntad de la ciudadanía «en las próximas elecciones», previstas para la primavera de 2017. Sólo lamentó su desplante al reportero en la mencionada entrevista del domingo.
Sin embargo, la oposición no está dispuesta a aguardar un año y exige la convocatoria de elecciones anticipadas. La Alianza Socialdemócrata avanzó ayer que presentará una moción de censura contra el Gobierno. «La gente está triste y decepcionada de que no se haya hecho más por recuperar la confianza perdida tras el colapso bancario de 2008. Estos hechos ciertamente no ayudarán», lamentó Katrin Jakobsdottir, la líder del Movimiento de Izquierda-Verde. Con todo, una moción de censura estaría abocada al fracaso, dado que la coalición gubernamental (liberales y conservadores) cuenta con 38 de los 63 diputados del «Althingi».
Gunnlaugsson llegó al poder en 2013 con el apoyo del Partido de la Independencia, cuyo líder, Bjarni Benediktsson, actual ministro de Finanzas, también aparece en los «papeles de Panamá».
Desde su cuenta de Facebook, la ex primera ministra socialdemócrata Johanna Sigurdardottir reclamó la dimisión de su sucesor por poner en riesgo la credibilidad del país y haber roto la confianza de la ciudadanía con el Gobierno.
El hartazgo de los islandeses con su clase política no es nuevo. La «revolución de las cacerolas» tumbó en enero de 2009 al Gobierno por su responsabilidad en el “crash” financiero de 2008. Posteriormente, rechazaron en dos referendos pagar por los errores de sus bancos e indemnizar a los clientes británicos y holandeses de una de las entidades nacionalizadas. Finalmente, la presión popular llevó en 2011 al banquillo al ex primer ministro Geir H. Haarde por no haber sido capaz de anticiparse a la explosión de la burbuja bancaria.
Ocho años después del terremoto financiero en el otrora “tigre vikingo”, la economía se ha recuperado, pero muchos ciudadanos siguen ahogados económicamente por unas hipotecas indexadas a divisas extranjeras durante el “boom” inmobiliario.
Source: The PPP Economy