De los Sindicatos


Los sindicatos son necesarios. Nadie duda de que en nuestro estado social y democrático se precisan organizaciones sindicales que agrupen los intereses de los trabajadores para la defensa de sus derechos legítimos. Esta realidad social se confirma legalmente en varias referencias constitucionales y leyes de especial rango, que todos conocemos en nuestro país. Sin embargo, la realidad viene contrastándose en los últimos años con un claro alejamiento del devenir empresarial y de los intereses de los trabajadores de nueva incorporación al mercado laboral.

Igualmente, las nuevas formas de trabajo, más flexibles, más alejadas de la tradicional prestación laboral, se antojan a veces incompatibles con las actuaciones sindicales. Eso explica, en parte, el bajo nivel de afiliación (de los menores de Europa) de nuestros trabajadores a las organizaciones sindicales.

Esta asimetría (contradicción entre la fuerza legal e institucional y la representación real) parece que está abocando a una cierta deslegitimización del poder sindical en España para abordar cuestiones de trascendencia de nuestro mercado de trabajo o, lo que es peor, una pérdida del papel tradicional del sindicato como instrumento de defensa de los derechos de los trabajadores, creándose nuevas plataformas sociales que consiguen aunar mejor esos intereses o, en el plano concreto de la empresa, individualizando las relaciones entre trabajador y empresario.

Por ello, se debe hacer una llamada: de un lado para que los líderes sindicales reflexionen sobre la situación actual, haciendo hincapié en su autonomía (un sindicato fuerte es un sindicato independiente en sus actuaciones, en su ideología y en su relación con el poder público. No se debe estar condicionado a los vaivenes del gobierno de turno); en su vocación de servicio (frente al papel tradicional de defensa de los derechos laborales de los trabajadores, el sindicato debe modernizarse y ofrecer a sus afiliados algo más, servicios de valor añadido que puedan ser aprovechados por ellos mismos, incluidos los nuevos «trabajadores» de la nueva economía digital); en su globalización (las empresas, la economía y cualquier ámbito social está actualmente globalizado. Si el sindicato actúa sobre ellos debe igualmente globalizarse y conseguir un campo de acción que traspase el mero ámbito local o nacional); y en definitiva, en su profesionalización (que pasa no sólo por su funcionamiento interno sino por la selección cuidadosa, profesional y esmerada de los miembros que componen los órganos de gobierno y delegados del sindicato). Pero también hay que buscar soluciones legales y razonables, con el apoyo empresarial e institucional, para que el ejercicio del derecho fundamental a la libertad sindical no se convierta en refugio de trabajadores en búsqueda de protección ilegítima, sino en cumplir fielmente la vocación del mismo. De ahí que se haga necesario repensar con calma el desarrollo de estos derechos, que deberían provenir fundamentalmente de soluciones internas de las organizaciones sindicales.

* Abogado y profesor de Derecho del Trabajo. Universidad Francisco de Vitoria

Source: The PPP Economy

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