La inflación amenaza a la competitividad
La inflación en España supera a la de la eurozona por primera vez en tres años. El Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) escaló el mes pasado hasta el 2,9%, mientras que el promedio de la zona euro se situó en el 1,8%. O lo que es lo mismo, el diferencial de inflación ha alcanzado los 1,1 puntos porcentuales, una brecha que continuará ensanchándose durante los próximos meses, dado que los precios en nuestro país resultan más vulnerables a los shocks energéticos, y que podría terminar afectando al récord de exportaciones que registró la economía española en 2016.
El hecho de que el diferencial de inflación vuelva a ser positivo, tras tres ejercicios consecutivos en los que se ha situado 0,6 puntos porcentuales en negativo, amenaza a la competitividad. Es decir, el hecho de que los precios crezcan más en España que en los países de nuestro entorno puede terminar frenando la creación de empleo.
Los aumentos de inflación, además de incrementar los costes energéticos –que terminan estrechando los márgenes de beneficio de las empresas porque suben los precios de producción–, elevan la presión en los procesos de negociación colectiva para incrementar los sueldos. Sin embargo, las alzas salariales que no respondan a subidas de la productividad terminan destruyendo puestos de trabajo. Salvo en 2014, los años en los que la inflación en España ha sido menor que en los países comunitarios, la creación de puestos de trabajo ha resultado mayor. Así, el empleo en nuestro país creció en 2015 un 0,6% más que en la zona euro. Y en los tres primeros trimestres del pasado año, la diferencia se amplió al 1,4%.
Mazazo
Ahora, si la actual subida de los precios se traslada a los salarios puede constituir un mazazo al mercado laboral. Es más, de algunos cálculos realizados se desprende que un alza salarial del 2% –en línea con la previsible subida de los precios– dejaría de crear en España unos 110.000 puestos de trabajo. Por ello, la CEOE recomienda continuar con la moderación salarial, que para María Jesús Fernández, analista de Funcas, ha permitido durante los años en los que la inflación en España ha sido inferior a la de los países de la zona euro que los costes laborales no hayan aumentado, «lo que en parte explica las mejoras de competitividad de las empresas españolas».
Rafael Doménech, economista jefe de Economías Desarrolladas de BBVA Research, explica que la competitividad de la economía española no se vería afectada si el incremento de la inflación fuera transitorio, fruto de la subida de los precios del petróleo. Y añade que el problema se produce cuando el aumento de los precios de la energía se traslada a los salarios, precios o cualquier otra renta, lo que podría producir una espiral inflacionista que terminaría dando lugar a costes laborales más elevados, mayores precios de producción y una pérdida generalizada de la competitividad, que perjudicaría al empleo, a la renta disponible y al crecimiento.
Doménech recuerda que cuando los salarios reales aumentan un 1% sin que lo haga la productividad, el empleo disminuye a largo plazo un 1,5%, de manera que la renta disponible se reduce medio punto. En este sentido, aboga por intensificar la competencia entre las empresas para que los aumentos de la productividad a largo plazo den lugar a incrementos en la misma proporción de los salarios.
Doménech sostiene que, antes de la crisis, la inflación española era superior a la de la eurozona, porque en España se creaba empleo en medio de una burbuja. Se trataba de una situación de crecimiento insostenible. Los costes laborales unitarios crecían más rápidamente (entre 2002 y 2008 se perdieron 12 puntos de competitividad), aumentaba el déficit exterior, y hogares y empresas estaban cada vez más endeudados. No obstante, «desde 2009 hemos recuperado toda la competitividad perdida con el promedio de la eurozona durante los años anteriores». El experto de BBVA Research asevera que la gran novedad de la actual recuperación es que desde la segunda mitad de 2013 se crea empleo y, al mismo tiempo, se gana competitividad. Y estas ganancias han sido compatibles con el mantenimiento de la remuneración media por asalariado en términos reales -descontando el efecto de la inflación-, lo que junto con la mejora del mercado laboral ha permitido que «la renta disponible de los hogares aumentara un 5,7% en términos reales acumulados».
Source: The PPP Economy