A vueltas con los ERE y los sueldos de la banca


Los nuevos retos a los que se enfrenta la banca, en un escenario de tipos de interés negativo, inmersos en una crisis económica, y con la banca digital en auge, exigen a las entidades financieras ajustar costes para poder mantener el negocio y la rentabilidad. El único sentido en estos momentos de las fusiones en el sector bancario es aprovechar sinergias para mantener los ingresos con menos gastos. Y eso, por muy doloroso que sea, supone cerrar oficinas y reducir el número de empleados. Lo sabía el Gobierno cuando autorizó la fusión de Bankia y CaixaBank. De hecho el FROB, que forma parte del Consejo de la nueva entidad, y que depende del Ministerio de Economía, ha apoyado el ERE de más de 8.000 personas planteado por la entidad resultante de la fusión, y ha votado también a favor de subir el sueldo del que fuera presidente de Bankia.

José Ignacio Goirigolzarri, como presidente de la nueva CaixaBank, percibirá una remuneración fija anual de 1,65 millones de euros, a la que puede sumar una retribución variable de hasta 200.000 euros en caso de cumplir objetivos, según la propuesta que se someterá a votación en la junta de accionistas del 14 de mayo. Frente a estas cifras –todavía inferiores a muchos de los sueldos que cobran los directivos de la banca– como máximo ejecutivo de Bankia, Goirigolzarri cobró 500.000 euros en 2020 y renunció a la parte variable de su sueldo. Y es que Bankia, como todas las entidades que recibieron ayudas públicas durante la crisis financiera, tenía limitados los sueldos de los directivos desde el año 2012.

Luis de Guindos, ahora vicepresidente del BCE, planteó una reforma del sistema financiero que incluía la limitación de sueldos. Una medida que no concitó la unanimidad del Consejo de Ministros, en aque l comienzo de 2012. De hecho, De Guindos contó con el apoyo del entonces ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo y del de Industria, José Manuel Soria, pero se encontró con la oposición del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Finalmente la medida salió adelante y afectó en un primer término al propio Rodrigo Rato.

En estos días estamos asistiendo al ataque sin tregua lanzado desde el Gobierno a la banca por el hecho de que entidades financieras en las que sus directivos cobran sueldos millonarios presenten ERE que afectan a miles de empleados. La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, no solo ha criticado la situación, sino que ha intentado meter al Banco de España en el meollo, y le ha pedido que actúe. Pero las críticas más parecen populismo en vísperas electorales que intenciones reales, porque si no, no se entiende la posición del FROB en CaixaBank.

Todos podemos entender que en épocas de ajustes, los directivos deben ser los primeros en apretarse el cinturón. Y por supuesto, no tiene sentido cobrar bonus si el banco está en apuros. La Comisión Europea y el BCE pidieron al comienzo de la pandemia limitar bonus y restringir dividendos para que las entidades tuvieran más fortaleza a la hora de afrontar la crisis económica que vivimos. Y en la mayoría de los bancos se han reducido los sueldos de los ejecutivos, y podrían hacerlo más, aunque dudo de que a un banco sin ayudas públicas se le pueda decir cuánto deben cobrar sus directivos. Pero lo que no se puede y no se debe prohibir es que los bancos, como cualquier empresa, ajuste el empleo a sus necesidades. Otra cosa es puro populismo que más pronto que tarde pagaríamos caro.

19.000 previstos en la banca

Las fusiones de Bankia y CaixaBank, y las de Liberbank y Unicaja, junto con los ERE propuestos por Santander y BBVA, dejan más de 19.000 despidos. Pero España no es una isla. La banca europea destruyó el año pasado más de 70.000 puestos de trabajo.

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