El gestor de la Bolsa denuncia el daño que la tasa Tobin causa a España como destino inversor


La tasa Tobin española nació a principios de año a imagen y semejanza de la francesa. Ambas lo hicieron gravando un 0,2% las transacciones sobre acciones nacionales, aunque los galos más adelante la aumentaron una décima. En lo que también se empiezan a parecer es en los efectos que tienen sobre el mercado financiero. Todos ellos perjudiciales, tanto para los usuarios de Bolsa, los brókeres y el país en general.

El Tribunal de Cuentas francés, en su momento, concluyó que este nuevo impuesto redujo un 10% las transacciones en el parqué del país. En España todavía no hay cifras, pero sí múltiples alertas. La última, desde Bolsas y Mercados Españoles (BME) en su informe anual sobre la propiedad de las acciones cotizadas, publicado hace algunas semanas.

«La fuerte presencia de accionistas extranjeros en las principales empresas españolas y la importancia del mercado bursátil para dotar de valoración eficiente a estas participaciones y proporcionar la liquidez adecuada es uno de los argumentos en contra del Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF) no consensuado en el ámbito de la UE como el que se ha empezado a aplicar a las acciones de las empresas cotizadas en la Bolsa española desde enero de 2021», reza el documento. Va mucho más allá al señalar que «el mercado bursátil español y, por ende, las principales empresas españolas cotizadas están siendo injustamente penalizadas como alternativa de inversión frente a otras empresas competidoras radicadas en otros mercados europeos o no».

BME reconoce que el efecto del nuevo impuesto ya se está dejando notar tras alrededor de siete meses en vigor. Su efecto negativo está impactando en «los volúmenes transaccionados sobre dichas acciones con consecuencias muy negativas sobre la actividad y el empleo» de la industria de valores. Así las cosas, el gestor de la Bolsa española explica en su informe que el impuesto no solo castiga a los inversores sino que «tiene efectos muy perniciosos para las empresas, para la industria financiera y, finalmente, para España como destino de inversión».

Según el informe de BME, los extranjeros poseían en 2020 el 49,9% de las acciones de la Bolsa española, cuando un año antes el dato estaba en el 50,2%. Apenas tres décimas, pero que frenan la escalada en este sentido; aunque el año pasado aún no estuviera en vigor, el anuncio ya era real. Las familias, por su parte, aumentaron en un punto porcentual su peso como dueños de las acciones del parqué nacional, hasta el 17,1%, algo que no pasaba de 2014.

Siguiendo con la fiscalidad, BME da un golpe al Gobierno a costa de todo el mapa tributario para el sector de la inversión. «Es urgente un replanteamiento de la estrategia fiscal que afecta a los productos financieros en España, no solo porque supone quedarse fuera de tendencias y procesos de inversión relevantes en el mundo, sino porque hay experiencias donde la fiscalidad adaptada a las necesidades ha tenido efectos positivos sobre el desarrollo de actividades y sectores importantes para la economía española», afirma el gestor bursátil, que pone de ejemplo de éxito el caso de las socimi y el sector inmobiliario en la última década.

Efecto en los minoritarios

Como avanzó ABC en enero y confirma BME en su informe, las transacciones en Bolsa se están reduciendo, al igual que ha ocurrido en Francia. Pero los efectos van más allá.

Los brókeres son los que ingresan el dinero del impuesto, mediante una liquidación mensual -además, hay una declaración anual-, pero el pago realmente se le traslada al cliente, es decir, a quien compra acciones. Es por ello que las operaciones sobre empresas españolas en el parqué se retraen.

Sin embargo, la ‘tasa Tobin’ dispone de una vía de escape: operar a través de CFD, lo cual no está gravado, igual que ocurre con las operaciones intradía. Estos productos, según figura en la página web de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), «son contratos en los que un inversor y una entidad financiera acuerdan intercambiarse la diferencia entre el precio de compra y el precio de venta de un determinado activo subyacente». En suma, productos muy complejos y arriesgados sobre los que la CNMV y su superior europeo han advertido en multitud de ocasiones; de hecho, soportan ciertas restricciones para los inversores minoristas, ya que una persona puede invertir mil euros en CFD y estar expuesto en realidad como si hubiera puesto sobre la mesa 50.000 en el caso de las divisas o 5.000 en el caso de las acciones.

Fuentes financieras ya confirmaron a ABC en las primeras semanas de entrada en vigor de este impuesto que la actividad en CFD en los brókeres iba al alza. Ahora, se confirma la tendencia, que continúa creciendo. La tasa Tobin empuja a inversores de a pie a productos de elevado riesgo, al tiempo que daña al mercado español.

Source: Noticias

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