De profesión, astronauta


Mientras el mundo vive una nueva fiebre espacial en la que las empresas y los ingenieros españoles piden protagonismo, la

ESA (la Agencia Espacial Europea) vuelve a poner en la órbita de la realidad el sueño de muchos niños o niñas: convertirse en astronautas. Una oportunidad que se presenta raramente, ya que han pasado 13 años desde la última convocatoria. Varios aspirantes españoles están ya en una carrera que pocos están llamados a culminar, pero que es solo la punta del iceberg de una vocación sólida que puede manifestarse en otras muchas actividades relacionadas con ese universo profesional tan amplio que es la exploración espacial.

¿Pero qué se necesita para conquistar el espacio? Más allá de exigencias físicas o académias, el Santo Grial es encajar en todas las expectativas, y eso conlleva preguntarnos qué implica ser astronauta. Para Paola Castaño, socióloga espacial, «son personas que hacen un poco de todo, son competentes y resilientes. Operan como técnicos delegados de un gran número de investigadores, deben ser muy buenos comunicadores por el aspecto público y educativo de lo que hacen».

Además, Castaño resalta que virtudes como la resisistencia y la formación multidisciplinar son esenciales. «Tienen que desarrollarse en campos distintos sin tener una especialidad que suponga un interés en una sola cosa. Mostrando, en el proceso, una gran resistencia, porque la experiencia de ir al espacio es muy adversa tanto para la mente como para el cuerpo, ya que están en un espacio aislado, confinados y con una gran presión de tiempo siguiendo un horario en el que saltan de una temática distinta a otra: dos horas de ejercicio, tomar una muestra de tejido animal, sacarse sangre, arreglar un conducto de ventilación o hablar con un congresista de EE.UU.

Todo eso mientras les duele la cabeza todo el tiempo, porque hay un nivel de CO2 alto, con un espacio privado del tamaño de una cabina telefónica. Éstos no son navegantes cósmicos de mucho glamour, sino todo lo contrario soportan condiciones difíciles en un entorno adverso». Pero es ahí donde reside su mérito, conseguir que la condición humana sobreviva en un espacio que no está hecho para ella, y lograr volver para contarlo. La ESA ha dado de plazo hasta el 18 de junio para presentar las solicitudes. Solo 24 aspirantes serán seleccionados, cuatro como astronautas profesionales y el resto en situación de reserva. Por primera vez, la convocatoria se amplia para los parastronautas, personas con discapacidades físicas interesadas en la exploración.

Sergi Vaquer monitorizando a un astronauta


ESA

Sergi Vaquer, médico de la ESA, detalla que el perfil que se busca entre los candidatos a nuevos astronautas está enfocado a las ciencias o la tecnología y con tres años de experiencia laboral. Debe tener un máster y conocimiento del inglés, tiene que estar en buena forma física y no superar los cincuenta años. Una vez seleccionado. el astronauta profesional tendrá un contrato inicial de cuatro años con un salario entre los 5.400 a 8.600 euros al mes. En el caso de los parastronautas, abarca a discapacitados con piernas de distintas longitud, falta de una pierna a nivel de la rodilla o por debajo o con una altura inferior a los 130 cm. Pero Vaquer aclara que la agencia no garantiza que puedan lanzarlos al espacio, pero sí que usarán los recursos y el tiempo para intentarlo, ya que es un proyecto de viabilidad. Como embajadores, los parastronautas demostrarán que lo que hasta ahora era improbable puede ser posible.

En lo que a ganas se refiere los candidatos españoles están preparados para el reto. La astrofísica Mariona Badenas, licenciada en Yale e investigadora en el MIT, considera humildemente que los intereses se buscan y que las pasiones te escogen. «Recuerdo ver el cielo de Tarifa con mi padre. En esos momentos recordaba a mi abuela que habría querido estudiar física, pero su padre le dijo que estudiara farmacia porque era más propio de chicas. Eso motivó mi interés por el espacio». A Badenas la escogieron en 2018 para la misión internacional de la

Mars Society

que simulaba en el desierto de Utah una misión a Marte. Como cocomandante el verdadero desafío fue tener a siete personas conviviendo dos semanas en un cilindro de ocho metros de diámetro.

La astrofísica Mariona Badenas


Blog Mariona Badenas

La astrofísica detalla: «Nos duchábamos cada 3 o 4 días y la comida deshidratada fue otro desafío porque no te acaba de llenar mucho y sigues teniendo hambre. Cuando vas con la vestimenta, los guantes, la radio, la visera, tu caja de herramientas tu movilidad está tan restringida que te metes en el papel de los astronautas. Los astronautas llevan 130 kilos de vestimenta en la Tierra, que no pesa nada en los paseos espaciales, pero los nuestros pesaban 10 kilos».

Considera que la selección de personas con discapacidades es una oportunidad interesante, porque recuerda una conferencia de la astronauta Samantha Cristofforeti que comentó que en el espacio todos tenemos alguna discapacidad, dado que no hemos nacido como especie para explorar el espacio, lo que nos hace una especie espacial es la tecnología.

La consigna que ha seguido a lo largo de su vida se remonta a cuando estaba intentando ir a un programa de verano del MIT con quince años: «Mis padres me dijeron que escribiese preguntando, porque el no ya lo tienes, solo puedes ganar el sí».

La condición humana

Tiene en común con David Vallverdu, ingeniero aeroespacial barcelonés y apasionado del espacio, el que no quería dejar pasar la oportunidad de presentarse a la ESA. «Es una empresa fascinante que te hace consciente de lo pequeño que eres frente a las dimensiones espaciales». Considera a Elon Musk una figura influyente porque ha dado la impresión, general, de que se puede hacer mucho más de lo que se estaba haciendo hasta ahora. Con su doctorado pretende ayudar a solventar el problema de la basura espacial.

David Vallverdu, ingeniero aeroespacialSu definición de un astronauta es una persona capaz de seguir unas instrucciones de forma precisa y concreta. A la vez que es capaz de colaborar con su equipo en el espacio y en tierra, manteniendo la calma para poder abordar cada escenario de la forma más eficiente posible trabajando con recursos limitados y de la forma más segura y efectiva. Pero Vallverdu destaca de los astronautas la presión psicológica consistente en periodos largos de tiempo en los que tienen que trabajar lejos de la familia y de un entorno social habitual. Pese a todo matiza: «Si no me escogen seguiré con mi doctorado y trabajando en Airbus, dado que se puede colaborar de otras maneras, el astronauta es solo uno más del esfuerzo de un equipo de personas que queda muchas veces en la sombra y que hace posible la exploración del espacio».

Este ingeniero opina que el punto más interesante de la exploración espacial es cómo puede evolucionar la vida en el espacio, porque una de las cosas que tiene que aceptar todo astronauta cuando hace la solicitud es que será un sujeto de experimentos toda su vida. Por ejemplo, se usa su cuerpo para conocer las consecuencias de estar en el espacio expuesto a la radiación, puesto que eso determinará la posibilidad de poder viajar a la Luna o a Marte en misiones de larga duración.

Sociología espacial

Paola Cataño usando un instrumento que sirve para operar con los botones dentro de la cápsula espacial Soyuz

Paola Castaño es una socióloga espacial colombiana que ha usado las herramientas de la sociología para analizar la Estación Espacial Internacional (ISS) y la ESA, así como la figura de los astronautas de la convocatoria de la ESA del 2008 . Castaño matiza que en las películas pasan cosas terribles y son los astronautas, con su ingenio, los que lo solucionan todo, «eso no tiene nada que ver con lo que ocurre en la ISS, incluso si el astronauta tiene que tomar dos aspirinas tienen que haber una reunión para decidir si tomarla o no. Todo es muy dependiente del centro de operaciones de la Tierra».

Destaca que ser astronauta ha dejado de ser, como en las misiones Apollo, un ejemplo de masculinidad heroica de hombres que vuelven y son los grandes aplaudidos. Para ella no hay tal cosa como el astronauta ideal, algunos son muy buenos en algo y van acompañados de otros con los que se complementan. Matiza que Samantha Cristofforeti es muy humana contando cosas que la gente casi no cuenta, como que la Estación Espacial huele mal, porque eso humaniza la experiencia. También en el caso de Luca Parmitano y Andrew R. Morgan en su reparación del detector de partículas. Esta socióloga considera que esto lleva a pensar qué es lo que se valora de un astronauta, «el punto alto de su misión fue trabajar en la reparación de un instrumento que es muy valioso, pero eso no ocupa los titulares de la prensa. Los medios siguen apegados a la retórica de esperar el gran evento, como ocurría con la NASA».

En su análisis de la ESA concluye que es una institución muy compleja porque es un proyecto unificado de diversos países donde es muy difícil mover las piezas, sobre todo en el aspecto político. Y si se sabe poco de ella tal vez porque está funcionando bien, ya que hay cosas de las cosas que no se sabe hasta que se rompen. Opina que la exploración espacial se está planteando como en los términos de la Guerra Fría y a la carrera política se suma una carrera comercial. Las empresas usan los contratos con las agencias espaciales como las plataformas de competencia y eso agrega otro elemento desafortunado a las tensiones políticas.

Territorio desconocido

Guillermo Rojo Gil tomándose una foto con uno de los astronautas que están a su cargo

Guillermo Rojo Gil es atleta, guía paraolímpico y entrenador de astronautas. Su interés por el atletismo nació en el colegio, prefería inicialmente el fútbol, pero su punto de inflexión fue que no le gustaba perder frente a otros compañeros de atletismo, y eso lo motivó a continuar, hasta el día de hoy que lleva la derrota como un proceso de aprendizaje.

Su incursión en el mundo paraolímpico se dio en 2018 cuando fue finalista en el campeonato de España a nivel individual en 400 metros. Lo llamó el director técnico de la Federación española para ser el guía de

Gerard Descarrega

en el campeonato de Europa de Berlín. Ganaron la medalla de oro con tan solo cinco entrenamientos juntos, y después le ofrecieron ser guía paraolímpico para Tokio 2020.

Su interés por la exploración espacial le viene desde pequeño cuando miraba por la noche el firmamento. Su reto es trabajar desde el ámbito de la prevención. «Implica que lo que le pase en el espacio o en ambientes extremos al astronauta depende en gran parte de ti», subraya. Su objetivo es garantizar que el riesgo de lesión sea mínimo. En su trato con los astronautas coincide con ellos en la visión global que tienen de la exploración espacial, con un toque muy altruista. Confiesa que a ellos no les gusta que se les describa como supermujeres y superhombres. Todo es fruto del trabajo duro y permanente. «La realidad es que los astronautas se pasan entrenando muchos años para ir unos pocos meses al espacio», explica.

Juanjo Bazán en el European Space Astronomy CentreSin embargo, para el astrónomo Juanjo Bazán todo ese sacrificio merece la pena. Él es colaborador externo del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y trabaja en herramientas de código abierto que abogan por el movimiento de una ciencia abierta. «Ser capaz de ver el planeta Tierra desde fuera, eso en sí mismo ya es recompensa suficiente», afirma.

Ciencia y arte

El astronauta de la ESA, Luca Parmitano, trabajando en el espectrómetro magnético Alfa de Caza de Rayos Cósmicos AMS-02


ESA

La astrofísica explora nuevos horizontes, pero para Badenas, volver a la Luna es importante porque es un hito que inspira a la humanidad y la une en un objetivo común. Al tiempo que los desarrollos tecnológicos para las misiones son trasladables a la Tierra a través de distintas empresas de innovación. En ese futuro será importante compaginar ciencia y arte. «Hay muchos astronautas de la antigua escuela, de la época de las misiones del Apollo, que decían que tendrían que mandar a poetas y a filósofos para que explicaran qué quiere decir estar en el vacío del universo con palabras que no solo sean técnicas», defiende.

Por todo ello, Badenas se propone formar parte en 2023 de una tripulación interdisciplinar y multigeneracional de 7 mujeres españolas que tendrá el nombre de Hipatia 1. La idea es seguir siendo fiel al Tratado del espacio exterior de 1967 para poder ampliar fronteras porque «el espacio no es de nadie, es de todos y hay que tratarlo como tal». Y algunos lo tienen ahora al alcance de la mano.

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