El Gobierno quiere convertir a España en "hub" global del gas


El futuro es gaseoso. Así lo considera al menos la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que prevé aumentos del consumo de este hidrocarburo de hasta el 50% hasta 2040, lo que le convertiría en el combustible tradicional de mayor crecimiento. Para llegar a esta conclusión, sólo hay que fijarse en tres factores: la descarbonización mundial sellada en la pasada cumbre del clima de París, la equiparación de los precios del gas con el carbón (aún sensiblemente más barato) y la irrupción del «shale» gas en los mercados, sobre todo el proveniente de Estados Unidos, que prodría convertirse en el primer exportador mundial en 2020.

La propia Comisión Europea ha apostado claramente por una mayor gasificación del continente, dentro de su estrategia para consolidar un Mercado Único de la Energía, y por reducir la absoluta dependencia de la mayoría de países del siempre inestable suministro ruso.

En este entorno, España parte de una posición privilegiada para convertirse en un «hub» gasístico global, especialmente para diversificar el suministro del resto de Europa. España es hoy el país europeo con mayor capacidad de regasificación al contar con 7 de las 22 plantas instaladas en el continente y el mayor reexportador de gas natural licuado (GNL). La cuota reexportadora de GNL alcanzada por España en 2015 fue el 26% del total mundial, superando a Países Bajos y Bélgica, ambas con una cuota del 19%.

La mayoría del GNL reexportado fue para Egipto, Corea del Sur, Argentina, India, Japón y Brasil. A esto hay que unir que, mientras hay hasta seis socios europeos dependientes únicamente del suministro ruso, España recibe gas de hasta ocho orígenes distintos, lo que garantiza la seguridad y diversificación del suministro. El 60% de ese gas natural provino de Argelia, pero gracias a la capacidad de España para transportar GNL sólo el 58% del gas entró por tubo mientras que el 42% restante se hizo mediante 203 descargas que realizaron los buques metaneros en las seis plantas regasificadoras activas con las que cuenta el sistema gasista español. Gracias a esta doble vía de entrada, llegó gas a España desde destinos como Nigeria (12%), Trinidad y Tobago (4%), Perú (3%) o los países del Golfo (9%).

Por contra, el 86% del gas que entra en el resto de Europa lo hace vía gasoducto y sólo un 14% llega en forma de GNL.

El Gobierno en funciones ya puso a finales del pasado año las bases para que España aproveche las infraestructuras disponibles y opte a un mayor desarrollo de las conexiones internacionales para regular de forma organizada el mercado del gas.

El nuevo Mibgas (Mercado Ibérico del Gas) puede convertirse en el gran centro donde se fijen los precios para buena parte del continente y, en un futuro, para toda Europa. Con ese objetivo, el Gobierno en funciones pretende captar el máximo de operadores y de inversores. Aunque España parte de una posición retrasada en comparación con el mayor «hub» gasista de Europa (Reino Unido), el Brexit puede provocar la estampida de operadores y agentes hacia España.

Source: The PPP Economy

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