¿A quién beneficia tener el IPC disparado?
El Índice de Precios de Consumo (IPC) cayó un 0,7% en julio en relación al mes anterior y situó su tasa interanual en el 2,9%, dos décimas por encima de la de junio, según el indicador adelantado publicado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Con este dato, el IPC interanual encadena su séptima tasa positiva consecutiva y continúa en sus niveles más altos desde 2017.
Según Estadística, en el dato interanual de julio influyeron sobre todo los servicios de alojamiento y el gas, cuyos precios aumentaron este mes frente a las bajadas del año pasado, y los alimentos y bebidas no alcohólicas, que disminuyeron más en julio de 2020 que este mes.
En el caso del gas natural, las tarifas reguladas subieron casi un 4% de media desde el día 1 de este mes. También se han encarecido los carburantes. Destaca también, aunque en sentido contrario, la bajada de los precios de la electricidad, frente al aumento registrado en julio del año pasado.
En tasa mensual, el IPC retrocedió un 0,7% en julio, tras sumar cuatro meses consecutivos de ascensos.
El INE publicará los datos definitivos del IPC de julio el próximo día 13 de agosto.
El secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Gonzalo García Andrés, cree que el incremento observado en el Índice de Precios al Consumo (IPC) en tasa interanual es un «repunte temporal», aunque ha asegurado que desde el Ejecutivo siguen su evolución «con mucha atención».
¿A quién beneficia?
El incremento de la inflación a casi el 3% beneficia a todos aquellos, especialmente las administraciones, que tienen mucha deuda, ya que la inflación diluye la misma.
Asimismo, Hacienda recauda más, ya que si suben los precios, ciudadanos y empresas pagan más por el IVA.
Por el contrario, perjudica a los asalariados, pues pierden poder adquisitivo salvo que tengan cláusulas de revisión en sus convenios. Es lo que sucede con los pensionistas, que tienen garantizada la revisión al final de año.
También perjudica a los ahorradores e inversores porque las inflaciones altas se comen los intereses. Y en general, a la competitividad, pues aumentan los costes.