Capacitados para trabajar


Cuando se trata de medir el valor que aportan los trabajadores a su empresa existe un indicador clave: el talento. Sin embargo, ya sea por prejuicios o por desconocimiento, esto no ocurre con todas las personas que se encuentran en edad de desempeñar una actividad laboral. Según el INE, en 2016 la tasa de paro de las personas con discapacidad era del 28,6%. «La discapacidad es una condición que no define a la persona y no repercute en su rendimiento si la contratación es coherente y acorde a sus necesidades», indica Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco. «Cuando una empresa pone el foco en la discapacidad y olvida las competencias del candidato no sólo pierde competitividad, sino que reduce las posibilidades de encontrar a la persona idónea para el puesto», apunta. Y es que en España la tasa de paro de personas sin discapacidad es nueve puntos menor que la de las que sí la tienen.

Pero si en algo están de acuerdo los expertos es en que las personas con discapacidad presentan una serie de virtudes que son altamente beneficiosas dentro de la empresa. «En muchas ocasiones están acostumbrados a convivir con el sacrificio y ello refuerza su espíritu de superación, su creatividad y su motivación», subraya Mesonero. En la misma línea, Alejandra Vázquez, coordinadora de proyectos de la Fundación Diversidad, explica que la realidad de las personas con discapacidad se traduce en una serie de competencias y visiones particulares que constituyen una oportunidad única para las empresas. «Se mejora la innovación al estar motivados por diferentes puntos de vista, además de contar con una mayor resistencia a situaciones adversas al estar acostumbrados a superar barreras todos los días, incluso en las actividades más básicas», asevera. «Cuando una persona con discapacidad se integra en un equipo de trabajo es muy difícil que en la empresa se escuche que algo no se puede hacer», apunta. Se trata de una lucha diaria por la autosuperación que se aplica a todos los ámbitos de la vida.

Por otra parte, «cabe destacar el elevado nivel de compromiso que presentan las personas con discapacidad, que se contagia al resto de la plantilla», subraya Vázquez. De esta manera se crea un clima laboral en el que se contagian el afán de superación y las ganas de estar cada vez más comprometidos. «Cuando se integran personas con discapacidad en la empresa, los empleados sienten que su centro de trabajo es reflejo de la sociedad y que se respeta la diversidad de las personas, lo que les lleva a dar lo mejor de sí mismos», apunta Mesonero. No se trata únicamente de beneficios fiscales o de la imagen de la empresa: los beneficios que se obtienen al no caer en prejuicios con las personas con discapacidad abarcan todos los aspectos de la compañía.

Es evidente que la vida de cualquier persona cambia al poder acceder a un puesto de trabajo. Aporta autonomía e independencia, aumentando significativamente la calidad de vida. «En el caso de las personas con discapacidad es un derecho que les garantiza una integración plena en la sociedad», dice Vázquez. No se trata sólo de unos ingresos económicos, sino también de una percepción positiva de sí mismos. «Cuando una persona con discapacidad consigue un empleo, esta condición pasa a un segundo plano y su vida se equipara a la de cualquier otro ciudadano», explica Mesonero. Sin embargo, esto no es siempre tan sencillo. «Desgraciadamente, todavía son muchas las personas con discapacidad que no han tenido una oportunidad laboral, que han llamado a muchas puertas y ninguna se ha abierto», apunta Paola del Río, directora Corporativa de Recursos Humanos y Medios del Grupo Ilunion. Una falta de oportunidades que muchas veces tiene que ver también con la incapacidad de las empresas de hacerse accesibles.

«Debemos abordar la discapacidad y la accesibilidad como un todo y para todos», indica Del Río. «En ocasiones, aunque queramos a nivel interno hacer modificaciones en nuestras oficinas o entorno no es posible por limitaciones como la calle o el mismo ascensor», explica Vázquez. «Las empresas de nuestro país están cada vez mejor preparadas para la incorporación de personas con discapacidad, existe una evolución positiva», apunta del Río.

Si bien es cierto que los ayuntamientos suelen ser bastante estrictos a la hora de garantizar que estas barreras se eliminen, hay ocasiones en las que factores como el ancho de las aceras impiden el resultado deseado. La ayuda de la administración es fundamental.

Source: The PPP Economy

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