Ciudad, ruralidad y despoblación


Empiezo hoy, ustedes me disculpan que medie en el debate pero no puedo evitarlo, con Fray Luis de León cuando al campo le canta: “¡Oh deleitosos senos, repuestos valles, de mil bienes llenos!”. No se conocían en otras épocas los estériles y artificiales debates que hoy inventamos para propósitos no siempre claros, pero siempre enfrentando, que no confrontando, a ideas contra ideas, por mal construidas que estén, a grupos contra otros, o a personas contra personas a cuenta de géneros o números. Estos debates se repiten, por desgracia, en una gran mayoría de las cuestiones que hoy dominan la política patria. Y ahí comienza esta breve Ciudad Abierta, con la intención de que cada cosa o concepto, siquiera somera o mínimamente, ocupe el lugar que le corresponde. Tratando de evitar, de paso, uno de los mayores males de la sociedad de nuestro tiempo que no es otro que el de hacer de la anécdota, categoría, soslayando, por desgracia, uno de los mayores regalos de nuestra transición democrática, que fue el de hacer de la necesidad, virtud.

Algunos asistimos atónitos estos días, por los términos en que se plantea, al debate, muy necesario y sano por lo demás, sobre la despoblación y las políticas y acciones necesarias para atender al problema. Sin embargo, aquellos términos, lejos de ser constructivos, vuelven a focalizar las posturas en torno a un nuevo enfrentamiento, este entre campo y ciudad. Lo equiparan a la eterna diatriba, estéril como casi todas, de pobres contra ricos o viceversa. No encuentro espacio hoy para profundizar en las fórmulas que propone Hacienda para modificar o actualizar, en lo posible, el sistema de financiación territorial, que será uno de los principales instrumentos, no el único, para buscar el esencial equilibrio entre los principios constitucionales de igualdad y autonomía, operando así el principio de cohesión territorial que habrá de contemplar indefectiblemente cualquier solución para el despoblamiento. Solo un apunte. El último informe publicado al respecto por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), entre otras disfunciones señala que la nueva fórmula propuesta por Hacienda para calcular la población ajustada, cual es la variable del sistema de financiación autonómico que refleja las necesidades de gasto de los territorios, pudiera suponer la confección de un traje a medida para favorecer a algunos territorios en detrimento de otros. Mal comienzo para la activación de la cohesión territorial como traducción esencial del aludido principio de igualdad. Cohesión territorial que se considera principio vertebrador de la política territorial europea desde su formulación en el Tratado de Lisboa, en vigor desde el 1 de enero de 2009.

Con todo, el defecto principal de los términos del debate es aquella confrontación entre urbano y rural, entre ciudad y campo, que se presenta como culpable de la ausencia de cohesión social y territorial, dando a entender que ciudad y campo son dos mundos diametralmente opuestos y condenados, bien al enfrentamiento, bien a una suerte de obligación por la que la ciudad debe indemnizar o, cuanto menos, compensar al campo. Separemos conceptos.

«Confronten, no enfrenten. Cultiven el diálogo, generen debate, impliquen a la sociedad. Ya saben que campo bien regado, campo preñado»

España es uno de los países más urbanizados de nuestro entorno, situándonos por encima de la media europea y, así, la población que se halla en áreas densamente pobladas supone cerca del 50 por ciento, mientras que el resto lo hace en pequeñas ciudades y en áreas rurales. Según Eurostat, aproximadamente el 24 por ciento de la población española vive en áreas típicamente rurales, y un porcentaje muy similar en áreas intermedias, asimiladas muchas en la práctica a áreas urbanas. Por otro lado, por lo que se refiere a la distribución porcentual de superficie total de España, cerca del 90 por ciento se clasifica como rural. Nuestro territorio ofrece, por tanto, acusados contrastes entre población y espacio.

Existe un importante grado de indeterminación al hablar de ámbito rural, derivado de esas áreas intermedias, asimiladas a lo urbano pero fuertemente ruralizadas, lo que en el debate lleva a las generalizaciones o a la demonización de lo urbano. Entre el mundo rural y el urbano no se puede establecer una frontera donde acabe uno y empiece el otro. Existe una gradación entre ellos. Podremos hablar, pues, de sociedades más o menos rurales, más o menos urbanas. Existe una complementariedad entre el ámbito rural y el urbano, separados por una línea difusa, resultante del escaso contraste, físico y/o social, existente entre un mundo y el otro. Hay un continuum entre lo rural y lo urbano. Partiendo de esta realidad, podrán confrontarse cuáles han de ser las políticas para evitar el despoblamiento, empezando por tales áreas difusas. En otro caso, volvemos a enfrentar conceptos olvidando su complementariedad y ello llevará al enfrentamiento entre ambos derivando, en nuestro sistema, en conflictos regionales. Son muchas las dificultades y extensas las posibilidades y las fórmulas para implementarlas. Búsquense aquellas que procuren el equilibrio entre el medio ambiente y lo urbano, las políticas fiscales que incentiven la modernización del mundo rural y la implantación en sus espacios de nuevas empresas compatibles con su protección, la facilitación permanente de la inversión privada en el campo, la prestación de los servicios esenciales, educativos, sanitarios y asistenciales con base, también, en la colaboración público-privada como alternativa a la financiación tradicional. Favorézcase la mejora de las comunicaciones terrestres, la inversión en I+D+i, la construcción de infraestructuras y la regeneración o renovación de las existentes.

No se fíe todo sólo a la financiación pública territorial. No sigan centrándose en la diferencia.

Las verdades absolutas y el enfrentamiento de conceptos solo ayudarán a borrar lo que nos une y a avivar el desencuentro. En España no existe el conflicto campo vs. ciudad, salvo que nos sigamos empeñando en generarlo. Confronten, no enfrenten. Cultiven el diálogo, generen debate, impliquen a la sociedad. Ya saben que campo bien regado, campo preñado.

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