Álvarez unifica las sedes de UGT para mantener a raya a sus críticos
José María Álvarez sustituyó al frente de la UGT a Cándido Méndez hace apenas tres meses. En este corto periodo de tiempo, el nuevo líder ugetista ha marcado su impronta. Ha cerrado, con luces y sombras, el proceso de reestructuración del sindicato reduciendo a tres las federaciones sectoriales y está inmerso en el proceso congresual de las uniones territoriales, incluida la UGT de Cataluña, que desde hace dos meses está dirigida por una bicefalia. Su objetivo principal: adecuar la organización sindical a la nueva realidad de las empresas y de los trabajadores, poniendo como objetivo principal el paro y la estabilidad con el empleo.
Además, Álvarez está enfrascado en achicar el volumen del sindicato para adaptarlo a la nueva situación económica. En este ámbito, el nuevo secretario general ugetista va a anunciar en breve una decisión que si bien parece testimonial tiene una gran enjundia en el mundo de la UGT. La ejecutiva confederal dejará el convento de Santa María Magdalena, en la madrileña calle de Hortaleza. Allí se trasladó la sede del sindicato cuando se abandonó el edificio de la calle San Bernardo y allí ha estado el despacho de Cándido Méndez en la mayoría de su mandato. Álvarez tiene la intención de dejar estas instalaciones para trasladarse junto a las federaciones sectoriales, que se albergan en el edificio de la Avenida de América.
Esta sede es la tradicional de las federaciones sectoriales desde que se abandonó la Avenida de los Toreros a finales de los 80. Después de la reestructuración que ha dejado únicamente tres grandes federaciones, el nuevo secretario general quiere aprovechar el espacio libre y trasladarse junto a su ejecutiva y los colaboradores de la misma a la sede de Avenida de América. Así, Álvarez unificará en una misma sede a todos los organismos de la UGT para «facilitar una mayor comunicación y una mayor agilidad en la acción sindical», comentan en su entorno más inmediato. Esta convivencia entre federaciones y ejecutiva confederal es inexistente desde los primeros años de la transición. Nicolás Redondo separó los dos organismos y Cándido Méndez mantuvo esta separación. Álvarez le ha dado la puntilla.
El abandono del convento de Hortaleza dejará el local libre. A diferencia del edificio de Avenida América –que forma parte del patrimonio sindical–, el convento es propiedad del sindicato. Su venta podría suponer una inyección económica al sindicato, pero Álvarez no tiene la intención de tomar decisiones con prisas. Ahora sólo toca unificar los organismos en una única sede para aprovechar sinergias y lanzar un mensaje de unidad tras un congreso que partió al sindicato en dos. Si Hortaleza se vende ya se verá. Según responsables del sindicato, no hay que tomar decisiones en caliente. De momento, Álvarez quiere reducir costes y reforzar la relación de la ejecutiva confederal con las federaciones sectoriales.
Las relaciones entre las dos estructuras son manifiestamente mejorables. La fusión entre metal y construcción y la química y el textil dejó una federación dividida casi al 50%. Al frente de la federación de servicios se encuentra el candidato que disputó a Álvarez la secretaria general, Miguel Ángel Cilleros. De hecho, el nuevo responsable del sindicato sólo tiene un apoyo mayoritario en la federación de servicios públicos dirigida por el histórico Julio Lacuerda. Esta división interna debe ser resuelta de forma inmediata para cohesionar la organización en el ámbito interno y mejorar la acción sindical, una asignatura pendiente que el nuevo dirigente ugetista quiere aprobar. Desde su entorno no se critica la gestión de Méndez en este campo, «pero siempre las cosas se pueden mejorar», añaden.
Las elecciones sindicales están arrojando unos resultados aceptables que permiten a Álvarez ganar tiempo para poner a la nueva UGT en forma. Abandonar el convento e ir a la Avenida de América es valorado como un acercamiento a los problemas cotidianos que las federaciones afrontan a diario. Con este paso, la nueva dirección del sindicato quiere arremangarse y ponerse al frente, un paso necesario para taponar la sangría que la UGT en particular y los sindicatos en general han sufrido en estos años de crisis económica.
Source: The PPP Economy